martes, 26 de septiembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Larios, la modernidad que no pasa

 

                     


26 de septiembre, martes. Málaga era una ciudad encerrada por murallas y un río; una ciudad acotada por un monte relativamente alto y otros que descendían, pero solo en apariencia a medida que se alejaban de la ciudad; Málaga era una ciudad que había nacido junto a un mar azul, de brisas saladas y olas con crestas de nácar.

Los fenicios que vinieron desde la otra punta del mar decidieron poner una factoría. Lo hicieron entre los dos ríos, uno de aguas permanentes, el Guadalhorce; otros, de avenidas esporádicas y crecidas que lo arrasaban todo, el Guadalmedina.

Luego Roma, dejo algo de su impronta. No mucho, pero algo muy interesante. Hoy queda poco: un teatro a los pies de Gibralfaro (el monte relativamente alto del que hablaba unos renglones más arriba…) y poquitas cosas más.

Los árabes sí dejaron huellas que aún hoy perduran: un castillo, una fortaleza de defensa y residencia de las clases dirigentes. Un palacio de jardines con nenúfares y pájaros que cantaban en las ramas de sus árboles…

Cuando la ciudad cambió a manos de los cristianos apareció una iglesia que salió un poquito grande. La hicieron catedral y otras iglesias que sembraron la ciudad (El Sagrario, Santiago, San Juan, la Victoria, Santo Domingo, San Pedro, el Carmen… y otras y otras. No fue cosa de un día sino a través del devenir de los años.

Su centro – entre murallas y el mar – era un dédalo de calles estrechas, insalubres y por donde no entraba el sol. Era, según los médicos de aquellos tiempos, un foco de infecciones, un lugar donde nacían y se desarrollaban epidemias que arrasaban a la población.

Decidieron meter pico y pala. O sea, piqueta y hacer una ciudad nueva. Sociedades que aportan dinero; ambiciosos a los que les puede la avaricia y quebraron; ricos que ven el negocio y se hacen más ricos…

Entre todos (la lista es larga) sobresale la casa Larios. Manuel Domingo Larios, la cabeza más visible. Curiosamente cuando el 27 de agosto de 1891 se inaugura la calle, la familia Larios está… ¡en el exilio! Sancha de Lara la había ideado; Eduardo Strachan, le dio forma; Belliure una estatua al marqués…

Hoy, calle Larios es la calle señorial de Málaga, la calle lo suficientemente larga como para disfrutarla y lo suficientemente corta para que sepa a poco… La calle por donde suben las brisas que vienen del mar. Elegancia, belleza, perfume de biznagas….

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