L a cal le
dio su esencia y lo hizo blanco. Cada mañana le da la bienvenida al sol cuando
aparece por detrás de las crestas de los Lagares y lo baña con los primeros
rayos del día…
La cal de
dio su esencia y le da envidia al pueblo que se extiende, cuesta arriba, enfrente,
empinándose para llegar hasta los pies del Hacho que casi toca con la yema de
sus dedos y no lo puede alcanzar nunca…
La cal le
dio su esencia para que desde la altura lo vean los pájaros de acero. Vienen de
tierra de muy lejos y descienden, suavemente, con un rugir de motores que retienen
el vuelo porque ya presienten cercano el aeropuerto…
La cal le
dio su esencia, y hace que mire al río que va despacio, y juega entre el verdor
de las huertas, y caracolea en meandros de capricho en un sí quiero y no puedo porque
presiente su entrega al mar que tiene al alcance de la mano…
La cal le
dio su esencia para que desde la lejanía las montañas recortadas en el añil del
cielo lo vean como un deseo que se ve, que casi se toca, que casi… pero está
allí, en su sitio, quieto desde el paso de los tiempos…
La cal le
dio su esencia para que otee horizontes
desde donde viene la brisa que refresca los atardeceres del verano cuando las estrellas salen – porque las
estrellas no hacen buenas migas con la luz – más tarde al recreo y pueblan el
cielo de puntitos parpadeante, distantes…
La cal le
dio su esencia para que se conjuguen todos los verbos con los que juega la
Historia y se acunen al amparo de los muros del castillo que sobrevive y está
ahí y es emblema y seña y orgullo de su pueblo….
La cal le
dio su esencia…“Pongamos que hablo” de
Álora, blancura del cal blanca, y del Barranco, el Albaicín nuestro bajo un
cielo de azul con palomas y estorninos
en el campanario y vientos que juegan al escondite con nubes de algodón…
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