A dos amigos que esta tarde andan por esa bendita tierra...
14 de septiembre, jueves. ¿Adónde
te escondiste / Amado, y me dejaste con gemido? / Como el ciervo huiste, /
habiéndome herido; / Sali tras ti,
clamando, y eras ido….” El hombre que escribió esto había nacido en
Fontiveros. Tuvo una infancia terrible. Su hermano murió de hambre; él, casi.
Se conoció como Juan de Yepes. En la iglesia como San Juan de la Cruz. En la
literatura española como el más grande poeta místico de nuestra Historia.
Llegó a Úbeda en los primeros
días del otoño de 1591. Fue a curarse de “unas calenturillas”. Después, han
dicho que era una erisipela que degeneró en una septisemia. Su celda muy
humilde. Entregó su vida en la noche del 12 al 13 de diciembre, con cuarenta y
nueve años…
Hileras de olivos plantados en
perfecto alineamiento peinan lomas y cerros; alternan con campiñas de barbecho.
Montañas azules en la lejanía. Cazorla y su sierra un poco más allá. Solo un
poco más allá y luego se pierden por la de Segura y por Quesada, por Benatae y
por Siles…
Los pueblos de la Loma de Jaén,
en lontananza, son pueblos blancos; salpican colinas onduladas, a veces,
pardas, a veces, rojizas; la carretera una raya entre olivos bajo un cielo entoldado.
Desde la lejanía, Úbeda aparece
recostada: caserío blanco de tejados pardos. En el horizonte algunas torres le
dan nota de un pasado esplendoroso.
Úbeda regala Renacimiento. Es una
prolongación de Vandelvira, y de la cerámica de Tito, de la música de Sabina,
de la literatura de Muñoz Molina…
Las plazas son amplias. No
tiene agua la fuente en la plaza de Vázquez de Molina. El Salvador,
majestuosidad en piedra, espera al otro lado, reminiscencia de un pasado que
fue y que se resiste a irse. Vive de un recuerdo ahíto de esplendor. Atesora
mucho arte y la esencia acumulada a través de los siglos.
Sus calles rezuman
Renacimiento: palacios e iglesias, monumentos civiles, casonas con dinteles de
piedra y fachadas blasonadas; forjas y retablos. Recuerdos de Carlos V en la
piedra del palacio de Francisco de los Cobos.
Úbeda es la antesala de la
Sierra de Cazorla. He pernoctado muchas veces… La última vez que estuve me subí
en un artilugio a modo de tren articulado con neumáticos y recorrí la ciudad
desde un balconcillo abierto. No la anduve, como otras veces, a música de
talón, y es que los años… Pues eso, ¡ya se sabe…!
No hay comentarios:
Publicar un comentario