sábado, 15 de abril de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las nuestras: Beatriz de Cabrera

Fue mujer, pobre, y vivió en Sevilla, en siglo XVII. Hasta ahí, algo aplicable a otras muchas mujeres que vivieron por el mismo tiempo. Sevilla no era ajena a la crisis que azotaba España y sus calles estaban llenas de gente del hampa, niños andrajosos y pedigüeños.

Beatriz de Cabrera es una mujer del pueblo llano, con carestías y no sobrada de bienes aunque algunos investigadores afirman que tenía ‘tierras’ en una zona cercana al río Guadalquivir. No está enraizada con la nobleza ni provenía de la aristocracia como se ha pretendido. Viene a la historia porque contrajo matrimonio con uno de los más grandes pintores del Siglo de Oro,  Bartolomé Esteban Murillo, cuatro años mayor que ella.

Beatriz de Cabrera y Villalobos nació en Pilas, en 1622. Con tres años quedó huérfana de padre. Su tío Tomás Villalobos, platero de profesión, con veinte, o sea en 1642 la lleva a Sevilla. Vive en el mismo barrio que Murillo, - lo que entonces se conocía como collación o territorio propio de una parroquia - que también estaba emparentado con  una familia de plateros.

Documentos hallados, “en pésimas condiciones”, en la sección de Protocolos del Archivo Histórico Provincial de Sevilla dan cuentan que Beatriz de Cabrera aporta al matrimonio dos mil ducados “cantidad aceptable pero que demuestra que no era rica”. El dinero se recauda entre amigos y familiares; Murillo, quinientos. Él sí tiene posibilidades y una buena situación económica.

Se casan en la parroquia de la Magdalena el 26 de febrero de 1645. Posteriormente, se trasladan a la calle Corral del Rey donde sufren la terrible epidemia de peste que asoló todo Andalucía y, en especial, Sevilla en 1649. Muere casi la mitad de la población, entre ellos cuatro hijos pequeños del matrimonio Murillo.

Beatriz de Cabrera sirve de modelo, primero, para un ángel cuando trabajaba en un pieza para la iglesia de San Jerónimo de Pilas. Luego  para sus vírgenes; sus hijos posan como querubines en sus cuadros.

Tuvieron nueve hijos, uno Gabriel con veinte años, en 1679, marchó a las Indias.  Solo cinco sobreviven a la madre; la décima, una niña a la que ponen por nombre María, muere quince días después del fallecimiento de Beatriz de sobreparto en la noche del treinta y uno de diciembre de 1663 con cuarenta y un años.


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