Para ti...
martes, 30 de junio de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Río Tormes
Pocos ríos secundarios llevan en
sus aguas tantas joyas como puede hacerlo el Tormes. Le da apellido a uno de
los personajes más célebres de la literatura española: el Lazarillo, lleva
aires de santidad, cuando baña Alba, donde murió santa Teresa o adquiere aires
universitarios en Salamanca, esa ciudad de piedras doradas y que no es la misma
sin estudiantes.
En Fermoselle – hoy seguimos el
curso del río a su contra -, los Arribes el Duero, Portugal a un lado, al otro
España, y luego por Ledesma, si es día de mercado, ¡ojú, que bache!, a Salamanca.
El Lazarillo, aquel que nos
contaba del ciego que: “usaba poner cabe sí un jarrillo de buen vino cuando
comíamos…”, el que lo colocaba frente a una encina y le decía: “saltad, que hay
un arroyuelo”, el que escuchó: “Lázaro, engañado me has”, “¿y en que lo
conocisteis vos?” le preguntó, “ en que yo comía de dos en dos, y tú callabas…”
Salamanca: “arte, saber y toros”. Agrégale, la noche en la Plaza Mayor, y Fray
Luis, y Unamuno… ¿Cabe más?
Santa Teresa anduvo por media
España, recorrió caminos, pasó peligros, salvó obstáculos físicos y de los
otros, y vino a entregar su alma a Dios
- es un decir, porque su alma y Dios era algo consustancial – en el
pueblo más importante del Campo Charro: Alba de Tormes…
De El Barco de Ávila, - estás en
tierra de vetones que lucharon contra Roma – no te vengas sin probar los
judiones. Visita el castillo de Valdecorneja y en la plaza tómate un vino de
pitarra. Tienes tres opciones: siguiendo el sol, baja por el Puerto de
Tornavacas, al Jerte; al este, aunque te sales el curso del río llégate a
Pidrahíta, la mejor ternera avileña… ¿Te acuerdas, hermano? era agosto y hacía
calor y pecamos y pecamos… Vuelve sobre tus pasos, remonta el río. Es lo que yo
hice.
Entras en Gredos. Por Navamures,
Los Guijuelos, Navamojada y Bohoyo… Es la margen izquierda, peor carretera pero
enclaves bellísimos. Por la margen derecha, Aliseda, Navalperal, Navacepeda, Hoyos del Espino, Navarredonda de
Gredos…
En las cumbres (el Almanzor te
queda como para el oeste) en la Fuente del Prado Tormejón fijan el nacimiento
del Tormes… Para mí que es una red aguas que vienen a dar allí y es una manera…
Todo esto, en varias veces, ¿vale?
lunes, 29 de junio de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Fray Junípero
Petra es una
ciudad pequeña de la Pla de Mallorca, no
lejos de Manacor. Allí nació en noviembre de 1713. Sus padres Antonio Serra y
Margarita Ferrer. Le pusieron por nombre Miguel José.
Asistió a la
escuela de los franciscanos del convento de San Bernardino en su pueblo. La
inteligencia del niño lo llevó a otra que tenía la Orden en Palma. Profesó como
franciscano y tomó el nombre de Fray Junípero. Se doctoró en Filosofía
alimentado por la doctrina de Ramón Llull y Teología Escotista. Fue profesor en
la Universidad Luliana, embrión de la futura Universidad de las Islas Baleares.
Con treinta y
seis años emprendió la aventura de América. Pasó por Málaga y Cádiz donde la
burocracia lo retiene unos meses. Llega a Puerto Rico, y de allí, a Nueva
España y por Veracruz hacia Ciudad de México. Él, con otro expedicionario, hizo el viaje a pie, más de quinientos
kilómetros. Sufre una lesión en una pierna que le acompañará toda su vida. En
Sierra Gorda reemprende la labor iniciada y fracasada por otros hermanos de la Orden.
En 1776, Carlos
III expulsó a los jesuitas. Les encarga a los franciscanos la evangelización de
la Alta y Baja California. Fray Junípero es el lider de la nueva misión que
tienen como primer objetivo evangelizar a los nativos. Encuentran una sociedad
primitiva y de subsiencia a base de la caza y la recolección de productos de la
tierra.
Funda nueve
misiones: San Antonio de Padua, San Gabriel, San Luis Obispo de Tolosa, San
Juan Capistrano, San Francisco de Asis… En Loreto, la base de operaciones.
Construyen, en primer lugar una capilla, un pequeño fuerte para defensa en caso
de ataques, y cabañas para los indígenas a los que les invitan a quedarse. Alguna ciudades proclaman
con su nombre el origen de su fundación: Los Angeles, San Antonio, San
Francisco…
A los indígenas les
inculcan el sentido de propiedad de la tierra y su integración en la sociedad
española que le acarrea enfrentamientos con las autoridades. Les enseñan principios
de agricultura y ganadería, les dan semillas, les introducen en las artes de
albañilería, forja…, y les proporcionan ganado. A las mujeres las adiestran en
las labores de cocina, costura y confección de tejidos.
La Universidad
de Stanford se suma a denigrar su figura. Incluso, en la propia Palma
han vilipendiado su estatua. ¿Reescribir otra Historia?
domingo, 28 de junio de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Alba
Y entonces, dice el Libro que
Dios dijo: “Hágase la luz y la luz se hizo” y cuenta que a las tinieblas llamó
noche y a la luz día, y hubo tarde y mañana y era el día primero de otros días
que vendrían después con pájaros y flores y aguas en los océanos y peces y
animales de todas las especies y… un hombre y una mujer.
Así llamaba esta mañana el alba.
No era el día primero pero sí un día de sol y calor de verano y un cielo
limpio, poco más de las seis en el hemisferio norte. Todo, casi todo, para ser
más preciso, estaba despertando de la oscuridad y por el horizonte aparecía con
intensidad la luz que separaba las tinieblas como quien aparta las sombras de
un mal sueño.
En el cielo, otros dirán que
firmamento, estaba en su sitio el lucero del alba. Los que saben de estas cosas
dicen que es el planeta Venus, el más luminoso después del sol. Aparece dos
veces cada día, al amanecer, por el este, como si viniese abriendo paso a la
Luz, o sea a la Luz verdadera que todo lo llena e ilumina, y al atardecer por
el oeste, despidiendo a luz que sigue su camino para alumbrar otras tierras.
La gente del campo, en otro
tiempo, decían que era la hora en que los gañanes se levantaban para echar las
pasturas a las yuntas. En las cuadras de vahos calientes esperaban los animales
para uncidos ir a la besanas – por cierto, “ me se perdió la besana / arando
en un peñascal…”, ¿sabes? y la copla habla de tu ventana para ir a
encontrarla – y arrancar la faena. Había un piafar de bestias y un manoteo
continuo contra las granzas del suelo.
Era también la hora en que los
cabreros comenzaban el ordeño. Gotas de
la Vía Láctea, suspiros como un repiqueteo de gloria en latón en los
cubos de cinc. Las cabras sentían el alivio de las ubres vaciadas en espera del
acopio del día.
En la mitología de muchos pueblos
al lucero del alba se ha conocido con diferentes nombres. En la religión
cristiana se ha asociado con María, bajo la advocación de Virgen del Carmen.
Stella Maris, “Salve, estrella de los mares (…) madre del Divino Amor”. Así,
así llamaba a la puerta esta mañana el Alba…
sábado, 27 de junio de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Olvido
El maestro Alcántara nos acuñó un
manual de instrucciones para muchas cosas, y lo dejó dicho: “lo mejor del recuerdo es el
olvido”. Por otro lado, hemos escuchado muchas veces eso de “yo perdono, pero
no olvido”.
Un lío, un verdadero lío.
Mientras hay quienes quieren olvidar y no pueden, los hay quienes pueden y no
quieren. Hace unos meses anduve por una de las ciudades con más encanto, con
más embrujo, con más carisma de las que se pueden visitar: Sevilla. Me levanté
temprano, me eché a la calle. En la esquina de Don Remondo con Cardenal Saénz
Flores, un mosaico recuerda el asesinato de Jiménez Becerril y su mujer. Hay
cosas de difícil olvido.
En otros lugares, por aquí
también, hay quienes se empeñan en reescribir la historia, pero no con una
reivindicación justa, objetiva y veraz de lo ocurrido, sino con un afán de
revancha, de algo que puede casi rayar en el odio hacia figuras a las que se
saca de contexto en el espacio y en el tiempo. Quieren ver lo de ayer con
prisma de hoy. Casi un imposible. Estudiar la vida de un bereber del Sahara, o
de un lapón, pero cambiados de sitio…, pues convendrán conmigo como que no, que
por ahí, no arde el puro.
Hay otros olvidos más domésticos.
Tienen su peligro. A los viejos, a algunos viejos, claro, se les ha dejado
morir de mala manera. Las excusas más peregrinas han saltado a las páginas de
la información. No se molesten en buscar un responsable. No existe, la culpa es
del ‘otro’.
Hay más, ahora que el bicho, o
sea, el virus anda suelto y campa por donde le viene en gana, nos consuelan
diciendo que tiene menos virulencia y que pierde fuerza. Yo me pregunto pero
¿mata o viene a merendar y luego se va? No se ha conseguido todavía la vacuna, pero
venden un fármaco que puede ayudar a la cura.
Algunos jóvenes, con ellos parece
que no va la guerra, y otros que lo son menos, pasan olímpicamente de las
medidas de protección. La mascarilla da calor. Claro, ninguno de estos sabe lo
que es regar en medio de un maíz en verano, recoger almendras en agosto o manejar
un martillo en el interior de una mina. A lo mejor, no habría que echar muy
lejos el olvido…
viernes, 26 de junio de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Luz de Dios
Y entonces, la luz que en estos
primeros días del verano madruga mucho y se levanta muy temprano, se abrió paso
entre unas pinceladas de nubes que se habían esparcido por el cielo, como esos
escolares que salen al recreo antes que sus compañeros porque les empuja la prisa
de la libertad.
En las orillas, la vegetación de
ribera era espectadora de excepción. Los árboles de las orillas de los ríos:
sauces, álamos, alisos, fresnos, mimbres, tarajes, juncos o carrizos, son unos
privilegiados, con unas ramas besan el agua, y las otras, acarician la tierra. Por el agua, suben
y bajan las barcas, por la tierra, transitan mujeres y hombres que pasean sus
ilusiones, sus sueños, sus esperanzas…
En la otra orilla, se vislumbran
en el claro-oscuro del amanecer, un caserío. ¿Quién vive en esas casas? Ellos
ven como pasa – “a la vez quieto y en marcha que escribió Gerardo Diego para el
Duero - el río de otra manera a cómo lo vemos la gente que no tenemos la suerte
de vivir cercano a los grandes cauces. Los ríos imprimen carácter a la gente
que vive cercana a sus orillas.
Se refleja el sol en el espejo
del agua. El río en estas horas de quietud, es un espejo receptivo a todo cuanto se acerca a
él. Por las profundidades, porque por aquí el río que está cercano a la mar
“que es el morir” va sereno y hondo, acoge a peces que no hay en otros ríos:
esturiones, - ¿o ya no quedan esturiones y bogardillas en el Guadalquivir? – barbos o
albures.
Sobre el agua quedan cicatrices de
pequeños atraques para las barcas pesqueras: camarones. “Camarón que se duerme
se lo lleva la corriente”. El río que se arrancó entre pinares en Cazorla, ha
bajado peinando olivos en Jaén, naranjales de Palma donde se le une el Genil
que viene “de la nieve al trigo”.
Sevilla, desde la Giralda le ha cambiado las
velas blancas de sus barcos por un pañuelo del adiós. Coria, La Puebla, la
marisma inmensa “donde se fueron los moros
que no se quisieron ir” y los toros comían margaritas para tener los
ojos verdes que nos contaba Villalón…
Y Dios, que se asoma cada mañana
al río y lo admira y dice: ahí os dejo estos líquidos caminos para sustento y
disfrute vuestro.
jueves, 25 de junio de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El amor, ay el amor.
Ramón
Llull, - Raimundo Lulio, castellanizado – nació en Palma de Mallorca a finales
de 1232 o principios de 1233. Hijo de
padres de Barcelona, está considerado como una de las figuras más avanzadas de
su tiempo, o lo que es lo mismo, de la Edad Media. Cercano a los franciscanos,
donde profesó en la Tercera Orden, la destinada a acoger a los laicos. El
pueblo lo beatificó “por culto inmemorial”.
Mallorca
acababa de ser conquistada por Jaime I, incorporándola al Reino de Aragón. De
joven entró en la corte como paje del infante, que luego sería Jaime II y
conquistador del Reino de Murcia.
De joven
llevó una vida licenciosa, de excesivas alegrías en el comportamiento. Sobre los treinta años, su vida dio un giro
total. Vendió todas las propiedades que
adelantó en forma de herencia a su mujer e hijos, volvió a Mallorca y tomó un
esclavo (tal cual) árabe, que le enseña la lengua. Predica, viaja, insta hacia
la veracidad de su doctrina.
Aflora el
filósofo que rebate el racionalismo del cordobés Averroes, el teólogo en
contraposición a Santo Tomas de Aquino, contrario al Dogma de la Inmaculada de
la que él es un defensor, o el hombre científico que descubre ‘la rosa de los
vientos’ y el nocturlabio. Conoce a la perfección la Escuela Cartográfica
Mallorquina.
Desglosar
todo esto es casi imposible por espacio y tiempo. Como muestras, cabe señalar
que la rosa de los vientos, a modo de círculo, señala la procedencia y el
nombre de los vientos, hasta el punto que lo hacía como un elemento esencial
para la navegación marítima.
El
nocturlabio facilitaba el tránsito por los mares, de noche. La combinación de
las estrellas según qué tiempo del año, y su posición en el cielo, predecían
vientos, tempestades y mareas, de tal manera que a modo de disco de madera o
latón con un sistema de agujas, era un instrumento fundamental para la navegación
de su tiempo.
Predicó,
instó a Cruzadas, asistió al concilio de Viennes. Está enterrado en el convento
de San Francisco de Palma. En el Paseo de Sagrera, al final del Born, un
monumento eleva su figura. En una de los laterales está inscrito: “El amor es lo
que al esclavo hace libre y al libre lo hace esclavo” Ya solo por eso…
miércoles, 24 de junio de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Una mujer de pueblo
Tenía esa edad en la que no se es
mayor, pero se dejó de ser joven. Siempre vistió de negro, y en su vida casi
nunca aparecieron los colores. Todo estuvo marcado por una lucha sórdida.
De niña no fue a la escuela. La pusieron
a servir en casa de unos señoritos. Al menos, tenía asegurado un plato de
comida cada día. Tampoco le faltaba un trozo de pan y la tenían vestida. Estuvo
allí hasta que se casó.
Se fue a vivir a una casa de
alquiler en un arrabal del pueblo. Su marido no era un hombre malo, pero eso de
doblar la espina le costaba mucho trabajo.
Trabajo había poco, pero menos
necesitaba él. Pegaba jornales de verdeo, de escarda, o de lo que se terciaba
en el campo, pero dada su predisposición era de los últimos a lo que le
avisaban. Le entregaba el jornal, pero le gustaba pasar por la taberna…
Tenía una cocinilla entre el
patio y la casa. Guisaba con leña y dejaba la olla hirviendo para que al
mediodía, cuando llegaba el hijo que trabajaba en una carpintería, estuviese el
puchero listo…
Como la cosa no estaba muy allá,
ella se puso a acarrear agua a casas de personas que solicitaban ese servicio.
El poco caudal de las fuentes públicas y la mucha demanda, hacía que las colas
durasen horas e incluso días…
-
Ahora, decían algunas mujeres ‘entremeto yo’.
Era una manera de romper el hilo
del turno que correspondía. Eso generaba peleas y discusiones, ofensas e
incluso llegaban a las manos, entonces intervenían los municipales, pero
ninguna hacía caso a los municipales que casi siempre procuraban retrasar la
llegada para encontrarse la fuente pacificada.
De vez en cuando, llegaba un
fotógrafo forastero que sacada alguna instantánea del lugar, pero ella siempre
procuraba echarse fuera y no salía…
-
Hija, le decían, ¡qué rara eres!
-
A mí nadie me da vela en esa procesión….
Se ponía una almohadilla grande
en el costado y se cargaba los cántaros en el cuadril. Los cántaros boquinos,
eran los más difíciles, porque no tenían asadera a la que cogerse…
Toda su vida fue un sufrimiento
en silencio. Nunca fue al cine, acaso una noche a la feria, ni a ninguna
fiesta… Un día, a eso de media tarde, doblaron las campanas del campanario…
martes, 23 de junio de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Solsticio
Dios se
hace Luz. Más Luz. “Y al principio, - cuenta la Biblia - dijo Dios, hágase la
luz y la luz se hizo” Día primero, porque Dios es Luz; Luz de luz; estrella
grande que, hoy brilla con su propia luz. O sea, Luz de Dios. Sol y solsticio.
Y el campo inmenso, todo bañado por Él.
Ya está
aquí. Sólo una vez al año, el sol alcanza su máxima altura. Es el día más largo,
la noche más corta. Ocurre en torno al 21 de junio. Lo llamamos solsticio de
verano. En el hemisferio norte arranca la estación más calurosa, en el sur, la
más fría.
Los
lapones – la tierra habitada del hemisferio norte más cercana al Polo, lo llaman ‘sol de media noche’ Baja, baja,
baja, pero no llega a ponerse, de tal modo que la noche no aparece. Cuando
llega el solsticio de invierno, (21 de diciembre), quien tiene casi aires de
perpetuidad, es la noche. Hasta mediados enero, no aparecen los primeros rayos
de luz.
La ida
en el mundo que hacemos los hombres, se condiciona por esas circunstancias climáticas.
No tiene nada que ver cómo vive un
bereber, que cruza el desierto del Sahara con caravanas de camellos, con las
que, sobre trineos, tirados por perros o renos, viven los samis…
Existe
otro fenómeno precioso y fugaz. Tiene nombre distinto según qué hemisferio: auroras boreales o
aurora polaris. Se ilumina el cielo en la oscuridad de la noche. Aparecen
colores preciosos. Verdes, azulados, rojizos y rosáceos. Nacen estos días en
España, colores de esperanza. Ojalá sean más tangibles - y duraderos - que las
auroras…
El
cambio climático es más serio de lo que algunos quieren ignorar. O sea, que lo
tenemos como quien dice al revolver de la esquina. En eso no tienen nada que
ver los solsticios ni las auroras. Sí – y mucho – la mano del hombre. Tala
bosques, esquilma los mares, contamina los ríos y el aire que respiramos…
Dicen
los que saben de estas cosas, que cada verano será más caluroso, menos
lluviosos los otoños y más fuera de sitio los inviernos. Nada tienen que
ver las inclinaciones del eje de la
tierra. Es así desde siempre, seguirá así, por siempre. ¿Estará sobre esta
superficie el hombre para contemplarlos?
Llega
el solsticio de este año bisiesto bajo un manto de pandemia…¿Irá el conde
Arnaldos a dar agua a su caballo a la orillita del mar?
lunes, 22 de junio de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Verde esmeralda
Al final del Paseo de los Curas volvió
a sonar el teléfono. ¡Tres veces desde Trinidad Grund…! No pudo cogerlo. Frente
al Gallo de Indias, giró a la derecha. Buscó donde estacionarse. A esa hora, en
La Malagueta, es pedir un milagro. Los milagros no existen… Lo consiguió, sonó por cuarta vez, ahora sí…
Saludo de cortesía y…
-
¿Vas a venir el viernes?
-
No sé…
-
Y ¿eso?
-
Tengo que entregar…
-
Excusas. Yo te estoy esperando. Además, no me
coges el teléfono cuando te llamo…
-
No siempre puedo…
-
Más excusas,
“si no siempre puedes”, es que hay ocasiones en que sí puedes, y no lo
coges... Te aguanto demasiado. Estás raro, muy raro. Eres otro. Estás
cambiado….
Respira
hondo. La deja hablar. No contesta. Cecilia es de las personas que oyen pero no
escuchan. Está convencido que ella cree que no va porque no quiere y que no hay
otras circunstancias que lo impidan.
-
Es que eres muy rarito, muchacho, muy rarito. Yo
te lo doy todo y tú para mí eres muy cicatero.
-
Que no, que son las circunstancias, a veces, uno se
ve envuelto en cosas que no desea pero…
-
Te tengo preparada dos sorpresas. Vamos a comer en
El Alquián. Ya he encargado que nos hagan dos ‘sampedros’. Antonio, los
prepara a tu gusto. Como la otra vez, ¿te acuerdas? Nos quedaremos en el apartamento
de San José. Está preparado, listo, nos espera. El sábado navegaremos por el
Cabo de Gata. El mar – ella hablaba y hablaba, sin dejar que él pudiese
intervenir en ningún momento – está azul turquesa, mejor verde esmeralda, como
a nosotros nos gusta cuando nos adentramos solos, los dos…
-
Como tus ojos a la puesta del sol…
-
¡Ay! - continuó ella-, por la noche he reservado,
con condiciones, en La Goleta del Pirata. Se han comprometido – ahí
tienes la segunda sorpresa – a servirnos quisquillas de Motril…
-
Pero, es que…
-
¿No te gusta? “ Ni peros ni manzanas”, la noche
será como aquella del Palace, ¿se te ha olvidado? Pero esta vez, no
estará la Alhambra enfrente sino la mar azul, inmensa…
-
No te puedo decir…
-
Pues no lo digas. El viernes, al mediodía, en El
Alquián.
-
Un beso.
-
… Otro para ti.
domingo, 21 de junio de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Carta a Pablo Alborán
Querido Pablo:
Ya sé que lo de Alborán, una
parte de tu apellido, es una manera de distinguirte en el mundo del arte. Da
igual, eso no importa.
Debo comenzar diciéndote que, “a
mí, las mujeres me gustan todas, hasta la mía, pero hombres, ninguno”. A
renglón seguido, o lo que es lo mismo, en el hilo de la narración, te felicito
por ser como eres. Ni bueno ni malo, sino todo lo contrario. Olé por tu
valentía por salir en un mundo de hipocresía y decir lo que te ha parecido bien
decir a los cuatro vientos, para que se enteren quienes tengan intención de
hacerlo.
Verás Pablo, te admiro por tu
ternura, por tu sensibilidad, unos pocos escalones por encima de los que
estamos los demás. Yo no te conozco personalmente, pero sí me has llegado a
través de tus canciones, de tu obra.
Tuve, y digo tuve, porque se nos
fueron hace unos años amigos entrañables,
que me cautivaron por su obra y por su amistad.. Jacques Laulheret me
cautivó por la exquisitez de su trato, por la sensibilidad que regalaba siempre
que tenía que sacar adelante a un amigo.
Y por su pintura de trazos seguros, de atardeceres sublimes, de caserones
desvencijados.
Rafael Lería, su compañero, era mi amigo, y supe de sus lágrimas en un
abrazo entrañable en la puerta del Hospital de San Francisco de Asís, Joaquín
Costa 28, Madrid, cuando se acercaron una mañana - iba Jacques con él – porque sabía que se
nos iba la vida, en una habitación de aquel centro hospitalario por culpa del
tumor cerebral. Llorar como lloran, a veces los niños, hace bien. A mí me hizo
mucho bien.
Pepe Rosas, a quien el profesor
Rodríguez Becerra catalogó como “Memoria colectiva de un pueblo” era único,
excepcional, distinto... Si te digo que una noche que me llevó a la Virgen de
Gracia a Carmona, al regreso, de madrugada, me vino cantando de Carmona a Álora
sin parar… grabé tres cintas en la cassette de bolsillo… Me dijo: “haz con
ellas lo que quieras, pero procura que otros no ganen dinero a mi costa”.
Entendí perfectamente el mensaje. Lo
poquito que sé de folclore me lo enseñaron él y Juan Martín, “el Capitán”-
Sencillamente era él…
Tengo que cortar. Ya sabes, el
espacio y esas cosas. Sé que no verás estas letras nunca, pero tenía ganas de
decírtelo y lo he hecho. Gracias, Pablo.
sábado, 20 de junio de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La momia
Don Emilio Mandly, era un hombre bajito, con muy buen carácter y
voz aflautada. En Segundo, nos dio clases de Geografía Universal. Entre don
Emilio y la materia que me enganchaba, sus clases eran para mí eran un deleite.
Aprobé sin ningún problema, pero me quedó una asignatura pendiente: algún día
haría el Transiberiano.
En 1984, aún existía la Unión
Soviética. Era verano, nos embarcamos en la aventura, agosto por más señas.
Vuelo Madrid, Viena, Moscú, lugar imprescindible para hacer el viaje en tren
más largo y más sugerente que he hecho en mi vida. Cuando llegué a Novosibirsk
y me encontré con el Obi…, fue algo especial. Allí había un viejo amigo
esperándome, y la voz de don Emilio perdida por no sé dónde que nos decía que
los tres ríos -entre miles- más importantes de Siberia eran: Obi, Yenisei y
Lena…
Hacía muy poco tiempo que
Chernenko había llegado al poder. Solo unos meses, en febrero, cuando murió
Andrópov. Me sorprendió que en las calles y en las avenidas, grandes pancartas
y cartelones, lanzaban mensajes en ruso. Yo no entendía nada. La guía de Intourist
la Agencia Oficial de Turismo que nos acompañaba – como soy tan preguntón - nos
dijo que eran mensajes de paz de Chernenko, Presidente de Presidium del Sóviet
Supremo de la Unión Soviética… hacia todos los hombres del mundo. Yo no había
visto nada parecido en París, Londres, Bruselas o La Haya, pero claro allí no
había Presidium, ni Politburó…
En Moscú la Plaza Roja, la más soberbia Plaza –
conjuntamente con San Pedro, en Roma – del mundo, era un espectáculo ya en sí.
Los almacenes Gum, el Mausoleo de Lenin y San Basilio. A cualquier hora del día
o de la noche…
Hice la cola preceptiva y visité
la tumba de Lenin, mejor, la momia, ante la que miles de personas, cada año,
acudían movidos por motivos interiores de diferentes índoles. Así, desde hace
muchos años.
Ahora leo que alguien de la
oposición propone su venta para recaudar dinero y hacer frente a los problemas
de la pandemia… ¿En el mercantilismo del sistema capitalista está la salvación?
Como se atrevan a hacerlo, Vladímir Ilich Uliánov, o sea Lenin, levantará la
cabeza…, al tiempo.
viernes, 19 de junio de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Y enfrente, el mar
-
¿Te recojo a las ocho ?
-
Vale. ¿Adónde vamos a ir?
-
Dani me ha recomendado un restaurante en el
roquedo, entre la Herradura y Cerro Gordo. Dice que tienen los mejores meros de
la costa de Granada. Allí, el fondo marino es profundo. La calidad de la pesca,
excelente…
Es de tez
clara, mediana estatura, ojos grandes y labios sensuales. Mira a los ojos
cuando habla. En este tiempo de finales de primavera ya tiene un color – su
piel es muy agradecida y enseguida consigue el tostado – más propio del verano
que del tiempo que acaba de pasar. Piensa qué ropa se va poner, le sienta bien
esa blusa blanca con filos bordados imitando un encaje… No, no, se dice para
sus adentros, me pondré la blusa verde agua, para la noche es fresquita, da un
toque especial, aunque pensándolo bien, quizá la roja de seda. Sí, sí, la roja
de seda combina muy bien con el pantalón negro…
La recoge
en su puerta. Alicia está preciosa. Regresan algunas familias camino de sus
casas. Los niños, delante, desentendidos, los padres más rezagados. Se les nota
un poco destronados. Han pasado todo el día fuera y eso cobra factura. ¡Con lo
monos que iban esta mañana!
La
carretera, tortuosa. Alarga la mano, acaricia su rodilla. Al momento tiene que
volverla sobre el volante, no se puede distraer ni un momento.
-
¿Tomamos la circunvalación? Pregunta.
-
Lo que quieras.
-
Mujer, para hacer lo que quiera no tendría que
preguntarte.
-
Claro, es que eres muy cortés…
Piensa
que habría que terminar con esta situación. Le falta un punto de locura, pero…
Málaga se
abre abajo, a la derecha de la carretera. Están apiñados los edificios.
Sobresalen la torre de la catedral y las grúas del puerto. Parecen jirafas
metálicas de un mecano gigantesco. Es algo horrible. Le han roto el encanto al
paisaje.
-
Cuidado – le dice - con los radares. Están
deseosos de sacar dinero..
-
Lo sé…
El
restaurante, a media ladera, se asoma al acantilado. Abajo, el mar de Alborán, azul, muy azul porque por aquí las profundidades
son grandes. El sol se hunde en el horizonte. Un barco pescando, estelas. Sabe
que lo escoltan las gaviotas. No se ven desde esta altura, como tampoco se ven
los limoniums, ni las praderas de corales…
-
Qué bonito…
-
Tú, más.
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