27 de
septiembre. Caía la tarde. En la lejanía, el cielo entolado.
Eran nubes plomizas. Nimbos cargados de agua que se irán para otra para otra
parte. Me eché a andar por el camino; sin prisa. Era un paseo sin rumbo. Solo
ganas de tomar algo de aire. Los abejarucos revoloteaban en la altura de manera
anárquica; aprovechaban las térmicas; en las choperas del arroyo arrullaban
unas tórtolas turcas.; en la higuera, los estorninos, en bandada, venían a
recoger su merienda.
Alguien
decía de Kant, que la agente, cuando lo veía por la calle al doblar la esquina,
ponía el reloj en hora. Algo parecido me ha ocurrido con el matrimonio Schäfer.
Cuando los veo que vienen con andar seguro y decidido por el camino siempre me
evocan al filósofo alemán por la puntualidad.
Esta
tarde he hablado con los Schäfer
Tienen una casa en el campo. Daban su
paseo diario. Los Shäfer, cuando les llegó la jubilación, cambiaron las
cercanías de Colonia, a orillas del Rhin, por el aire tibio del sur, cerca del
arroyo del Sabinal. “Soñaba, me comentó, en cierta ocasión, la señora, con este
día”. La señora Shäfer es bajita, delgada, de sonrisa espontánea, retraída y
prudente. El señor Shäfer, serio; tiene voz de barítono. Me ha comentado que
ahora con la entrada del otoño los bosques de su país son enormemente bellos.
Le he
comentado que la Selva Negra debe ser un espectáculo. Yo, le digo, que la
conozco en sus paisajes de verano. Pues vaya, me aconseja, en otoño, tiene que
ir porque va a encontrar en la policromía de sus bosques una belleza difícil de
encontrar en otros puntos de Europa.
Hemos
hablado también de otras cosas. Les he dicho que tienen unas plantas preciosas
en el porche de su casa y me ha comentado que con el calor tan grande de este
verano se le han secado las gitanillas y algunos helechos han perdido parte de
su frondosidad.
Es lo
que tenemos, le replico, valoramos el buen clima, la ausencia del frío excesivo
de su país, pero también tenemos que soportar veranos tórridos, aunque en otros
sitios de Andalucía, le comento, aún son más tórridos que los nuestros.
- Mañana, le comento, hace aniversario de
la tremenda riada del 28 de septiembre de 2012 cuando se llevó dos vidas y el
puente de la estación…-
- Recuerdo aquella madrugada, me dice, como
una pesadilla tremenda…
Han
seguido su camino. Metódicos, puntuales, amables… Gentes siempre con la palabra
precisa y oportuna. Gente con la que uno gusta pararse e intercambiar un saludo.
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