La dehesa, en
flor. Apuntan las primeras jara en Sierra Morena; las encinas ya tienen sus zarcillos colgando sensuales, reventones. Todo es un manto verde; todo es exuberancia.
El tren va rapidísimo. No da tiempo a
ver el paisajes en la proximidad; en la lejanía huye como las sombras de las
nubes.
Es una
alfombra verde el Valle de Alcudia; Puertollano muestra signos de un pasado
industrial un día floreciente; ¿hoy? Una
lucha por la supervivencia. El tren pasa por la estación con la velocidad muy
aminorada. Dos iglesias, en piedra, majestuosas; un monumento al minero;
instalaciones de construcciones nuevas. Puertollano está en el límite Sur del
Campo de Calatrava; Valdepeñas, en el Este; Abenójar por poniente.
Casi todos
los pueblos tienen por apellido ‘de Calatrava’. Parece un intento de reivindicar un pasado
esplendoroso de guerras y luchas en la Baja Edad Media. Argamasilla, junto a la
vía; un poco más allá, pero no se ve, Almodóvar del Campo, tierra de San Juan
de Ávila, patrón del clero secular, apóstol en las predicaciones en tierras de
Andalucía; lo cubre la tierra de Montilla.
En la Laguna
Blanca, bandas de patos. Centellea el agua con la luz de media mañana; la de Caracuel es de origen volcánico. La guía
que lleva el viajero dice que según qué estación del año acoge una fauna
diferente. Desde el tren, un imposible. El maar del Mortero un cráter volcánico
relleno de agua. Es Monumento Natural.
Ciudad Real
es la capital. De aquella ciudad de los finales de los sesenta no queda nada. Bueno, sí, el estadio de atletismo.
¿Qué fue de aquel Delihah de Tom Jones, en las horas del parque? Cuando “unos
trenes en la noche / el ruido de algunos coches / unos patos que se escuchan…” (De música el
aleluya de Aute). ¿Dónde fueron aquellos tiempos?
El tren no
para; sigue. El embalse del Vicario remansa el Guadiana. El campo está verde.
La llanura es una eclosión. Un poblado abandonado, como el aborto de aeropuerto
que un rato antes dejó el tren a su derecha, apetencias soberbias de políticos
con afán de notoriedad pero con el dinero de otros, claro.
Salimos de
Málaga; pasamos por Malagón. Ni fue mala la situación primera ni, ahora, ésta.
El tren va raudo; el campo precioso. Está aquí la primavera.
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