“La Virgen
de Gracia era mi vecina de enfrente cuando yo era niño”. Lo dijo el Maestro
Alcántara. Ya ves, Maestro, la Virgen igual decidió regar todos tus escritos
con la gracia de sus manos; tu sabiduría
de andar por la vida puso el resto. Muchos bebemos en tu fuente inagotable.
La Virgen de
Gracia, la que está en la calle del Agua, en la pequeña capilla, a mano derecha,
conforme se sube hacia la Victoria haciendo esquina… Se procesiona la noche del
Martes Santo junto a Jesús del Rescate. Dicen los que saben que el Martes Santo
es el día ‘victoriano”.
Pero hoy es
Viernes Santo. Cuando éramos niños mi madre, a las tres de la tarde, nos
congregaba junto a ella. Nos arrodillábamos delante del Crucifico y mi madre
entonaba el Credo. Rezábamos tres Credos… Estaba ya el Señor muerto y no se
podía hacer ningún ruido.
Hoy no he
tenido valor para ir a casa de mi madre, o sea, a mi casa. Desde que ella falta
se me hace cuesta arriba, muy cuesta arriba. Dios dispuso que un Martes Santo
de hace un puñado de años a ella te tocaría rezar, desde ese día, los tres credos en otro sitio y desde
entonces… pues eso.
Hay un
bullicio de gente en la calle. Esta mañana de primavera con el campo reventando
de flores, en Álora, mi pueblo desde no sabemos cuándo ni porqué se celebra la
Despedía. Los portadores de tronos de Jesús y Dolores se arrodillan tres veces,
a la señal convenida de un maestro de ceremonias.
Tres caídas,
tres Credos. Soledades de los recuerdos que deambulan por dentro. Viernes
Santo. Está el Señor muerto y no puede hacerse ningún ruido y los niños,
obedientes, rezaban junto a su madre, delante del Crucifijo.
Pasa el
tiempo. Falta uno de los niños y la madre que rezaba el Credo con ellos. Al
otro, se le viene un puñado de lágrimas, y un nudo a la garganta. Viernes
Santo. Demasiados recuerdos.
Nuestras madres siempre están presentes en nuestro pensamiento aunque, días como hoy , nos aumentan la nostalgia y nos hacen recordar que nos enseñaron a rezar, a creer, a sentir, a tener esperanzas en lo que ha de venir.
ResponderEliminarY elegir, entre todos los senderos...
Así es, Andrés. Van a vivir, aunque no estén, siempre con nosotros.
EliminarMuy tierno y entrañable, Pepe.
ResponderEliminarMuchas gracias. Un abrazo.
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