F. Juan Blanco
19 de enero, jueves. Cuenta la leyenda que Abderramán
III, el más grande Califa de Occidente, además, de un excelente estratega tenía
la sensibilidad de la poesía que brotaba de su alma.
Cuenta, también, que en cierta
ocasión veía como la tristeza afloraba en la cara de Azahara, el amor de su
vida, para la que había construido un palacio en las faldas de la Sierra Morena
y no lejos de las aguas de Río Grande que daba frescor a las noches
tórridas de Córdoba y agua para regar los campos y curso a los barcos que
venían por la mar lejana con mercancías y mensajes desde Oriente y que después
de salvar Sevilla llegaban a atracar en sus muelles…
Cuenta, que un atardecer,
después de dar por terminada sus faenas se sentó junto a su concubina. El califa
miró al cielo, respiró hondo y le dijo que ella había puesto la felicidad en su
vida y que era una mujer más refulgente que la estrella que cada madrugada
aparecía en el cielo de Córdoba…
- Te he construido, le dijo, el más bello palacio, la joya de al-Andalus, para ti. Lo he dotado de fuentes con agua que canta y da el rumor de una sinfonía especial para tu deleite…
- Sí, le dijo ella.
- He llenado sus arriates de rosales. Nos dan las rosas más bellas. Vinieron de Bagdad, de la Meca, de Babilonia, de los jardines más hermosos de aquellas tierras que nos regalan su aroma, su belleza, su encanto…
- Sí, dijo ella.
- Te he salpicado los caminos y los rincones íntimos de cipreses que se elevan al cielo y mirtos y jazmines que nos dan misterio, embrujo, aroma…, para que tú, amada mía, pasees entre ellos y goces de tanto cuando nos ofrecen.
- Sí dijo ella.
- Te he sembrado los bordes de los caminos de agua con granados que se visten de verde en primavera y nos dan la única fruta coronada cuando llegan las calores del verano y se visten de oro viejo cuando aparece el otoño.
- Y ante el asombro del Califa, dijo ella, sí, pero falta algo…y agregó no me has dado la nieve de mi Sierra Nevada…
Y entonces, dice la leyenda
que, Abderramán mandó talar todo el bosque de encinas y coscojas que lo rodeaba
y ordenó que lo se sembrasen de almendros y así, cada año, cuando llega enero
se visten de nieve con sus flores…
No hay comentarios:
Publicar un comentario