Para ti...
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miércoles, 28 de febrero de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Telegrama
Precioso punto de morse; anuncia primavera...Raya, punto y raya, punto.
Así repiqueteaba un artilugio metálico con un punzón de punta afilada sobre una
cinta que marcaba unas señales con una lectura dentro.
Raya, punto, punto y raya, dice
el telegrama que esta mañana venía desde la copa del naranjo de la esquina una
pareja de chamarines. Se decían algo entre ellos; respondían otros pájaros. Y el campo,
entonces, leía y descifraba y…
Raya, punto y raya, punto…
Telegrama urgente. Lo mandan los mirlos del arroyo. Dice: con la lluvia de estos días, el agua baja saltarina de piedra en piedra y
hace espuma. Ellos se recrean y avisan para quién quiera bajar a verlo.
Raya, punto, punto y raya. Telegrama
que enviaron un grupo de gaviotas. Sobrevolaban los barcos del puerto. Algunos
veleros tenían las velas recogidas; otros, a medio abrir. Se bamboleaban al son
de las olas que formaban crestas
pequeñas y pespunteadas.
Raya, punto y raya, punto.
Telegrama. Las gotas de lluvia bajan por el cristal de la ventana. Despacio,
luego, carrerilla, se alcanzan; se dan la mano… ¿será el amor?
Raya, punto, punto y raya,
anunciaba el telegrama que enviaba el viento. Era un viento gélido. Media
Europa – la otra, también – tirita bajo la blancura de un temporal que viene de
lejos. Trae aires siberianos. Y en algunos
lugares ha cambiado tanto el paisaje que hasta cuesta reconocerlo.
Raya, punto y raya, punto…
Alguien descifraba el mensaje. Venía en brazos de una borrasca con agua del
Atlántico para llenar los pantanos, para que corran los ríos y los arroyos y
los veneros y se llenen los pozos y el campo… ¡ay, Dios mío, el campo!
Raya, punto y raya, punto, punto…
Era el telegrama que venía de aquella roca solitaria junto al mar que veía cómo
pasaban los barcos por el horizonte y una estela de espuma delataba que detrás
de ellos iban delfines y peces, y ese chorro de nácar y nostalgia que dejan los
barcos cuando pasan…
Raya, punto, punto y raya leyó
alguien descifrando el telegrama y que decía que había llegado la sonrisa a ese
mundo donde los hombres ya no se matan y no hay hambre y el dolor tiene
analgésicos que lo contrarrestan… Y , entonces, alguien, precisamente entonces,
dijo que se estaba leyendo de manera errónea y que… pues, eso, eso…
martes, 27 de febrero de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Bendito seas mi Señor.
Bendito seas mi Señor por el
agua calaera que nos regalaste anoche y por las canales que ponían el
repiqueteo de una música especial a
nuestro sueño que solo aparece cuando Tú
abres tu mano y dejas que llueva y
llueva y llueva…
Bendito seas mi Señor que
mandas la lluvia y riegas los campos y
das alegrías a los trigos y a las margaritas del camino y a esas
amapolas que compiten por salir en estos días que ya apuntan a primavera y a
las siemprevivas y a las corregüelas y a
la yerbabonita de la huerta…
Bendito seas mi Señor porque ya
verdeguean las lomas y encañan las cebadas tempranas y se bambolean al viento
las habas cuajadas en la mata y hay tagarninas y alcauciles con sus pompones
lilas donde espulgan las semillas los jilgueros…
Bendito seas mi Señor por el
agua que se filtra en la tierra y alimenta los veneros y va oculta por los caminos que Tú
le marcas y no se ve, como no se ve tu Gracia, algunas veces, cuando abres la
mano y la dejas a voleo con las primeras luces del alba…
Bendito seas mi señor por el
agua clara que corre por el arroyo y lo
hace frondoso en las riberas donde cantan los mirlos y los ruiseñores y los
pitirrojos se las andan entre los cañaverales y las mimbres amparados en la
frondosidad y esperan que maduren las moras de las zarzas…
Bendito seas mi Señor porque
has hecho que suba el nivel de los pozos y, ahora, cuando los niños traviesos
se asomen al brocal y tiren la piedra, no escucharán ese sonido largo y
profundo de cuando llegaba al fondo y hacía unos círculos grandes y la voz
repetía, ¡niñooo, niñooo!
Bendito seas mi Señor por el
campo que me recibe cada mañana y por los chamarines que ya cantan y por los carbonerillos
que cuando les preguntamos – a veces, nos engañan - ¿pajarito del agua, va a
llover?, siempre nos dicen “sí, señor, sí señor”.
Bendito seas mi Señor por todas
las cosas pequeñas que nos regalas cada día y haces que entornemos los ojos y se escape un suspiro y eso…Tú ya sabes.
lunes, 26 de febrero de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Solo de trompeta
Era un solo de trompeta;
después, entraba la orquesta. La película,
“El Álamo” - algo de un tiempo pasado. Hablaba de San Antonio de Béjar,
de un río que era frontera, de un fuerte y de un general, Santa Anna, que a los
niños de entonces nos parecía un hombre malo.
El cine nos traía al pueblo
noticias de lugares que no sabíamos
colocar en el mapa. Aparecían hombres con cabelleras largas, una cinta en el
pelo y unas plumas que nunca se llevaba el viento. Eran los indios; también,
los pintaban como malos.
El teniente, un hombre joven,
guapo y apuesto. La guerrera tenía una botonadura dorada y siempre iba
perfectamente uniformado. En el fuerte, que era una empalizada, quedaba la
esposa con un nudo en la garganta. Por no sé qué razón extraña, siempre ganaban
ellos. Los pintaban como los buenos.
Hace unos días vinieron unas hordas de más allá de las estepas rusas.
Según el periódico desde Moscú donde
dicen que en invierno, precisamente calor, lo que se dice calor, no hace ni en
abundancia ni en cuentagotas. Hace un frio que Dios tirita.
Se han llegado hasta la ría
donde en las postales que mandaban los
que iban de viaje de novios aparecía un puente colgante. Los niños que éramos
de tierra adentro no comprendíamos muy bien cómo podía ser aquello. Las hordas
la han liado. A estos también los pintan
como cafres.
Allí, en ese lugar donde dicen
que tienen un museo con un nombre muy raro , o sea en Bilbao y donde acude
mucha gente a verlo, lo miran, y algunos salen ‘reconvertidos’ al arte moderno; otros, con un
no sé qué indefinible…
Allí los esperaban unos
chicarrones del norte. Algunos, de caseríos. Sí, sí, esos que competían para
ver quién levantaba la piedra más grande o quién era capaz de cortar el mayor número de troncos. A estos, según qué
prensa los pintan como buenos o como malos, malísimos…. Queda una cosa clara,
han tenido una batalla campal con un policía muerto.
A estas alturas de la película
me quedo con el solo de trompeta. Entorno los ojos y sigo con la idea. Los indios no eran tan
malos; el teniente no era tan guapo (la
rubia, sí; ¿qué quieren que les diga?) y, estos sean de aquí o vengan del
hielo, son parientes de los Hunos.
domingo, 25 de febrero de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las nuestras: Morayma
Su nombre está ligado
íntimamente al reino nazarí de Granada. Fue esposa de Boabdil último rey, y por ende, ella, la última reina, con una
vida triste y marcada por la tragedia desde muy pronto.
Era hija de Ali Atar – Aliatar –
caudillo y alcaide de la ciudad de Loja, donde ella había nacido y muerto,
cuando regresaba de la batalla de Lucena. Al regresar de una de las múltiples
escaramuzas que Boabdil sostuvo durante su reinado llega a la ciudad de Loja.
Allí conoce a Morayma; se enamora, y se casa con ella.
A los pocos días de la boda, su
suegro, Muley Hacen encarceló a Boabdil y a ella la confinó en uno de los
cármenes - huerto con flores y árboles
frutales, donde dicen que escuchaba el canto de los pájaros y el rumor del
agua, afirmando algunos que ese rumor se confundía con las lágrimas de la
propia mujer desgraciada – de Granada.
Morayma tenía quince años. Su
vida fue muy corta. Nació en 1467 y murió en 1493. Solo veintiséis años de vida.
Tres hijos y varios destierros, además de sufrir el cautiverio de su marido en
Porcuna, hoy Jaén, por orden del rey Fernando que es también quien lo deja en
libertad bajo la promesa de fomentar la lucha entre su propia familia, o sea,
su padre Muley Hacen y su tío el Zagal que residía en la Alcazaba de Málaga.
Morayma se ve privada de sus
tres hijos, Aixa, Ahmed y Yusef. Son
dados en custodia, de hecho su Aixa se convertirá al cristianismo y entró en
religión con el nombre de Sor Isabel de Granada.
Dicen de ella que era de ojos
negros y grandes; muy agraciada con el pelo negro y de una belleza superior que
cautivó el corazón de Boabdil, que
siempre estuvo entre dos mujeres, su madre, Aixa; y ella, su mujer.
Tuvo un tesoro – con más de
leyenda que de realidad – muy cantado por las crónicas cristianas de su tiempo.
Parece que murió como consecuencias de un parto en la ciudad almeriense de Laujar
de Andarax antes de partir para el destierro definitivo en Fez. Ella pidió que
la enterrasen en Mondújar donde lo hicieron bajo el rito estricto musulmán
según sus deseos de mujer muy religiosa.
sábado, 24 de febrero de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cuento apócrifo
Era invierno; hacía frío. Paco
se presentó solo – como su andar por la vida – en las puertas del cielo. Le
abrió un ángel. A Paco le pareció que
estaba serio y que, como otros habían hecho tantas veces, lo abroncaría sin
remedio… Pero no, no. Le abrió y le dijo:
-
Pasa, te estábamos esperando. Aquí hay un sitio
para la gente que como tú, encuentra por ahí abajo muchas puertas cerradas y
muchas espaldas vueltas…
Paco entró. Miraba a los lados,
y allí se encontró con otros a los que
él conocía. Los había visto muchas veces, solitarios, deambulando como él por
las calles del pueblo… Empezó a entrarle el resuello en el cuerpo.
Paco - Francisco Acedo
Fernández, ‘el Mañoño’- , vio cómo otros, también le sonreían pero ahora no le
pedían que metiese el hombro bajo el varal que no quería nadie, ni que fuese
por el balón al Quebraero, ni que…
Paco tan acostumbrado a subir
cuestas… Las suya de la calle Negrillos; la cuesta que le había presentado la
vida desde niño; esta misma cuesta de enero con la que él ya no había podido y
lo había arrancado con un tajo seco y certero…
De pronto se vio ante Dios y
entonces, Dios, le dio un abrazo como no le habían dado en mucho tiempo. Y Dios
sin bulla porque ya no había prisas, le dijo que Él, Dios, que todo lo sabe y todo lo ve, sí estaba
contento, y para sorpresa de Paco fue y le dijo:
-
Paco has hecho el papel que Yo te tenía
reservado. Y fíjate que era duro, muy duro, pero lo has hecho como yo te lo había marcado…
Dios
continuó hablando, y le dijo que Él sabía quiénes, de verdad, le habían ayudado,
y quienes le mostraron incomprensión y echaron la vista para otro lado y que se habían hartado y habían
decidido que ya no ayudaban más a gente como él…
Paco no
salía de su asombro. No tenía palabras, no sabía qué responder ante todo
aquello que él no esperaba y Dios continuó hablando:
-
Ya sé cómo se han portado algunos que dicen que
son ‘de los míos’ – pero, Paco tú y yo, los entendemos ¿verdad?
Y Paco dijo
que sí y que aunque llevaba más de dos años sin luz ahora sí que veía la luz , la
Luz verdadera, oh Luz de Dios, y entonces, Dios como contaba Paco García que
hizo con Pepito, ‘el Jorobado’, se
levantó despacio, y sobre sus hombros colocó dos alas…
viernes, 23 de febrero de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día
"Quisiera ser un mago fabuloso
para trocar las rosas por estrellas,
dejarlas en tu almohada sigiloso
y que iluminen tu sueño todas ellas."
(Te llegará una rosa cada día. A.Cortez)
Foto de archivo
para trocar las rosas por estrellas,
dejarlas en tu almohada sigiloso
y que iluminen tu sueño todas ellas."
(Te llegará una rosa cada día. A.Cortez)
Foto de archivo
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Amanece
A una
amiga, que lo está pasando mal, muy mal; ojalá le llegue pronto la luz de su
amanecer
Dios se ha levantado esta
mañana de rojo y oro. Se ha asomado al río y ha visto que casi todo estaba
bien. Dios, a veces juega al escondite con nosotros y no se deja ver… Bueno, sí
se deja ver, a su manera, y entonces, los colores en el agua compiten con los del
cielo, y Dios que lo ve todo va y les
dice os doy de ventaja hasta que llegue el sol…
Están en penumbra las riberas.
Son árboles grandes. Están allí, en la
orilla del agua y ven cómo pasa la corriente y, en ocasiones, hasta los barcos
que suben y bajan por el río, porque aunque cueste creerlo algunos barcos le
pierden el respeto al río y lo hacen suyo, - vamos que van como quien va por el
pasillo de su casa - y desde la lengua del agua saludan con su pañuelo a modo
de sirena a Coria, a la Puebla…
Está dormida la marisma. Le
cuesta despertarse. Están los ruiseñores en la ribera y tienen cantos de
ensueños. No se lo digan a nadie, pero no hay canto más bello que el de ruiseñor
que va regalando amor y, entonces, la naturaleza se para y le presta oídos y se
hace eco que se propaga por las orillas del río….
Y los pájaros se dicen unos a
otros: “está regalando amor”. Y hay un despertar de jilgueros y chamarines –
que son los más tempraneros – y verderones. Los mirlos atruenan porque los mirlos
son los pájaros más escandalosos… y se deslizan entre las mimbres y los juncos y los sauces y los álamos blancos que ya se
visten de hojas nuevas.
Y entre todos, cuando la ven
que viene – mi amiga, claro, casi con las primeras luces del alba, se trasmiten
un mensaje. Vamos que se han compinchado y se dicen con ese lenguaje que solo
Dios y ellos conocen, “que ya viene, que
ya viene”. Como viene la aurora, como viene el día y, entonces Dios, que lo ve
todo, ve que todo lo ha hecho bien, aunque a nosotros nos cueste entenderlo.
Y por las orillas del río crece
una sinfonía que solo entienden, Dios, los pájaros y ella…
jueves, 22 de febrero de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Don Antonio
Collioure está en una ensenada
de un mar azul. Collioure está azotada por vientos que bajan del Ródano fríos y
huracanados que silban en los huecos de las chimeneas y hacen que crujan las
maderas de las ventanas; Collioure está un poco más allá, solo un poco más
allá, de esos montes que nos separan de Francia. El mar, el Mediterráneo; el
viento, la Tramontana; los montes, los Pirineos.
Hasta allí llegó, derrotado y
enfermo un hombre que dijo que su infancia eran recuerdos de un patio de
Sevilla y un huerto donde maduraba el
limonero. Su vida, algunas cosas que quería – no lo consiguió nunca – borrar de
sus recuerdos. Su indumentaria, pobre y desaliñada.
Quedaba muy lejos el alto
Espino ¿recuerdan? “Palacio buen amigo…” y un encaro encarecido: “Con los
primeros lirios / y las primeras rosas de las huertas, / en una tarde azul,
sube al Espino, / al alto Espino donde está su tierra…”
También quedaba lejos, muy
lejos aquella lechuza que no se desorientaba. Volaba sobre los olivos hasta la
catedral donde San Cristobalón la quiso espantar al ver que bebía el aceite del
velón de Santa María. Sabía la lechuza muy bien dónde quería ir. La noche… “campo, campo, campo / y entre los olivos los
cortijos blancos”…
Sierras azules de Jaén. Rio
Grande que viene de Cazorla. Soledad y desamparo de alma en una Baeza en la que
busca la huida a una tristeza que lo
atosiga por dentro, que lo atenaza, que hace que abandone su aspecto. Y, luego,
Segovia y Madrid y otra vez los desencuentros, y la guerra y…
Era enero. Ya se había perdido
casi todo, menos la dignidad. De Valencia a Barcelona, de Barcelona a la
frontera. Pasan la noche en la Viladasens. Empapados y ateridos. Allí queda todo, a la mañana siguiente
Cérbere; la noche en un vagón estacionado en vía muerta…
La muerte espera unos
días después, en Collioure. Tenía 64 años;
Hoy se cumplen 79 años de lo que había anunciado: “Y cuando llegue el día del último
vïaje, /y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, / me encontraréis a bordo ligero
de equipaje, /casi desnudo, como los hijos de la mar.
Doña Ana Ruiz, su madre, se fue unos días
después. “Les cubre el polvo de un país vecino”. Su nombre Antonio Machado Ruiz.
miércoles, 21 de febrero de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Albaicín nuevo
Jueves Santo, luna de Nisan en
el cielo. Abajo el bullicio; arriba el silencio. Baja, de morado y oro, Jesús
Nazareno de las Torres. Un año más, la gente no cabrá por la calle. Lo ancho –
Calle Ancha – se quedará estrecha, y sobre un mar de cabezas avanzará a duras
penas, como cuando subió al calvario pero sin trono y sí con la cruz a cuestas…
Es la misma luna de siempre; es
la luna retoño y brote nuevo del año bíblico que irrumpe en el calendario bíblico y la
gente que sabe que huele a primavera, que hay banderas de la Brigada
Paracaidista y rostros cubiertos… Fe del pueblo llano; Fe del pueblo andaluz
que vive como no lo vive nadie esos días lo que siendo iguales, son cada año distintos.
El Barranco, o el Albaicín
nuestro, ese pedazo de historia desgarrado del castillo este año estrena también ‘ropa’ nueva. Verán.
La sensibilidad de quien tiene abrir nuevos horizontes vio el potencial que
dormitaba después de muchos años en la querencia del barrio viejo y decidió que
había que emprender nuevos derroteros. Y
se hizo y comienzan a aparecer los frutos de tanto sueño.
Ya muestra el Albaicín
nuestro algo de su cara nueva… Sobre un testero blanco, reza: “Jesús
Nazareno…faro guía que alumbras…al mundo entero”; al lado, continúa la oración
para el caminante: “De las Ánimas te llaman porque ofreces el cielo a los que
expiran el alma…” Bellísimo. Debajo el agua que aflora. Vida y Gracia; Dios y su Madre. Todo a pie de calle; a pedir de suspiro.
A un grupo de amigos nos ha
dado por llamar al Barranco, el Abaicín
nuestro, y ahí queda. Ya ofrece una faz – y es solo el comienzo - distinta. Este año, cuando baje el Nazareno
y su Madre, María Santísima de las Ánimas serán otras las canastilla de flores. Remodelación y esquinas nuevas, como si de un
paño de Verónica se tratase y… entonces, seguro, seguro que en el cielo alguna
estrella furtiva hará un guiño seguido de ese ¡oh¡ de admiración ante las cosas
que nos dejan sin resuello, pespunte del mejor encaje bien hecho…
martes, 20 de febrero de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Adagio
Albinoni, que se llamaba Tomás
y era de Venecia, vivió a caballo entre los siglos XVII y XVIII y ahora resulta
que su obra más universal, el Adagio en sol menor, es una obra apócrifa escrita
en el XX por un seguidor de su música que se llamó Remo Giaziotto…
El adagio es un movimiento
musical, suave, lento, acompasado como quien no tiene prisa y quiere recrearse
en ese flujo que hacen las notas cuando suben a las alturas inusitadas o cuando bajan a las
primeras líneas del pentagrama.
Pues ni lo uno ni lo otro. Verán.
Cuando alguien sabe de qué va la cosa, cuando alguien tiene arte a raudales y
lo saca fuera y lo muestra y lo deja para deleite de los demás…, es cuando uno
se empapa de muchas cosas, entonces, es precisamente entonces, cuando se valora
cuánto de arte atesora José Carlos Torres Gil.
Como quien no quiere la cosa ha
llenado de arte una de las salas de exposiciones de la Casa de la Cultura de
Alora. Unas, obras ya publicadas; otras, que en su día no fueron selecciones
por los comités encargados de rebuscar la que en aquel momento a ellos les
interesaba más.
Está llena la exposición de ese
suave adagio, -que así se llama la muestra, Adagio – y eleva y deja correr por
el interior una agradable sensación de placidez, de sosiego, de algo hecho con
mimo y con primor, de algo que se lleva muy adentro y que en un momento determinado las circunstancias hacen que
aflore.
La obra de José Carlos Torres
tiene un gusto exquisito. Es la mística barroca adaptada a los tiempos de hoy, y a Dios, en esa cartelería propia que exhibe
el autor y a quien se le puede hablar de
tú. Es el Dios a pie de calle; en silencio y en penumbra; es Dios que pasa por
delante de la puerta entreabierta; es Dios que tiende la mano para quien quiere
asirse a ella.
La muestra recoge un elenco de carteles,
diseños, apuntes, fotografías… Todo está impregnado de religiosidad, de
misticismo, de recogimiento. El autor dice cuánto amor derrocha en su trabajo
y, además, lo deja para deleite del espectador que contempla y se extasía con
ojos absortos ante tanta belleza.
lunes, 19 de febrero de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Pasa la vida
Es tiempo de pregones,
carteles, bandas de cornetas y tambores dentro de las iglesias - ¡Dios mío qué manera de tener los tímpanos
a un paso de reventar! – pregoneros que cuentan todo lo que saben, que no dicen
lo que la gente quiere escuchar y que, además, aburren, al respetable.
Están duros, muy duros los
bancos de ciertas iglesias. Por unas horas, dejan de ser templos. Se convierten
en pequeños auditorios donde se machacan instrumentos musicales, se aporrea la
percusión y la paciencia de los resignados asistentes.
Es tiempo de pasión. Por otro
lado también se le puede llamar tiempo de masoquismo. Hay que tenerlas malas
para sacrificar una noche casi placentera en el rescoldo del rincón preferido
para ir a escuchar al poetastro de turno que le da patadas a las metáforas y
que, incluso, se permite arrollar con una verborrea insoportable.
Pasa la vida y por un tiempo,
cuarenta días y mal contados, y ya estará aquí y resonará: “Bendito el que viene
…” Palmas y olivas. Casi todo vale para exaltar no se sabe qué devoción a un
Cristo o a una Virgen.
Este fin de semana he
tenido - puede que muchos de ustedes
también – sesiones maratonianas. La
abundancia no era sinónimo de calidad; todo lo contrario.
Regresé casi madrugada. Me
sumergí en el pregón de Barbeito. Sevilla, 2010… Lo necesitaba; pedía la soga
que salva al náufrago; el oxigeno que da la vida, el sol que permite la llegada
del nuevo día. Quien quiera en youtube
está íntegro. Por favor entren. Ahí está
la dicción, la hondura, la metáfora precisa y oportuna, la belleza
donde…
No me importa beber y beber en
la misma fuente. Y es, entonces, cuando, cito al mismo maestro, en su artículo de
hoy. Me atrevo, y digo, y ruego a esas personas que se suben al estrado: “no decid que es ella, no ofendáis a la Luz
verdadera, a la Luz entera, completa, total, esa que nos abraza, nos viste, nos
acoge , nos da la vida…”
domingo, 18 de febrero de 2018
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día
"Te llegará una rosa y la mañana
será para "vivirla" entre comillas,
tu alma escapará por la ventana
de tu orilla volando hasta mi orilla." (A. Cortez)
será para "vivirla" entre comillas,
tu alma escapará por la ventana
de tu orilla volando hasta mi orilla." (A. Cortez)
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Patrimonio de Fe
Corren tiempos de perdón.
Cristo está a pedir de calle; María, al revolver de una esquina cualquiera.
Cuatro ciriales, una banda que toca, un incensario perfuma el ambiente. Olor a Cuaresma, a
incienso, a templo de puertas abiertas.
En la Parroquia de la
Encarnación las Cofradías y Hermandades
de Pasión han bajado sus imágenes de los
altares a ras de suelo. Sin oropel ni candelería; sin flores ni mantos; sin pedestal ni peana de trono.
El alcalde de Álora, que
intervino en la inauguración dijo que estaban a la altura suficientes para
poderlas mirar a la cara, casi hablarles de tú a tú, entre dos amigos – eso no
lo dijo el alcalde, pero lo apunto yo – que se encuentran y a lo mejor hasta se
cuentan sus cosas.
“No me mueve mi Dios para
quererte / el cielo que me tienes prometido…” Convine con el cura que también
intervino en el acto que no sabemos exactamente de quien es el soneto porque se
lo atribuye a muchos y todos buenos. “No me tienes que dar porque te quiera/
pues aunque lo que espero no esperara…”
Dentro de unos días la calle
Atrás será entrada en una Jerusalén distinta y Jesús sobre una borriquita - ahora está casi junto a la puerta e invita
a los caminantes a dar el paso y traspasar el umbral del templo. “Pueri hebraeorum
portantes ramos olivarum…”! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Getsemaní ya no es el barrio
del Calvario ni la resurrección ocurre una mañana de sol; María sigue sola y
con su dolor; el pueblo lleva el de todo el año. Amor, Amparo, Crucifixión…
El hermano mayor de Dolores, en nombre de todos los hermanos mayores y dijo
que conmemoraban el setenta y cinco aniversario de la recuperación de las
salidas procesionales después que el odio, la sinrazón y el desencuentro vistió
a media España de luto.
Lo predijo el profeta: “Oh
vosotros que pasáis por el camino mirad / si hay dolor semejante a mi dolor”.
La gente que no sabe de muchas cosas pide solución a sus problemas. Los
problemas tienen nombre propio: hambre, soledad, enfermedad, miseria, abandono,
injusticia…
Patrimonio de Fe es el título
de la exposición. Corren tiempos de perdón. Cristo está a pedir de calle; María,
al revolver de una esquina. Ahora, se
les puede hablar, cara a cara…
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