martes, 17 de enero de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Antonia Contreras. La recreación en el Flamenco




17 de enero, martes. Mireille Mathieu es una cantante francesa que tuvo su época de más éxitos en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado. Alguien, en atención a ese timbre tan especial de melodía que da su voz, la bautizó como el “Ruiseñor de Avignon”.

Gente del mucho saber en la música – Paul Mauriat, Johnny Stark, Maurice Chevalier…- de aquellos años, cuando escucharon en su voz la “Vie en rose” de Édith Piaf, vieron que aquella mujer era algo distinto. Afloraba la originalidad y aportaba una personalidad con un poderío y un enganche que todos sabían que estaban ante alguien diferente.

El 15 de abril de 1915 Pastora Imperio estrenó en el Teatro Lara de Madrid, la obra cumbre de Manuel de Falla, El Amor Brujo. El propio Falla, ante el asombro de lo que él había realizado decidió modificarla y, a lo que era un Ballet para Orquesta, agregó tres canciones cortas para mezzo-soprano…. Luego vino todo lo que tenía que venir.

Muchos años después, don Manuel de Falla desconoce que una mujer – palla, por más señas – le ha dado un sello tan especial, tan diferente, con tango gancho y fuerza a su obra cumbre que ha vuelto a crear algo que parecía casi imposible de mejorar. Esa mujer se llama Antonia Contreras.

Antonia, además de El Amor Brujo que ha paseado por tablaos y teatros de España, Francia (Orquesta de Avignon bajo la dirección de Débora Walmand; Orchestra de Chambre Nouvelle de Aquitania…) Canadá o Sudamérica, aporta una savia nueva al Flamenco. Ha introducido letras de poetas (Dulce María Loynaz o Antonio García Barbeito…). Ha roto moldes con lo que es la continuidad – a veces confundida con inmovilismo – y ha aportado un estilo nuevo. Ha creado su ‘propia’ Malagueña.

Dentro de unos días inicia una gira por Barcelona, Nantes, Strasburgo, Suiza, Segovia… Antonia, cuando haga los palos de Flamenco – desconozco si ahora la acompañará a la guitarra Juan Ramón Caro, como hace unas noches en el Cervantes de Alora con la recreación única de El Amor Brujo, o esa ‘nueva’ Malagueña - con el sello que marcan su obra,-  ella al cante; él, a la guitarra -  y que solo hacen los que son grandes de verdad.

Antonia es trabajo, esfuerzo, entrega y una voz que se diferencia de otros timbres, de otros tonos. Si tienen la suerte de encontrarla en un cruce de caminos. No lo duden, saquen la entrada y entren. Les van a dejar sin resuello.

 

 

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