lunes, 24 de abril de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Flores, Flores, Flores

Cierro los ojos. Hay por dentro un hervor de sensaciones. Media tarde; calor de primavera; apunta a verano. Llamo – y digo a los amigos que ya he llegado -. Uno, se pone ´de bonito’. O sea, traje y corbata. Las circunstancias mandan.

Iglesia – la parroquia de San Andrés de Encinasola – llena. Saludos. Corre un río de afectos. El protocolo dice dónde hay que sentarse. ¡Con lo a gusto que…! Bueno, otra vez, las circunstancias.
Isabel – Isabel del Carmen Domínguez Jarillo – es la pregonera. Le pongo el toro en suerte. La niña lidia de cine. Emotivo, directo, sentido… Deja con ganas. Le apoya un grupo. Cantan por Huelva; es decir, por fandangos. Interrumpen los aplausos una y otra, y otra, y otra… Isabel deja con ganas.

Noche de convivencia. Imposible departir con todos; imposible estar unos cuantos minutos con todos; imposible… ¡Es que vienes con tan poco tiempo…! Y sonrío y agradezco desde lo más adentro a esta gente tan buena que derroche tanta amabilidad.

La Virgen de Flores recorre el pueblo. Cae la tarde; revuelos de vencejos; van y vienen al alero del tejado. No cesan las campanas; cohete con estruendos en un cielo azul. No me hacen gracia los cohetes. Yo aquí… A callar y obedecer…

La procesión con la Virgen de Flores – manto de terciopelo rojo bordado en oro -   se detiene en lugares puntuales: Un grupo le reza cantando en la puerta de los Mártires; en  la calle Álora, la coral, una salve: Música, Abel Moreno; letra, Antonio García Barbeito. Hay lágrimas, y nudos en las gargantas, y un murmullo de recuerdos  por dentro.

Flautas dulces, tamboriles; carrozas y caballos; gente a pie… La romería, en marcha. Bullicio; gentío. Mujeres guapas; elegancia. Carrozas numeradas. La gente va a pasarlo bien; muy bien. Voy a hasta la Fuente del Rey. ¿Y no vienes a Flores? Ven  al menos hasta la Peña de los Valientes… El año que viene, no hay excusas; tienes que estar en Flores…


Gente buena; buena, buenísima gente. Otros, hace más de quinientos treinta años, sembraron y dejaron una imagen con la misma advocación, Virgen de Flores, en Álora. Quinientos años son más de tres días rezándole a la misma Madre. Los marochos y perotes somos así…


No hay comentarios:

Publicar un comentario