24 de enero, martes. Dicen los
informativos que el termómetro ha bajado un montón de escalones. Dicen, que
cuando más baja es cuando viene el alba y apunta el día por detrás de los
cerros. Entonces la escarcha se hace presente y casi cruje la yerba debajo de
los pies.
Los tópicos cuentan la cosa de otra
manera. A saber, “Hace un frío que Dios tirita”, “hace más fríos que lavando nabos”,
“cuando el grajo vuela bajo…” Uno que escuchaba la conversación terció en corto
y por derecho: pues anda que yo que esta mañana los he visto que venían andando…
Villablino, que está donde
Cristo dio las tres voces al pie de la Cantábrica, lleva un montón de días con
la estrella de la nieve sobre el nombre. Sobre sus casas y sus calles una nevada
soberbia lo tiene blanco como se quedan blancos de ideas a muchos que tendrían
que tomar decisiones y no las toman.
Las riberas de los ríos amanecen
cubiertas de niebla. Habla el maestro Barbeito de otra niebla que no es la meteorológica
sino la que cubre la conciencia. Recuerda a Marta del Castillo. Todos sabemos
que esta chica está enterrada bajo la niebla espesa de la injusticia de unos
que no cogen el toro por los cuernos y de otros canallas amparados en la más
horrendas de las miserias.
España está sumida en un frío
intenso. Una parte de España está vacía de gente que se fueron de su tierra
porque no tenían servicios. Eso es lo que nos vendieron. Lo que no tenían era
para comer y se fueron a buscar el pan muy lejos de aquellas tierras que a
ellos le decían ¡tanto! Otra España está vaciada de nobleza de pensamiento y de
acción. No se puede explicar de otra manera que cada día nos desayunemos con un
crimen horroroso. Ya no solo mueren mujeres adultas. Ahora, también, en la
venganza caen criaturas que tenían toda la vida por delante.
¿Cómo se explica esto? Esta
mañana oía a alguien que culpaba a la escuela porque era allí donde, según él,
tenía que inculcarse la cultura de la tolerancia. No le niego que tenga parte
de razón. Solo una parte, por Dios. La escuela será responsable de algunas
cosas, pero ¿de otras? Hemos olvidado a la casa y a la familia. Allí se
educaba. A lo mejor es que ahora también está bajo otra niebla…
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