El viajero
llega al pueblo más bello del Alentejo pasado el mediodía. Ya ha estado otras
veces. Siempre vino por diferentes caminos; supo que llegaba a un lugar único.
La llanura a los pies del castillo; en la media distancia, el pantano de
Alqueva que hace mar al Guadiana; al otro lado, España…
Una vez, desde Beja y Serpa. Traía el recuerdo de una
plaza con monumento a Camoens; otra, desde Évora. En Reguengos de Monsaraz
compró cerámica alentejana. Repitió el mismo viaje pero sin cerámica y con
calor de infierno alentejano en verano. Ahora, llega desde Barracos, por
Mourao…
La puerta de
entrada al castillo se abre a la llanura. Todavía no tiene claro si es un
pueblo amurallado con su castillo dentro o es un nido de águilas, o sea un
castillo, que cobija al pueblo. Todo es encanto; misterio; todo es paz. Aquí un
día dijo a pararse el tiempo. Y se paró.
Por Monsaraz
transita el silencio. Calles empedradas con pizarra negra; granito en los
dinteles y cal, mucha cal, abundancia de cal que deja paredes impolutas.
Reverberan con el sol; dan un toque diferente.
Monsaraz
tiene dos calles. La calle Recta y la
de Santiago. Flota la sombra del rey Don Dinís y la de los Templarios (por
cierto el viajero repone fuerzas en un restaurante con ese nombre. Si les digo,
que todo bueno, pueden pensar que se vino de rositas. Piensan mal, pero hay que
indicar dónde está lo bueno en calidad, precio, trato, decoración y
vistas…Espléndidas).
La gente es
amable. Saben del porqué se llega hasta ellos. Son conscientes que a sus pies,
además de la llanura hay, también dólmenes, menhires, cromlechs. Hablan de tres
mil años antes de Cristo; año más o año menos.
El viajero
tiene la sensación de que, esta vez, tampoco quiere irse. Sube al castillo.
Desde la torre del homenaje ve lo que se extiende a sus pies. ¿Será por eso el
llamarla la Torre de las Brujas? Monsaraz tiene siete iglesias; macetas con flores
en las puertas de sus casas; una picota que recuerda otros tiempos. Monsaraz es
un pueblo medieval; tiene novecientos habitantes. El viajero sigue camino…
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