martes, 30 de junio de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

Para ti...



Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Río Tormes



                                         


Pocos ríos secundarios llevan en sus aguas tantas joyas como puede hacerlo el Tormes. Le da apellido a uno de los personajes más célebres de la literatura española: el Lazarillo, lleva aires de santidad, cuando baña Alba, donde murió santa Teresa o adquiere aires universitarios en Salamanca, esa ciudad de piedras doradas y que no es la misma sin estudiantes.

En Fermoselle – hoy seguimos el curso del río a su contra -, los Arribes el Duero, Portugal a un lado, al otro España, y luego por Ledesma, si es día de mercado, ¡ojú, que bache!, a Salamanca.

El Lazarillo, aquel que nos contaba del ciego que: “usaba poner cabe sí un jarrillo de buen vino cuando comíamos…”, el que lo colocaba frente a una encina y le decía: “saltad, que hay un arroyuelo”, el que escuchó: “Lázaro, engañado me has”, “¿y en que lo conocisteis vos?” le preguntó, “ en que yo comía de dos en dos, y tú callabas…” Salamanca: “arte, saber y toros”. Agrégale, la noche en la Plaza Mayor, y Fray Luis, y Unamuno… ¿Cabe más?

Santa Teresa anduvo por media España, recorrió caminos, pasó peligros, salvó obstáculos físicos y de los otros, y vino a entregar su alma a Dios  - es un decir, porque su alma y Dios era algo consustancial – en el pueblo más importante del Campo Charro: Alba de Tormes…

De El Barco de Ávila, - estás en tierra de vetones que lucharon contra Roma – no te vengas sin probar los judiones. Visita el castillo de Valdecorneja y en la plaza tómate un vino de pitarra. Tienes tres opciones: siguiendo el sol, baja por el Puerto de Tornavacas, al Jerte; al este, aunque te sales el curso del río llégate a Pidrahíta, la mejor ternera avileña… ¿Te acuerdas, hermano? era agosto y hacía calor y pecamos y pecamos… Vuelve sobre tus pasos, remonta el río. Es lo que yo hice.

Entras en Gredos. Por Navamures, Los Guijuelos, Navamojada y Bohoyo… Es la margen izquierda, peor carretera pero enclaves bellísimos. Por la margen derecha, Aliseda, Navalperal,  Navacepeda, Hoyos del Espino, Navarredonda de Gredos…

En las cumbres (el Almanzor te queda como para el oeste) en la Fuente del Prado Tormejón fijan el nacimiento del Tormes… Para mí que es una red aguas que vienen a dar allí y es una manera… Todo esto, en varias veces, ¿vale?







                                     

lunes, 29 de junio de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

Para ti...



Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Fray Junípero




                           

Petra es una ciudad  pequeña de la Pla de Mallorca, no lejos de Manacor. Allí nació en noviembre de 1713. Sus padres Antonio Serra y Margarita Ferrer. Le pusieron por nombre Miguel José.

Asistió a la escuela de los franciscanos del convento de San Bernardino en su pueblo. La inteligencia del niño lo llevó a otra que tenía la Orden en Palma. Profesó como franciscano y tomó el nombre de Fray Junípero. Se doctoró en Filosofía alimentado por la doctrina de Ramón Llull y Teología Escotista. Fue profesor en la Universidad Luliana, embrión de la futura Universidad de las Islas Baleares.

Con treinta y seis años emprendió la aventura de América. Pasó por Málaga y Cádiz donde la burocracia lo retiene unos meses. Llega a Puerto Rico, y de allí, a Nueva España y por Veracruz hacia Ciudad de México. Él, con otro expedicionario,  hizo el viaje a pie, más de quinientos kilómetros. Sufre una lesión en una pierna que le acompañará toda su vida. En Sierra Gorda reemprende la labor iniciada y fracasada por otros hermanos de la Orden.

En 1776, Carlos III expulsó a los jesuitas. Les encarga a los franciscanos la evangelización de la Alta y Baja California. Fray Junípero es el lider de la nueva misión que tienen como primer objetivo evangelizar a los nativos. Encuentran una sociedad primitiva y de subsiencia a base de la caza y la recolección de productos de la tierra.

Funda nueve misiones: San Antonio de Padua, San Gabriel, San Luis Obispo de Tolosa, San Juan Capistrano, San Francisco de Asis… En Loreto, la base de operaciones. Construyen, en primer lugar una capilla, un pequeño fuerte para defensa en caso de ataques, y cabañas para los indígenas a los que  les invitan a quedarse. Alguna ciudades proclaman con su nombre el origen de su fundación: Los Angeles, San Antonio, San Francisco…

A los indígenas les inculcan el sentido de propiedad de la tierra y su integración en la sociedad española que le acarrea enfrentamientos con las autoridades. Les enseñan principios de agricultura y ganadería, les dan semillas, les introducen en las artes de albañilería, forja…, y les proporcionan ganado. A las mujeres las adiestran en las labores de cocina, costura y confección de tejidos.
La Universidad de Stanford se suma a denigrar su figura. Incluso, en la propia Palma han vilipendiado su estatua. ¿Reescribir otra Historia?








domingo, 28 de junio de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Alba



                                               


Y entonces, dice el Libro que Dios dijo: “Hágase la luz y la luz se hizo” y cuenta que a las tinieblas llamó noche y a la luz día, y hubo tarde y mañana y era el día primero de otros días que vendrían después con pájaros y flores y aguas en los océanos y peces y animales de todas las especies y… un hombre y una mujer.

Así llamaba esta mañana el alba. No era el día primero pero sí un día de sol y calor de verano y un cielo limpio, poco más de las seis en el hemisferio norte. Todo, casi todo, para ser más preciso, estaba despertando de la oscuridad y por el horizonte aparecía con intensidad la luz que separaba las tinieblas como quien aparta las sombras de un mal sueño.

En el cielo, otros dirán que firmamento, estaba en su sitio el lucero del alba. Los que saben de estas cosas dicen que es el planeta Venus, el más luminoso después del sol. Aparece dos veces cada día, al amanecer, por el este, como si viniese abriendo paso a la Luz, o sea a la Luz verdadera que todo lo llena e ilumina, y al atardecer por el oeste, despidiendo a luz que sigue su camino para alumbrar otras tierras.

La gente del campo, en otro tiempo, decían que era la hora en que los gañanes se levantaban para echar las pasturas a las yuntas. En las cuadras de vahos calientes esperaban los animales para uncidos ir a la besanas – por cierto, “ me  se perdió la besana / arando en un peñascal…”, ¿sabes? y la copla habla de tu ventana para ir a encontrarla – y arrancar la faena. Había un piafar de bestias y un manoteo continuo contra las granzas del suelo.

Era también la hora en que los cabreros comenzaban el ordeño.  Gotas de la Vía Láctea, suspiros como un repiqueteo de gloria en latón en los cubos de cinc. Las cabras sentían el alivio de las ubres vaciadas en espera del acopio del día.

En la mitología de muchos pueblos al lucero del alba se ha conocido con diferentes nombres. En la religión cristiana se ha asociado con María, bajo la advocación de Virgen del Carmen. Stella Maris, “Salve, estrella de los mares (…) madre del Divino Amor”. Así, así llamaba a la puerta esta mañana el Alba…


sábado, 27 de junio de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

Para todas las personas a las que quieren enviar a eso que se llama olvido...





Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Olvido






El maestro Alcántara nos acuñó un manual de instrucciones para muchas cosas,  y lo dejó dicho: “lo mejor del recuerdo es el olvido”. Por otro lado, hemos escuchado muchas veces eso de “yo perdono, pero no olvido”.

Un lío, un verdadero lío. Mientras hay quienes quieren olvidar y no pueden, los hay quienes pueden y no quieren. Hace unos meses anduve por una de las ciudades con más encanto, con más embrujo, con más carisma de las que se pueden visitar: Sevilla. Me levanté temprano, me eché a la calle. En la esquina de Don Remondo con Cardenal Saénz Flores, un mosaico recuerda el asesinato de Jiménez Becerril y su mujer. Hay cosas de difícil olvido.

En otros lugares, por aquí también, hay quienes se empeñan en reescribir la historia, pero no con una reivindicación justa, objetiva y veraz de lo ocurrido, sino con un afán de revancha, de algo que puede casi rayar en el odio hacia figuras a las que se saca de contexto en el espacio y en el tiempo. Quieren ver lo de ayer con prisma de hoy. Casi un imposible. Estudiar la vida de un bereber del Sahara, o de un lapón, pero cambiados de sitio…, pues convendrán conmigo como que no, que por ahí, no arde el puro.

Hay otros olvidos más domésticos. Tienen su peligro. A los viejos, a algunos viejos, claro, se les ha dejado morir de mala manera. Las excusas más peregrinas han saltado a las páginas de la información. No se molesten en buscar un responsable. No existe, la culpa es del ‘otro’.

Hay más, ahora que el bicho, o sea, el virus anda suelto y campa por donde le viene en gana, nos consuelan diciendo que tiene menos virulencia y que pierde fuerza. Yo me pregunto pero ¿mata o viene a merendar y luego se va? No se ha conseguido todavía la vacuna, pero venden un fármaco que puede ayudar a la cura.

Algunos jóvenes, con ellos parece que no va la guerra, y otros que lo son menos, pasan olímpicamente de las medidas de protección. La mascarilla da calor. Claro, ninguno de estos sabe lo que es regar en medio de un maíz en verano, recoger almendras en agosto o manejar un martillo en el interior de una mina. A lo mejor, no habría que echar muy lejos el olvido…




viernes, 26 de junio de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Luz de Dios






Y entonces, la luz que en estos primeros días del verano madruga mucho y se levanta muy temprano, se abrió paso entre unas pinceladas de nubes que se habían esparcido por el cielo, como esos escolares que salen al recreo antes que sus compañeros porque les empuja la prisa de la libertad.

En las orillas, la vegetación de ribera era espectadora de excepción. Los árboles de las orillas de los ríos: sauces, álamos, alisos, fresnos, mimbres, tarajes, juncos o carrizos, son unos privilegiados, con unas ramas besan el agua, y  las otras, acarician la tierra. Por el agua, suben y bajan las barcas, por la tierra, transitan mujeres y hombres que pasean sus ilusiones, sus sueños, sus esperanzas…

En la otra orilla, se vislumbran en el claro-oscuro del amanecer, un caserío. ¿Quién vive en esas casas? Ellos ven como pasa – “a la vez quieto y en marcha que escribió Gerardo Diego para el Duero - el río de otra manera a cómo lo vemos la gente que no tenemos la suerte de vivir cercano a los grandes cauces. Los ríos imprimen carácter a la gente que vive cercana a sus orillas.

Se refleja el sol en el espejo del agua. El río en estas horas de quietud, es  un espejo receptivo a todo cuanto se acerca a él. Por las profundidades, porque por aquí el río que está cercano a la mar “que es el morir” va sereno y hondo, acoge a peces que no hay en otros ríos: esturiones, - ¿o ya no quedan esturiones  y bogardillas en el Guadalquivir? – barbos o albures.

Sobre el agua quedan cicatrices de pequeños atraques para las barcas pesqueras: camarones. “Camarón que se duerme se lo lleva la corriente”. El río que se arrancó entre pinares en Cazorla, ha bajado peinando olivos en Jaén, naranjales de Palma donde se le une el Genil que viene “de la nieve al trigo”. 
Sevilla, desde la Giralda le ha cambiado las velas blancas de sus barcos por un pañuelo del adiós. Coria, La Puebla, la marisma inmensa “donde se fueron los moros  que no se quisieron ir” y los toros comían margaritas para tener los ojos verdes que nos contaba Villalón…

Y Dios, que se asoma cada mañana al río y lo admira y dice: ahí os dejo estos líquidos caminos para sustento y disfrute vuestro.




jueves, 25 de junio de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El amor, ay el amor.






Ramón Llull, - Raimundo Lulio, castellanizado – nació en Palma de Mallorca a finales de 1232 o principios de 1233.  Hijo de padres de Barcelona, está considerado como una de las figuras más avanzadas de su tiempo, o lo que es lo mismo, de la Edad Media. Cercano a los franciscanos, donde profesó en la Tercera Orden, la destinada a acoger a los laicos. El pueblo lo beatificó “por culto inmemorial”.

Mallorca acababa de ser conquistada por Jaime I, incorporándola al Reino de Aragón. De joven entró en la corte como paje del infante, que luego sería Jaime II y conquistador del Reino de Murcia.

De joven llevó una vida licenciosa, de excesivas alegrías en el comportamiento.  Sobre los treinta años, su vida dio un giro total. Vendió  todas las propiedades que adelantó en forma de herencia a su mujer e hijos, volvió a Mallorca y tomó un esclavo (tal cual) árabe, que le enseña la lengua. Predica, viaja, insta hacia la veracidad de su doctrina.

Aflora el filósofo que rebate el racionalismo del cordobés Averroes, el teólogo en contraposición a Santo Tomas de Aquino, contrario al Dogma de la Inmaculada de la que él es un defensor, o el hombre científico que descubre ‘la rosa de los vientos’ y el nocturlabio. Conoce a la perfección la Escuela Cartográfica Mallorquina.

Desglosar todo esto es casi imposible por espacio y tiempo. Como muestras, cabe señalar que la rosa de los vientos, a modo de círculo, señala la procedencia y el nombre de los vientos, hasta el punto que lo hacía como un elemento esencial para la navegación marítima.

El nocturlabio facilitaba el tránsito por los mares, de noche. La combinación de las estrellas según qué tiempo del año, y su posición en el cielo, predecían vientos, tempestades y mareas, de tal manera que a modo de disco de madera o latón con un sistema de agujas, era un instrumento fundamental para la navegación de su tiempo.

Predicó, instó a Cruzadas, asistió al concilio de Viennes. Está enterrado en el convento de San Francisco de Palma. En el Paseo de Sagrera, al final del Born, un monumento eleva su figura. En una de los laterales está inscrito: “El amor es lo que al esclavo hace libre y al libre lo hace esclavo” Ya solo por eso…




miércoles, 24 de junio de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Una mujer de pueblo






Tenía esa edad en la que no se es mayor, pero se dejó de ser joven. Siempre vistió de negro, y en su vida casi nunca aparecieron los colores. Todo estuvo marcado por una lucha sórdida.

De niña no fue a la escuela. La pusieron a servir en casa de unos señoritos. Al menos, tenía asegurado un plato de comida cada día. Tampoco le faltaba un trozo de pan y la tenían vestida. Estuvo allí hasta que se casó.

Se fue a vivir a una casa de alquiler en un arrabal del pueblo. Su marido no era un hombre malo, pero eso de doblar la espina le costaba mucho trabajo. 
Trabajo había poco, pero menos necesitaba él. Pegaba jornales de verdeo, de escarda, o de lo que se terciaba en el campo, pero dada su predisposición era de los últimos a lo que le avisaban. Le entregaba el jornal, pero le gustaba pasar por la taberna…

Tenía una cocinilla entre el patio y la casa. Guisaba con leña y dejaba la olla hirviendo para que al mediodía, cuando llegaba el hijo que trabajaba en una carpintería, estuviese el puchero listo…

Como la cosa no estaba muy allá, ella se puso a acarrear agua a casas de personas que solicitaban ese servicio. El poco caudal de las fuentes públicas y la mucha demanda, hacía que las colas durasen horas  e incluso días…
-         Ahora, decían algunas mujeres ‘entremeto yo’.

Era una manera de romper el hilo del turno que correspondía. Eso generaba peleas y discusiones, ofensas e incluso llegaban a las manos, entonces intervenían los municipales, pero ninguna hacía caso a los municipales que casi siempre procuraban retrasar la llegada para encontrarse la fuente pacificada.

De vez en cuando, llegaba un fotógrafo forastero que sacada alguna instantánea del lugar, pero ella siempre procuraba echarse fuera y no salía…

-         Hija, le decían, ¡qué rara eres!

-         A mí nadie me da vela en esa procesión….

Se ponía una almohadilla grande en el costado y se cargaba los cántaros en el cuadril. Los cántaros boquinos, eran los más difíciles, porque no tenían asadera a la que cogerse…

Toda su vida fue un sufrimiento en silencio. Nunca fue al cine, acaso una noche a la feria, ni a ninguna fiesta… Un día, a eso de media tarde, doblaron las campanas del campanario…


martes, 23 de junio de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Solsticio


                                    
Dios se hace Luz. Más Luz. “Y al principio, - cuenta la Biblia - dijo Dios, hágase la luz y la luz se hizo” Día primero, porque Dios es Luz; Luz de luz; estrella grande que, hoy brilla con su propia luz. O sea, Luz de Dios. Sol y solsticio. Y el campo inmenso, todo bañado por Él.
Ya está aquí. Sólo una vez al año, el sol alcanza su máxima altura. Es el día más largo, la noche más corta. Ocurre en torno al 21 de junio. Lo llamamos solsticio de verano. En el hemisferio norte arranca la estación más calurosa, en el sur, la más fría.
Los lapones – la tierra habitada del hemisferio norte más cercana al Polo,  lo llaman ‘sol de media noche’ Baja, baja, baja, pero no llega a ponerse, de tal modo que la noche no aparece. Cuando llega el solsticio de invierno, (21 de diciembre), quien tiene casi aires de perpetuidad, es la noche. Hasta mediados enero, no aparecen los primeros rayos de luz.
La ida en el mundo que hacemos los hombres, se condiciona por esas circunstancias climáticas. No tiene nada que ver cómo vive  un bereber, que cruza el desierto del Sahara con caravanas de camellos, con las que, sobre trineos, tirados por perros o renos, viven los samis…
Existe otro fenómeno precioso y fugaz. Tiene nombre distinto  según qué hemisferio: auroras boreales o aurora polaris. Se ilumina el cielo en la oscuridad de la noche. Aparecen colores preciosos. Verdes, azulados, rojizos y rosáceos. Nacen estos días en España, colores de esperanza. Ojalá sean más tangibles - y duraderos - que las auroras…
El cambio climático es más serio de lo que algunos quieren ignorar. O sea, que lo tenemos como quien dice al revolver de la esquina. En eso no tienen nada que ver los solsticios ni las auroras. Sí – y mucho – la mano del hombre. Tala bosques, esquilma los mares, contamina los ríos y el aire que respiramos…
Dicen los que saben de estas cosas, que cada verano será más caluroso, menos lluviosos los otoños y más fuera de sitio los inviernos. Nada tienen que ver  las inclinaciones del eje de la tierra. Es así desde siempre, seguirá así, por siempre. ¿Estará sobre esta superficie el hombre para contemplarlos?
Llega el solsticio de este año bisiesto bajo un manto de pandemia…¿Irá el conde Arnaldos a dar agua a su caballo a la orillita del mar?




lunes, 22 de junio de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Verde esmeralda






Al final del Paseo de los Curas volvió a sonar el teléfono. ¡Tres veces desde Trinidad Grund…! No pudo cogerlo. Frente al Gallo de Indias, giró a la derecha. Buscó donde estacionarse. A esa hora, en La Malagueta, es pedir un milagro. Los milagros no existen…  Lo consiguió, sonó por cuarta vez, ahora sí… Saludo de cortesía y…

-         ¿Vas a venir el viernes?

-         No sé…

-         Y ¿eso?

-         Tengo que entregar…

-         Excusas. Yo te estoy esperando. Además, no me coges el teléfono cuando te llamo…

-         No siempre puedo…

-         Más excusas,  “si no siempre puedes”, es que hay ocasiones en que sí puedes, y no lo coges... Te aguanto demasiado. Estás raro, muy raro. Eres otro. Estás cambiado….

Respira hondo. La deja hablar. No contesta. Cecilia es de las personas que oyen pero no escuchan. Está convencido que ella cree que no va porque no quiere y que no hay otras circunstancias que lo impidan.

-         Es que eres muy rarito, muchacho, muy rarito. Yo te lo doy todo y tú para mí eres muy cicatero.

-         Que no, que son las circunstancias, a veces, uno se ve envuelto en cosas que no desea pero…

-         Te tengo preparada dos sorpresas. Vamos a comer en El Alquián. Ya he encargado que nos hagan dos ‘sampedros’. Antonio, los prepara a tu gusto. Como la otra vez, ¿te acuerdas? Nos quedaremos en el apartamento de San José. Está preparado, listo, nos espera. El sábado navegaremos por el Cabo de Gata. El mar – ella hablaba y hablaba, sin dejar que él pudiese intervenir en ningún momento – está azul turquesa, mejor verde esmeralda, como a nosotros nos gusta cuando nos adentramos solos, los dos…

-         Como tus ojos a la puesta del sol…

-         ¡Ay! - continuó ella-, por la noche he reservado, con condiciones, en La Goleta del Pirata. Se han comprometido – ahí tienes la segunda sorpresa – a servirnos quisquillas de Motril…
-         Pero, es que…

-         ¿No te gusta? “ Ni peros ni manzanas”, la noche será como aquella del Palace, ¿se te ha olvidado? Pero esta vez, no estará la Alhambra enfrente sino la mar azul, inmensa…

-         No te puedo decir…

-         Pues no lo digas. El viernes, al mediodía, en El Alquián.

-         Un beso.

-         … Otro para ti.





domingo, 21 de junio de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Carta a Pablo Alborán







Querido Pablo:

Ya sé que lo de Alborán, una parte de tu apellido, es una manera de distinguirte en el mundo del arte. Da igual, eso no importa.

Debo comenzar diciéndote que, “a mí, las mujeres me gustan todas, hasta la mía, pero hombres, ninguno”. A renglón seguido, o lo que es lo mismo, en el hilo de la narración, te felicito por ser como eres. Ni bueno ni malo, sino todo lo contrario. Olé por tu valentía por salir en un mundo de hipocresía y decir lo que te ha parecido bien decir a los cuatro vientos, para que se enteren quienes tengan intención de hacerlo.

Verás Pablo, te admiro por tu ternura, por tu sensibilidad, unos pocos escalones por encima de los que estamos los demás. Yo no te conozco personalmente, pero sí me has llegado a través de tus canciones, de tu obra.

Tuve, y digo tuve, porque se nos fueron hace unos años amigos entrañables,  que me cautivaron por su obra y por su amistad.. Jacques Laulheret me cautivó por la exquisitez de su trato, por la sensibilidad que regalaba siempre que tenía  que sacar adelante a un amigo. Y por su pintura de trazos seguros, de atardeceres sublimes, de caserones desvencijados.

Rafael Lería, su compañero,  era mi amigo, y supe de sus lágrimas en un abrazo entrañable en la puerta del Hospital de San Francisco de Asís, Joaquín Costa 28, Madrid, cuando se acercaron una mañana  - iba Jacques con él – porque sabía que se nos iba la vida, en una habitación de aquel centro hospitalario por culpa del tumor cerebral. Llorar como lloran, a veces los niños, hace bien. A mí me hizo mucho bien.

Pepe Rosas, a quien el profesor Rodríguez Becerra catalogó como “Memoria colectiva de un pueblo” era único, excepcional, distinto... Si te digo que una noche que me llevó a la Virgen de Gracia a Carmona, al regreso, de madrugada, me vino cantando de Carmona a Álora sin parar… grabé tres cintas en la cassette de bolsillo… Me dijo: “haz con ellas lo que quieras, pero procura que otros no ganen dinero a mi costa”. Entendí perfectamente el mensaje.  Lo poquito que sé de folclore me lo enseñaron él y Juan Martín, “el Capitán”- Sencillamente era él…

Tengo que cortar. Ya sabes, el espacio y esas cosas. Sé que no verás estas letras nunca, pero tenía ganas de decírtelo y lo he hecho. Gracias, Pablo.



sábado, 20 de junio de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La momia






Don Emilio Mandly,  era un hombre bajito, con muy buen carácter y voz aflautada. En Segundo, nos dio clases de Geografía Universal. Entre don Emilio y la materia que me enganchaba, sus clases eran para mí eran un deleite. Aprobé sin ningún problema, pero me quedó una asignatura pendiente: algún día haría el Transiberiano.

En 1984, aún existía la Unión Soviética. Era verano, nos embarcamos en la aventura, agosto por más señas. Vuelo Madrid, Viena, Moscú, lugar imprescindible para hacer el viaje en tren más largo y más sugerente que he hecho en mi vida. Cuando llegué a Novosibirsk y me encontré con el Obi…, fue algo especial. Allí había un viejo amigo esperándome, y la voz de don Emilio perdida por no sé dónde que nos decía que los tres ríos -entre miles- más importantes de Siberia eran: Obi, Yenisei y Lena…

Hacía muy poco tiempo que Chernenko había llegado al poder. Solo unos meses, en febrero, cuando murió Andrópov. Me sorprendió que en las calles y en las avenidas, grandes pancartas y cartelones, lanzaban mensajes en ruso. Yo no entendía nada. La guía de Intourist la Agencia Oficial de Turismo que nos acompañaba – como soy tan preguntón - nos dijo que eran mensajes de paz de Chernenko, Presidente de Presidium del Sóviet Supremo de la Unión Soviética… hacia todos los hombres del mundo. Yo no había visto nada parecido en París, Londres, Bruselas o La Haya, pero claro allí no había Presidium, ni Politburó…

En Moscú la  Plaza Roja, la más soberbia Plaza – conjuntamente con San Pedro, en Roma – del mundo, era un espectáculo ya en sí. Los almacenes Gum, el Mausoleo de Lenin y San Basilio. A cualquier hora del día o de la noche…
Hice la cola preceptiva y visité la tumba de Lenin, mejor, la momia, ante la que miles de personas, cada año, acudían movidos por motivos interiores de diferentes índoles. Así, desde hace muchos años.

Ahora leo que alguien de la oposición propone su venta para recaudar dinero y hacer frente a los problemas de la pandemia… ¿En el mercantilismo del sistema capitalista está la salvación? Como se atrevan a hacerlo, Vladímir Ilich Uliánov, o sea Lenin, levantará la cabeza…, al tiempo.





viernes, 19 de junio de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

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Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Y enfrente, el mar




               

-         ¿Te recojo a las ocho ?

-         Vale. ¿Adónde vamos a ir?

-         Dani me ha recomendado un restaurante en el roquedo, entre la Herradura y Cerro Gordo. Dice que tienen los mejores meros de la costa de Granada. Allí, el fondo marino es profundo. La calidad de la pesca, excelente…

Es de tez clara, mediana estatura, ojos grandes y labios sensuales. Mira a los ojos cuando habla. En este tiempo de finales de primavera ya tiene un color – su piel es muy agradecida y enseguida consigue el tostado – más propio del verano que del tiempo que acaba de pasar. Piensa qué ropa se va poner, le sienta bien esa blusa blanca con filos bordados imitando un encaje… No, no, se dice para sus adentros, me pondré la blusa verde agua, para la noche es fresquita, da un toque especial, aunque pensándolo bien, quizá la roja de seda. Sí, sí, la roja de seda combina muy bien con el pantalón negro…

La recoge en su puerta. Alicia está preciosa. Regresan algunas familias camino de sus casas. Los niños, delante, desentendidos, los padres más rezagados. Se les nota un poco destronados. Han pasado todo el día fuera y eso cobra factura. ¡Con lo monos que iban esta mañana!

La carretera, tortuosa. Alarga la mano, acaricia su rodilla. Al momento tiene que volverla sobre el volante, no se puede distraer ni un momento.

-         ¿Tomamos la circunvalación? Pregunta.

-         Lo que quieras.

-         Mujer, para hacer lo que quiera no tendría que preguntarte.
-         Claro, es que eres muy cortés…

Piensa que habría que terminar con esta situación. Le falta un punto de locura, pero…

Málaga se abre abajo, a la derecha de la carretera. Están apiñados los edificios. Sobresalen la torre de la catedral y las grúas del puerto. Parecen jirafas metálicas de un mecano gigantesco. Es algo horrible. Le han roto el encanto al paisaje.

-         Cuidado – le dice - con los radares. Están deseosos de sacar dinero..
-         Lo sé…

El restaurante, a media ladera, se asoma al acantilado. Abajo, el mar de Alborán,  azul, muy azul porque por aquí las profundidades son grandes. El sol se hunde en el horizonte. Un barco pescando, estelas. Sabe que lo escoltan las gaviotas. No se ven desde esta altura, como tampoco se ven los limoniums, ni las praderas de corales…

-         Qué bonito…

-         Tú, más.