11 de septiembre, lunes. Era temprano; apenas abierta la mañana. Remedios y Fermín habían venido de Encinasola. Teníamos mucho que ver por delante; el tiempo, limitado. Tomamos la carretera por el Valle de Abdalajís. (Al regreso nos volvimos por las Angosturas y vinimos a caer junto a la estación de El Chorro). La carretera tiene las mismas curvas de siempre, solo que han mejorado el asfalto. Algo es algo. ¡Con lo poco que se conforma uno!
A la llegada, antes de entrar en Antequera por San Juan, giramos a la derecha. Subimos por la carretera que va al nacimiento del río de la Villa y luego por la Boca del Asno. Si alguna vez nos encontramos en un cruce de caminos, hablamos. Te insisto en que te empapes de cuanto ven, miran, aprehenden o captan Dtus ojos. Entras en un paisaje para ir de asombro en asombro. Deja a un lado Villanueva de la Concepción. Tú como si nada, continua con la subida.
Una vez arriba, acércate al mirador de las Ventanillas, al fondo, entre brumas - corría aire de levante - Málaga y el mar. Es el mar de fenicios, griegos, cartagineses y romanos por donde vino el comercio, y el arte y el derecho y la lengua en la que nos entendemos más de trescientos millones (algunos de la tribule quieren poner puertas). Más cerca, bajo tus pies, tierras de lagares y colinas suaves y caseríos blancos, y el Campanillas y el Guadalmedina que, todavía, no son ríos sino torrenteras arrancadas de largo.
Como para la parte del este quedan Casabermeja, Colmenar, Comares - pincelada blanca en la cumbre -, Periana, Canillas de Aceituno...
Desde ese punto no lo vas a ver, pero te digo que, al norte, la llanura, y según a donde mires la Sierra de Rute, la Camorra, El Puntal y la campiña de Sevilla, si apuras, y está pero que muy limpio el día, las estribaciones meridionales de Sierra Morena. Al oeste, Alcaparaín, Sierra de Aguas, de las Nieves, Los Guaperos, la Serranía de Ronda…
Te
digo que cuando bajes (esta vez por mor de querer abarcar mucho no lo hicimos) -
si te has pateado alguna de las rutas
con las que han tenido a bien orientar a cuantos viajeros osan pisar sus
piedras, recorrer los vericuetos intrincados y ocultos y oler las florecillas
que crecen entre hendiduras y grietas te vas a llevar contigo la sensación de
haber estado en un lugar único.
No hay comentarios:
Publicar un comentario