Para ti...
(Foto de archivo)
jueves, 30 de enero de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La segunda, en la frente
Ayer, Almería y Don Benito; hoy
Jaén, parte de Granada y comunidades de Castilla… El campo dice que no aguanta
más. Se levanta bravo, y no quiere ser esclavo ni con olivares ni con otros
productos… Acaba de dar la segunda, hoy en la frente.
¡Qué desafortunadas han sido las
declaraciones de un líder sindical a nivel nacional! Que no hombre, que no te
enteras, que la derechona carca y terrateniente no se tira a las carreteras a
que le peguen un palo y a pasar frío. Esa, está como tú, resguardadita en el
despacho. Perdona, si es que ha sido así y el equivocado soy yo. ¿ O es que te
has mirado al espejo?
Hoy han cortado autovías. Me
pregunto si hay que llevar la situación a esos extremos. Parece que no se han
enterado. (Es un eufemismo, claro) los que tienen que enterarse. Esos lo saben
perfectamente pero han tensado tanto la cuerda que, miren por donde, acaba de
romperse.
El señor Ministro de Agricultura
a quien todos reconocen su valía se ha dejado caer esta mañana en Níjar prometiendo
dinero – todo lo arregla el dinero – incluso a los que no tenían seguro y el
granizo le ha destrozado el invernadero. De verdad, señor Ministro ¿usted cree
que ese es el problema y la solución?
Yo tenía entendido – se ve que yo
no entiendo de nada – que en las Democracias los partidos de la oposición que
aspiran a gobernar tienen algo así como eso que llaman una cosa Gobiernos en la
sombra donde los pesos pesados ofrecen posibles soluciones.
¿Ustedes, por un casual, han oído
a algún peso de esos, en los partidos que no tienen gachero, ofrecer lo que ellos
piensan que podría ser la solución? Yo no he oído a ninguno. Será porque me he cansado
de ver tanta telenovela en los telediarios y ya no les hago caso…
Ah, y otra cosa. Que la Policía,
hombre de Dios, no es mala para que usted, señor Ministro del Interior la ponga
a hacer esos menesteres…¿Por qué no fue tan valiente en Barcelona? ¡Ay sillón
de mis entretelas! La salida no es cortar carreteras, fastidiar a quien no
tiene culpa, y apalear la gente. Diálogo y soluciones…
miércoles, 29 de enero de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El campo revienta
Lo preguntó Miguel Hernández
cuando hablaba de los olivos de Jaén. No le respondieron. Bueno, años después,
en la Transición, Paco Ibáñez preguntaba, cantando los versos del poeta, casi
por lo mismo, o sea, ¿de quién eran los olivos’ y el público, al unísono, con sorna, decía que eran de un ministro
muy dicharachero del franquismo…
Ahora el canto es otro. Es el canto
de la rabia y la impotencia. El campo esta mañana en Almería se ha levantado.
El campo ha reventado porque ya no puede más con los abusos. Viene de todos los
puntos cardinales. De los que mandan, de los que quieren mandar, de los que
negocian con sus sudores…
Hace unos meses un amigo me
preguntaba qué solución le veía al campo. Le contesté como lo sentía. Ninguna.
Desde los Ministerios de Agricultura (o Consejerías autonómicas) de ahora, de ayer, de anteayer,
desde la Comunidad Europea…O no han tomado las medidas oportunas o al campo
las que han llegado ha sido otras.
Las naranjas de variedades
tempranas, en algunas zonas, se han pagado a 0’10 y a 0’12 céntimos de euro. La
mandarina entre 0’30 y 0’40…. Los olivareros no pueden tirar. Algo parecido
ocurre con los cereales. Se escapan un poco los tropicales y los cultivos de
primor.
En la ganadería no van mucho más
allá. Los ganaderos ahora tienen un obstáculo añadido. Les prohíben el pastoreo
extensivo en según qué zonas y les reducen las superficies. Solo hay que pasar
por algunas secciones de las grandes superficies y salta el asombro ante los
precios del pollo, el cerdo o el cordero.
Decían esta mañana que piensan ir
a las puertas del Ministerio en Madrid. Soy muy escéptico en los logros
finales. Siempre habrá un espabilado que saldrá con la gracieta: “los ricos
también lloran”. Yo lo he escuchado más de una vez. Lo que ocurre es que a
ningún chistosillo de esos lo he visto con los pies chorreando con el rocío del
invierno ni empapado de sudor en el infierno del verano…
martes, 28 de enero de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Laura
El chaval andaba aburrido en la
catequesis. Por los ventanales del templo entraba la luz de la mañana. Era una
mañana de sol y cielos limpios. En un momento, el catequista le pregunta:
-
A ver ¿qué en un santo?
El chaval no se cortó. Seguía
mirando la ventana y, sin pensarlo, respondió:
-
El que deja pasar la luz.
Laura Aguirre llegó a Alora a
finales de los años cuarenta. Al comienzo de la década siguiente ya estaba en
el tajo. Se entregó a los que no tenían
nada. En este caso niñas huérfanas, pobres y abandonadas. España, - media
España de luto y la otra mitad intentando salir cómo buenamente podía - se debatía contra sí misma y contra las
adversidades.
Ella no se lo pensó dos veces,
trabajo sin hora ni día ni noche. Puso toda su confianza en la Providencia de
Dios. No renunció, tampoco, a la esperanza en la generosidad de la gente,
sabedora que los que no tienen nada o tienen muy poco son más solidarios que
otros que tienen mucho. Cosas que pasan.
Aquellos años fueron de una
dureza extrema. Vivían de la caridad (comida, ropa, vivienda…) y unas
paupérrimas ayudas sociales. Deambularon por diferentes puntos del pueblo.
Terminaron en el convento de Flores, - en lo que quedaba del convento, claro –
luego, vuelta al pueblo. Al final – ya los tiempos habían cambiado – tuvieron
una residencia y otras ayudas.
El pueblo valoró aquel esfuerzo ímprobo
y titánico. El pueblo lo reconoció dándole ya en vida ese apelativo con que se
conoce a la gente excepcional. La Señorita Laura, era aseveración coloquial, es
una Santa. Así sin mandarlo a decir con nadie era la manera de ubicarla…
Ahora, la jerarquía oficial
quiere iniciar el proceso para llevarla a los altares. Dicen que tiene varios
escalones. Sierva de Dios, Beata, Santa… Da igual. Llegan tarde. El pueblo
llano lo dijo hace mucho tiempo. La puso en su sitio y la reconoció. Hay quien
afirma que el pueblo nunca se equivoca. A lo mejor, en este caso, lleva razón y
Laura, -Laura Aguirre Hilla, que renunció a todo para darlo a los demás -era
alguien que dejaba pasar la Luz.
lunes, 27 de enero de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Glicinias
Viene de Australia pero que
también se las anda por tierras del Japón, el sudeste de Asia y algunos lugares
de China – no donde el virus ese que tiene asustado a medio mundo y parte del
otro, no – sino de las tierras cercanas al mar.
Por aquí, la más llamativa de las
que conozco, cubre el cenador ‘Cánovas del Castillo’ en el Jardín Botánico de
la Concepción, que está conforme se sale de la ciudad por la carretera de Las
Pedrizas, a la Izquierda. Ese, muy cerca del río Guadalmedina (ahora remansado
en la Presa del Limonero) y que antes con la construcción del Pantano del Agujero terminó cona las inundaciones
de Málaga.
El Jardín fue una creación de
Amalia Heredia Livermore y Jorge Loring. La familia Heredia vino a Málaga desde
la tierra de Cameros, en la Rioja, se asentaron, hicieron fortuna y los capitanes
de barcos conocedores de su afición a las flores, traían, según cuentan, para agasajar
a la señora plantas exóticas de medio mundo. Pero eso para otro día.
Sus flores son azules, - ¡Ay,
la Mujer de azul! – violetas, rosáceas y blancas. De todas, la más conocida
es la Wisteria sinensis en honor del anatomisma Caspar Wistar. Esta
glicinia de flores a modo de tirabuzones azules se conoce con el nombre de Glicinia de
China y es la más admirada, por su difusión, en los jardines europeos.
Al ser un arbusto caducifolio, la
glicinia muestra su desnudez en los meses crudos del invierno. Le perjudican
los excesos de abonados y, a veces, hay que recurrir a correctores de
carencias, sobre todo la de hierro, que la hace florecer de manera más
deficiente.
Cubre paredes, pérgolas, enrejados.
Son ideales para dar sensación de intimidad y sirven para crear ambientes
evocadores de otras tierras lejanas con todo lo que conlleva de ensueño y mundos
exóticos.
Hoy, por ser la primera vez que
cumplo setenta y tres años en mi vida,
me he permitido el lujo de regalarme un ejemplar. Ojalá mis nietos y
descendientes lo gocen tan bello como el de la foto que ilustra este artículo.
domingo, 26 de enero de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ten pa tó
El Ter, el Tordera – del Muga ni del
Fluviá han dicho nada – el Besós…, la han liado. El Llobregat también ha hecho
lo que ha podido. Han vertido tanta agua al mar que nos habrían eliminado la
sequía para nos pocos años de haberla podido almacenar, pero de eso, no quieren
algunos, y claro, no se hace.
El temporal, ese que han llamado Gloria,
ha sido generoso, muy generoso con Cataluña. Al Delta, ahora por no sé que
extraña razón han vuelto a llamarlo Delta del Ebro y no Delta de l’Elbre, le ha
arrebatado un montón de tierra. Hablan de cifras escalofriantes.
Benicasim, Peñíscola y parte de
la costa de norte de Castellón no se ha quedado remendando de pobre. Adiós a
los paseos marítimos, merenderos, restaurantes y establecimientos que le
hablaban de tú al rebalaje de la playa.
Alicante está con sobrecarga.
Primero, un incendio los dejó sin aeropuerto y los tuvo unos días aislados de
las comunicaciones con otros aeropuertos, luego vino un temporal de viento que
lo arrasó todo. Lo terminó de ‘arreglar’ la lluvia…
Un poco más abajo, o sea, entre
el Mar Menor, San Javier y Los Alcázares llovió sobre mojado. Alguien dijo que
eso antes no pasaba en Los Alcázares. Se olvidó de decir que lo que existía
antes era San Javier y una pedanía que, luego, se separó, creó municipio propio.
Un ayuntamiento muy generoso concedió licencias con tanta alegría que se olvidó
de los estudios hidrológicos y esas menudencia que llaman arroyos y cauces
secos y salidas naturales de las aguas…
En Almería el granizo la
emprendió con los invernaderos. Horas de sol y sudores bajo el plástico. Todo
en un momento destruido. Vuelta a la lucha, vuelta a empezar (de en el campo se
sabe un rato). Todo otra vez entre las promesas que no se van a cumplir y la
voluntad indómita del hombre.
A Málaga la despertó el granizo
del alba. Luego, le tocó a Campanillas, después a la Costa del Sol y la de
Granada. En el paquete Mallorca e Ibiza, también. De las muertes, ¡Dios que
horror!... Como decía el camarero de mi pueblo cuando le pidieron diferentes
bebidas en la feria y se volvió al mostrador y con voz autoritaria dijo: “Pepe,
ten, pa tós”
viernes, 24 de enero de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Antonio
Nunca he leído nada de él, salvo
las reseñas, breves por cierto, que han puesto a raíz de su muerte en los
diarios . Dicen de él que nació en Nerva, que había trabajado en la mina, y que
era escritor. Es decir que había escrito varios libros.
El hecho de nacer en Nerva, a mí
me produce una simpatía especial. ¿Será por el ‘solo’ de trompeta del maestro
Rojas en el pasodoble? ¿será porque conozco a Trini que es una mujer excelente?
¿o será por las dos cosas juntas?
Tengo algo claro, ni siendo
minero, ni siendo escritor se ha hecho rico. O sea que a este hombre le habrán
podido sobrar muchas cosas en su vida: dolor, sacrificio, entrega,
incomprensión pero de lo que estoy seguro es que no le ha sobrado el dinero y
si no le ha sobrado, de eso seguro, que también era buena persona.
Es dura la vida. La reseña del
periódico dice que a Antonio Perejil lo ha matado su hijo en su casa en la
calle Niña de la Alfalfa. En los reportajes con que nos ‘obsequian’ - ¡qué
difícil es separar la información de la opinión en el periodista - un vecino decía, que el hijo era un buen
chaval, que fue universitario, pero que un mal día la droga se cruzó en su
camino. Todo al garete.
Al parecer la sociedad, o lo que
es lo mismo, entre todos nosotros no encontramos una solución a ese problema.
La cárcel aísla y aparta por un tiempo al presunto delincuente. Al enfermo casi
con toda probabilidad no lo cura, y me
pregunto y, ¿al hombre, qué pasa con el hombre?
En medio de todo esto – mañana ya
casi nadie recordará el suceso – queda un padre en el cementerio, una madre (si
es que la tiene, que no lo sé) aniquilada, una familia hecha añicos y un grupo
de amigos con un nudo en la garganta y un hueco imposible de rellenar.
Esta sociedad nuestra donde sobran
muchas cosas, demasiadas, tiene perdidos los papeles, los cuatro puntos
cardinales y el sentido de la orientación para dar con ellos. Yo no tengo la
solución ¿ustedes la tienen?
jueves, 23 de enero de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Propio de invierno
El maestro Mingote
publicó hace quince años, en su periódico, ABC, una viñeta deliciosa. Venía a resumir eso que
lamentamos casi todos los años por las mismas fechas: la sorpresa que haga frío
cuando tiene que hacerlo; calor cuando toca y viento cuando el tiempo está de
venteo.
Pasamos unos días pendiente del
hombre del tiempo. Ahora como hay otros medios también, de ellos. Que si la
Aemet.es , que si el Tiempo.com que si tengo un amigo que se conecta con la
NASA y sabe hasta en qué hora van a entrar las borrascas por el Estrecho o si
van a pasar de largo.
La culpa de todo no la ha tenido
como en la copla el vaivén del tren. No. Viene por otro camino. Dicen los que
saben que todo se origina por unas corrientes de aire muy frío que viene de una borrasca formada entre el
Golfo de León y el de Rosas. Más o menos. Entró por el noroeste, o sea por esa punta del
mapa por donde los españoles pasábamos a Perpignan a ver aquellas películas que
aquí la censura no dejaba que se proyectasen,
por Cataluña. Atravesó la Península y como un anticiclón le tapona el
centro de Europa se vino al Golfo de Cádiz…
El aire sopla con mucha fuerza.
El frío de las capas altas congela las gotas de lluvia cuando se precipitan (si las congela en la nube, nieve) si lo hace
por camino, granizo, si ni lo uno ni lo otro, lluvia. Caen, lo ponen todo blanco y el destrozo, descomunal.
Más de tres mil hectáreas
inundadas en el Delta del Ebro, trescientas de invernaderos en Almería
destruidas, zonas de hortalizas aniquiladas en Murcia y Alicante, aeropuertos cerrados, carreteras intransitables… Daños
difícilmente cuantificables.
Se aíslan los pueblos, las
montañas preciosas. Así se han visto
muchas zonas de Teruel – que sí, que existe, a pesar de los políticos – y en Castellón
y en La Mancha y Granada, y en Almería o esta mañana en Málaga…
Ríos desbordados. Olas dantescas,
- impresiona lo de Mallorca - paseos
marítimos destrozados, zonas habitadas inundadas… Y lo que no tiene arreglo, un
pesquero desaparecido y un puñado de
muertos. Entre ellos, al parecer, dos indigentes. ¡Eso es ya bastante más duro!
miércoles, 22 de enero de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Persiana. (Relato corto) y VIII
y VIII
Cuando
vio la pistola tan cerca sintió un sudor frío. Le brotaba por toda la frente.
Nunca pensó que las cosas iban a tomar ese camino. Sentía la boca seca, le
raspaba la lengua. Tenía, al pasar la lengua sobre los labios un sabor a sal recia,
un sabor a algo que nunca hasta entonces había sentido tan cercano, tan próximo
y que formase parte de sí mismo…
Estaba
agitado. Sentía como la angustia le apretaba la garganta. Entre el poder y el
tener se rompía una tela tenue, sutil, casi tan fina como una gasa de
hospital…. Algo superior lo frenaba. De pronto un ruido metálico, fuerte y seco
que suena como un tiro le hizo dar un repullo. Se incorporó. Estaba bañado en
sudor. El salto hizo que su mujer se despertase. ¿Has oído un tiro? ¿Qué tiró,
preguntó ella? El que acaba de sonar, respondió. Eso, dijo ella, es que a
Fátima, la chica de la perfumería, cuando se le escapa la persiana metálica le
llega hasta el suelo y forma un estruendo enorme. Ya le ha dado más de un susto
a algún vecino…
He
tenido una pesadilla, mascullaba... ¡Ufff! ¡Qué pesadilla! ¡Una pesadilla
enorme!… Se palpaba. ¿Todo había sido un sueño?¿Nada era cómo él creía que era? Te lo tengo dicho, le reprimió ella, a tu edad hay que cenar
menos. Últimamente no me haces caso. Te estás pasando…
martes, 21 de enero de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Persiana (Relato corto) VII
VII
La
estación de Atocha era un hervidero. Se unían dos cosas: la fecha y las últimas
salidas de trenes para media España. El
tablero electrónico subía y bajaba con velocidad de vértigo. Por megafonía anuncian la salida del AVE con
destino Barcelona- Sants y parada en Camp de Tarragona, viajeros diríjanse a la
puerta de embarque número 9; viajeros, con destino a Valladolid-Campo Grande,
puerta 7; viajeros destino Málaga-María Zambrano, puerta 5, tiene parada en Puertollano,
Córdoba, Herrera-Puente Genil y Antequera- Santa Ana; Viajeros destino Sevilla Santa-Justa,
puerta 3…
El tren
se echó a andar suavemente. Casi de manera imperceptible. Las luces, al
principio, pasaban lentas, luego, rápidas y veloces. Eran ráfagas. Se perdían
en la noche. Cuando el tren salió a campo abierto todo era oscuridad al otro
lado de la ventanilla. Él sentía la oscuridad por dentro. Era todo demasiado
negro. No vislumbraba ninguna salida… Iría a la empresa en cuanto amaneciera,
por si por un casual por otra vía, hubiese llegado algo….
Fue lo
primero que hizo. No solo no había llegado nada, sino que entre el
personal todo era desánimo. Dejó pasar
el fin de año. En la mañana del día dos enero fue el primero en llegar y
contempló lo duro que es el vacío de los cajones que deben guardar documentos y
no telarañas…
lunes, 20 de enero de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Persiana V (Relato corto)
Madrugó.
Desayunó ligero. Café con leche y una tostada que no terminó. Tenía ganas de
llegar al Ministerio. Si hubiese podido empujar
al reloj, lo habría hecho. Le parecía que andaba muy despacio, tan
despacio que a pesar de haberlo mirado varias veces, no había avanzado casi
nada, solo unos minutos.
Llegó a
la puerta del edificio. Soberbio, imponente. La Guardia Civil prestaba
servicio. Cruzó el umbral, luego, el control de seguridad. Le dieron un
tarjetón de plástico – como otras veces – que se colgó del cuello. Avanzó por
los pasillos amplios. Los conocía muy bien. Techos altos, ventanales enormes,
la calefacción, como siempre, muy alta, daba sensación de calor. Se pasó el
dedo índice por el cuello de la camisa para aliviar un poco la opresión de la
corbata que le asfixiaba….
Llegó
ante la puerta. Dijo a lo que iba y lo pasaron a una mesa…
-
Verá, le informó el funcionario con mucha amabilidad, el
Director General no se encuentra en Casa…
-
Pero yo tenía concertada una cita con él…
-
Sí, pero ya le digo…
Entonces,
él se armó de valor interior y le contó que la tarde anterior se habían visto,
por casualidad, en una librería de la calle López de Hoyos y que, el Director
General, al que conocía desde hacía muchos años, le había confirmado la visita…
-
Ya, ya le digo, no
está y no va a volver.
Preguntó
si había dejado una nota, un mensaje… algo. Le contestó que no. Toda la altura
de la techumbre del Ministerio, de pronto, se posó sobre su cabeza… Entonces le
dijo que si podría pasarle con alguien… porque el asunto era de suma
importancia. Llamó por un teléfono interior. Explicó la situación a quién lo
atendió al otro lado de la línea. Accedió
a recibirlo. Se acercó al nuevo despacho y se encontró con…
-
¡Hombre!, ¡cuánto tiempo!, ¿qué tal?, ¡usted, por aquí! y
toda una ensartas de cumplidos…
Estaba
anonadado. Le contó muy por encima el problema. Le informó que el Director
General no solo no vendría hoy, sino que no lo haría hasta pasado Año Nuevo.
Estaba fuera de Madrid. No había dejado nada para él ni sabía cómo podría
resolverlo.
-
¡Ya sabe, estos días
se paraliza todo…!
Se
levanto despacio. Tragó saliva y se despidió cortésmente de aquel hombre,
funcionario anónimo, del Ministerio a quien conocía de visitas anteriores…
(Continuará…)
domingo, 19 de enero de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La persiana (Relato corto)
V
(… Viene de IV)
Un
mendigo pedía en la esquina de la Cuesta de Moyano. La mirada perdida, ropas
raídas, desdentado. ¿Su pasado? Desconocido. Pasó un furgón policial, sirenas luminosas. Luego otro y otro… Frente
al Ministerio de Agricultura sintió escalofríos. Estaban frescas las
experiencias de la mañana. Las imágenes acudían en tropel. Se empujaban entre
sí dándose o quitándose la razón.
El azar
propició el encuentro con el Director General la tarde anterior. Tenían
concertada una cita para la mañana siguiente. Le dijo que todo estaba resuelto.
“Mañana nos vemos en el Ministerio”. Se conocían desde hacía años. Un día llegó
por el pueblo cuando era aún profesor en la Universidad. Buscaba información
para un proyecto de investigación sobre
la demografía en el campo en el antiguo Reino de Granada. Le ayudó dentro de sus posibilidades. Le
propició, incluso, dos visitas turísticas a Nerja y a El Torcal de Antequera.
Se habían
visto, posteriormente al primer encuentro, en otras ocasiones en casa de amigos
comunes. El paso del tiempo lo había llevado a un puesto en el Gobierno. Ahora
el motivo de la visita eran unas ayudas de la PAC (Política Agraria Común) a
las que tenía derecho. Eran vitales para las inversiones y el funcionamiento de
su empresa.
Todo
fue difícil, zancadillas, pegas, aportación de nuevos documentos, desencuentros.
Así desde antes del verano. Una sinrazón sin visos de salida.
Próxima
la Navidad, desde primeros de diciembre,
todo acuciaba. Pagos a proveedores, al personal, vencimientos, obligaciones,
liquidaciones... Sabía por experiencia que los bancos quitan los paraguas los
días de lluvia…
El encuentro casual con el Director General y la
confirmación de verse al día siguiente y ‘que todo estaba resuelto’, hizo que, después
de despedirse, llamase exultante a la
Empresa. Por fin se veía algo de luz…
(Continuará…)
viernes, 17 de enero de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La persiana IV. (Relato corto)
IV
(…Viene
de III )
Siguió
andando. Pensó, si es que las estatuas sienten, el frío que debía pasar don
Ramón María del Valle-Inclán en su monumento de bronce bajo aquel olivo que
estaba fuera de sitio, como también estaba fuera de sitio el ramo de geranios
que la gitana ofrece a don Juan Valera un poco más arriba, en mármol, antes de
llegar a Colon. ¡Bah, tonterías! se dijo para sí mismo y continuó con paso
seguro. Le faltaba aún tiempo para coger el tren y el viento fresco que le daba
en la cara le sentaba bien. Lo agradecía. Sintió un cierto alivio. Algo que
venía de fuera, por no sabía qué extraña razón, en aquel momento, estaba con
él. Sabía cuál era la realidad que se
encontraría muy pronto…
Madrid
tenía un ruido sordo bajo unas luces que anunciaban Navidad y que no le decían nada. Al menos a él, que
había ido a resolver, y no ha había resuelto, - “todo lo que somos es polvo
en el viento”, masculló - y todo aquello le resbalada como resbala un taco
de jabón olvidado en un cuarto de baño de hotel…
Cruzó frente la luz tenue que iluminada
el monumento al soldado desconocido. Tenía una cosa en común con ese ser
anónimo: los dos eran dos desconocidos. El Museo Thyseen estaba cerrado y el
Caixa Forum, también… A esa hora la ciudad tomaba otro aspecto y los edificios
iluminados, con luz indirecta, daban una imagen irreal y de fantasmas. En la
Plaza de Cánovas no funcionaban las fuentes. Con ese frío no habría mucha gente
con ganas de contemplar los surtidores, ni esa de Neptuno, nombre con el que se
la conocía por el pueblo llano, ni otras que adornaban las calles de la
capital. La gente, la masa de turistas que acude cada día al Museo del Prado,
había desaparecido. Estaría en algún hotel, o andaría acicalándose para asistir
a alguna cena o a algún espectáculo. Seguían allí, asomados al balcón las
figuras de época que una casa comercial había colocado en la barandilla del balcón
de su comercio para captar la atención de la población flotante. Pasó por
delante del Jardín Botánico… Ahora en los meses crudos del invierno no tenía la
vigorosidad ni la frondosidad esplendorosa
de los meses de primavera y verano cuando la naturaleza se vuelve exuberancia.
(Continuará...)jueves, 16 de enero de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La persiana (Relato corto)
LA PERSIANA (Relato corto, viene de II)
III
De
pronto él recordó una cita que había leído con anterioridad. “Una desconocida
Emily Dickinson lo dijo hace más de un siglo con sesgo memorable: !Yo soy
nadie! ¿Quién eres tú? / Eres nadie también / Ya somos dos entonces”.
Se
cruzaron. Él se echó a un lado para no molestar en la estrechez de la acera. En
la puerta de Toni 2, un clásico piano bar, dos hombres fumaban
desafiando al frío que se incrementaba conforme la tarde avanzaba. Hablaban amigablemente
entre ellos. Siguió hacia adelante y enfiló hacia el Paseo de Recoletos…
Estuvo
tentado de acercarse al Café Gijón, pero desechó la idea. A esa hora la
cafetería emblemática de otro tiempo estaría llena de gente. Detrás de las puertas
enmarcadas en maderas valiosas y de cristales serigrafiados, en los veladores de mármol, se habían
celebrado muchas tertulias. La gente, sobre todo escritores que aspiraban a
entrar en el mundo literario, había dejado huellas de su hacer y de sus sueños.
Otros se habían quedado en el camino. Las cunetas de la vida están llenas de
sueños que arrastró el viento y los dejó enganchados en las magarzas y en los
lirios secos.
Se
sentía un tanto abandonado a una suerte. No sabía por qué calle se había escapado
pero estaba seguro que no iba a salir a su encuentro. O a lo mejor…¿Sería su
suerte hacer realidad todo aquello que le rondaba por la cabeza?
Los
coches pasaban raudos por el paseo. Enfrente, la estación del tren de cercanías
que cruzaba Madrid por el subsuelo, autobuses urbanos, taxis con un piloto
verde encendidos en su techo. Era la vorágine de la gran ciudad cuando el día
tocaba ya casi con las yemas las últimas horas…
Anduvo
por la parte central del paseo. Sabía que, enfrente, un poco más abajo, hacia
Cibeles, un antiguo palacio de la aristocracia del siglo XIX era la sede de un
banco poderoso, en el otro sentido, esquina Villanueva, el edificio soberbio de
la Biblioteca Nacional…
(Continuará…)
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