26 de septiembre, martes. Málaga
era una ciudad encerrada por murallas y un río; una ciudad acotada por un monte
relativamente alto y otros que descendían, pero solo en apariencia a medida que
se alejaban de la ciudad; Málaga era una ciudad que había nacido junto a un mar
azul, de brisas saladas y olas con crestas de nácar.
Los fenicios que vinieron desde
la otra punta del mar decidieron poner una factoría. Lo hicieron entre los dos
ríos, uno de aguas permanentes, el Guadalhorce; otros, de avenidas esporádicas
y crecidas que lo arrasaban todo, el Guadalmedina.
Luego Roma, dejo algo de su impronta.
No mucho, pero algo muy interesante. Hoy queda poco: un teatro a los pies de
Gibralfaro (el monte relativamente alto del que hablaba unos renglones más
arriba…) y poquitas cosas más.
Los árabes sí dejaron huellas
que aún hoy perduran: un castillo, una fortaleza de defensa y residencia de las
clases dirigentes. Un palacio de jardines con nenúfares y pájaros que cantaban
en las ramas de sus árboles…
Cuando la ciudad cambió a manos
de los cristianos apareció una iglesia que salió un poquito grande. La hicieron
catedral y otras iglesias que sembraron la ciudad (El Sagrario, Santiago, San
Juan, la Victoria, Santo Domingo, San Pedro, el Carmen… y otras y otras. No fue
cosa de un día sino a través del devenir de los años.
Su centro – entre murallas y el
mar – era un dédalo de calles estrechas, insalubres y por donde no entraba el
sol. Era, según los médicos de aquellos tiempos, un foco de infecciones, un
lugar donde nacían y se desarrollaban epidemias que arrasaban a la población.
Decidieron meter pico y pala. O
sea, piqueta y hacer una ciudad nueva. Sociedades que aportan dinero; ambiciosos
a los que les puede la avaricia y quebraron; ricos que ven el negocio y se hacen
más ricos…
Entre todos (la lista es larga)
sobresale la casa Larios. Manuel Domingo Larios, la cabeza más visible. Curiosamente
cuando el 27 de agosto de 1891 se inaugura la calle, la familia Larios está…
¡en el exilio! Sancha de Lara la había ideado; Eduardo Strachan, le dio forma;
Belliure una estatua al marqués…
Hoy, calle Larios es la calle
señorial de Málaga, la calle lo suficientemente larga como para disfrutarla y
lo suficientemente corta para que sepa a poco… La calle por donde suben las
brisas que vienen del mar. Elegancia, belleza, perfume de biznagas….
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