Me gustaría
andar esos caminos y dar riendas sueltas a los sueños; me gustaría ir a dónde ellos llevan y, en las
espaldas colgada una mochila de recuerdos y, los ojos mirando y mirando... ,
porque dicen que es en los ojos donde primero se leen los sueños.
Me gustaría
soñar, Sevilla, contigo al lado, y ver cómo pasan esas nubes – ¿de dónde vienen
con sus vestidos grises de estreno? - que van camino de otros cielos, a contar lo
que han visto, a decir, que todo lo que les digan, es cierto. Me gustaría…
Me gustaría
ser un niño de los que jugaban en la calle, en
otro tiempo, que saltaba engañando al tiempo, y que nunca terminaban en
la punta porque una voz llamaba: “No te vayas tan lejos” Y, el niño volvía al
amparo de la voz protectora.
Me gustaría
sentarme en esa orilla y ver cómo quieta, se están yendo en cada momento el
agua del río, y soñar con veleros blancos que venían de otras
tierras. Eran tierras de lejos. Tan lejos, tan lejos… Traían plata y oro y
tabaco y pájaros y plantas comestibles y
gente muy rara, que hablaban de aventuras y conquistas y…
Me gustaría
sentir cómo la brisa acaricia las copas de las palmeras y ese murmullo de
vuelos de palomas que bajan a la tierra desde el cielo y picotean, de aquí y de
allí… ¿Qué comen las palomas urbanas en esas horas en que no hay gente en la
calle?
Me gustaría
saber qué piensa la Torre y conocer todos sus secretos. La Torre dice que la
leyenda se encargó de hacer soñar a mucha gente pero solo ella conoce la verdad de todo lo que el tiempo
le hizo encerrar en sus adentros.
Me gustaría
saber qué fue de aquellos pilluelos que pinto Murillo en las puertas de los
templos, y si don Miguel de Mañara subió al cielo, y si el obispo de Valdés
Leal fue consciente que de cuál era el
mensaje del “sic transit gloria mundi” y…
No hay comentarios:
Publicar un comentario