sábado, 28 de enero de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. ¿Qué nos dan?

 


28 de enero, sábado. Hasta hace unos años – ahora casi no quedan panaderías y sí lugares donde despachan pan –  las panaderías de los pueblos, al amanecer, cuando comenzaban a salir las primeras hornadas, inundaban la calle con olor a pan caliente, a hornos caldeados con retamas, y aulagas, a calor dulce y acariciador.

Ahora nos venden pan prefabricado.  La levadura artificial y lo calientan en unas máquinas especiales y rápidas. De momento tienen muy buena pinta, pero cuando les pasan unas horas, eso es una masa parecida a lo que puede llamarse chicle. Cuando llega la tarde, ya es algo con lo que puedes descalabrar a alguien que pase por la calle.

Dicen que los pescados que nos ofrecen criados en piscifactorías están alimentados – y por supuesto, criados – con piensos prefabricados con las cosas más raras que uno puede imaginarse. Aquí cuadra aquello de “lo que no mata, engorda”. Es cierto que hay peces o pescados que de no ser por las piscifactorías no podríamos tener acceso a ellos, pero…

En los mercados ofrecen “rosada fresca”. Es imposible el apellido. La rosada es un pescado que no se da en los mares del hemisferio norte. La que consumimos viene de Sudáfrica, del Sur de Argentina o de Chile… Si no es congelado, no puede llegar al consumidor como producto “fresco”. El congelado, ‘caliente’, desde luego, no es.

Tampoco se escapan las carnes. Un bistec, un filete o un trozo de pollo que permanece toda la noche descongelándose a la mañana siguiente aparece flotando, en ocasiones, sobre un líquido sanguinolento de un aspecto horroroso. Es lo que hay.

No hablo de frutas, ni de hortalizas ni de otros productos que llegan a la mesa con un aspecto visual excelente. Le miras la etiqueta y son uvas – sin pepitas – que vienen desde miles de kilómetros del Cono SUR, por ejemplo.

Ha saltado la noticia que más de trecientos niños en Gambia, Uzbekistán e Indonesia han muerto por un problema renal después de haber ingerido un jarabe para la tos, fabricado en India y distribuido por multinacionales del dinero ¡y de los pocos escrúpulos! Solo están movidas por el afán de ganar más y más y más… Así podríamos alargar la lista. No es necesario. Solo cabe una pregunta para la que no tenemos respuesta, pero sí mucho temor: ¿qué nos dan?

 

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