La música al
final, lo arregló todo. La banda comenzó a tocar. Los que aún estaban por la
zona siguieron viendo el cortejo que se reanudaba; ¿los otros?, averigüen dónde
llegaron algunos corriendo. Estampida; desbarajuste; desorientación y más
desinformación.
No tenía que
pasar; pero pasó. Hay psicosis de atentado. Da la impresión que alguien está
interesado en que pase algo fuera de la normalidad para sacar pecho, y luego,
contarlo. Y, después, un rosario de medallas…. ¡Si lo decía yo!
Claro,
muchacho, claro que lo decías tú. Pero, fíjate no pasó nada. Dos heridos por
cortes de una valla. (No tendría que haber habido ninguno; lo hubo). Todo
comenzó por una pelea callera. ¡Qué cosa más rara! De momento voces, gente que
corre, rumores; se rompe la procesión.
El miedo es el libre; la conciencia de dónde y
el porqué se va es otro cantar. Algunos de estos no tienen nada que ver con los
cristianos de otras zonas de ese pequeño mundo donde sí se juegan la vida de
verdad. Por cierto, pregonan que son cristianos donde saben que les va la vida.
Aquí ¡qué quieren, sale más cómodo!
Me concome
un razonamiento. Prescindo del fervor y religiosidad. El Cautivo lleva detrás una auténtica
manifestación. Una pregunta, sin acritud. ¿No existe un servicio de orden como
en cualquiera otra aglomeración humana? Hay que hacérselo ver a quien
corresponda.
El Cautivo,
bueno, la procesión de Jesús Cautivo bajaba por Carretería. Dicen que la cosa
empezó con dos en una agarrada. Se suman otros. Se desata el desatino. Hay
quien ve – lo cuenta el periódico – armas, fogonazos de disparos, un coche que
viene a toda velocidad por dirección contraria…
La cosa no
queda ahí. Comienza a acudir policía. Un helicóptero sobrevuela la zona. Todo
cuadra. Solo faltaba escuchar la deflagración. El cóctel servido; el pánico
libre. La gente comienza a sacar conclusiones erróneas. El vehículo policial
solo pretendía una información para poderla transmitir a los que estaban en
tierra…
Alguien, una
vez superados los primeros momentos, tiene una idea lúcida. Ordena que toque la
banda; lo hace. La música ayuda a recomponer el cortejo. La procesión se pone
en marcha. Viene apelo lo de Lorca: “Señores guardias civiles: aquí paso lo de
siempre. Han muerto cuatro romanos / y cinco cartagineses”.
Pues ya ven,
ni eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario