lunes, 30 de enero de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Calle Toro

 

  

Dibujo a plumilla. Diego Borrego

 

30 de enero, lunes. La calle Toro era el camino por donde se iban los niños que se escapaban de la escuela para bañarse en “la Playita o en la Puente”. Entonces, los niños se escapaban, pero cuando la ‘libertad’ pedía no entrar aquel día a clase, entonces, a eso, se le llamaba hacer “la rabona”. Los niños, según qué tiempo, en esos momentos de libertad conquistada ponían trampas y cazaban con alúas, pajarillos insectívoros, buscaban nidos entre el ramaje de las huertas o se daban un toleo en las primeras tardes calurosas de la primavera.

-         El Madreaguas se ha bañao en el río”.

 La noticia corrió entre la chiquillería. Normal, a no ser porque no más comenzaban los primeros días de un mes de febrero del cincuenta y tantos del siglo pasado, claro. “El Madreaguas, desde aquel día estuvo rodeado por el hálito de admiración con el que los niños visten a sus héroes aunque estén sentados en una banca un poco más allá, solo un poco, de la suya.

Por la calle Toro bajaban los que cogían, casi de madrugada, el tren de las “seis”, y los que, también, pero un poco más tarde, viajaban a Málaga, en el “mixto” que venía de Antequera y Ronda…

Había, en la mediación, a la derecha, una fragua y un niño enfermo que murió (entonces morían muchos niños), pero para nosotros, Manolito, al que su madre lo tenía entres sábanas muy blancas y muy limpias, era un niño al que íbamos a ver a su casa.

Por la puerta con un escudo sobre el dintel y ventanas con rejas y que rompía la tónica de la calle, se entraba al “Huerto” que era un reducto cerrado y enigmático. Nunca podíamos acceder a él. Solo entraban algunos niños de la calle. Decían que tenía un ciruelo con frutos rojos y muy dulces. En un tiempo fue morada de clérigos. Clérigos de los de antes, de esos que usaban una sotana con muchas manchas, manteo y bonete y dicen que acudían a los actos religiosos con un boato diferente. Esos clérigos merendaban un tazón de chocolate y picatostes fritos…

La calle, en otro tiempo, se llamó de La Puente y terminaba al pie del Cerro de las Torres…, y por las Piedras Blancas se llegaba al túnel.

 

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