domingo, 16 de abril de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Intolerantes

En el manual de primero en la Facultada de Periodismo se dice algo así como que no se debe comenzar un artículo con un refrán o con una frase hecha. Rompo; desobedezco y comienzo con el dicho de mi pueblo: “hasta que el guarro no vuelca la pila, guarro no es”.

Verán. Viene esta consideración a raíz de los sucesos del Lunes Santo en Málaga y la ‘Madrugá´, en Sevilla. Parecía que los muchachos estaban ansiosos por meter la patita y volcar la pila. Lo han conseguido. Naturalmente la cohorte de voceros y estómagos agradecidos le han hecho su eco correspondiente.

En Málaga la trifulca comenzó porque, al parecer, unas sillas colocadas en a acera les estorba el paso… En Sevilla la orquestación ha venido desde tres sitios diferentes en la ciudad. Y, ¡ay, coincidencia! Todos a la misma hora.

Miles de personas se han echado a las calles de España en cualquier pueblo grande o pequeño, ciudad importante o mediopensionista. Celebran a su modo y costumbre la Semana Santa. La gran fiesta barroca – dejo a un lado la connotación importantísima de la religiosidad – con que cada primavera el pueblo rememora unos hechos, empañada.

¿Cabe más arte transitando por la calle? ¿Cabe más esfuerzo, más trabajo, más entrega que la que dan estos cofrades? Ah, y todo gratis. Solo tienes que abrir el bacón si por tu calle pasa una procesión o irte – que es como a mí me gusta – al encuentro de esquina en esquina…

A la España con la juventud más preparada de su Historia, a  la España que supo pasar de la dictadura a una Democracia con ejemplos de tolerancia y generosidad viene un puñado de ‘artistas’ y dicen que aquí no se juega. ¿Razón? Una potentísima: a ellos no les da su real gana que la gente pueda echar unos días de romper la monotonía y celebrar algo especial.


¿Adónde queremos llegar? Me temo que estos – los adjetivos calificativos los dejo quietecitos en el Diccionario – ya han demostrado que son guarros y saben volcar la pila. Ahora toca dejar los paños calientes en su sitio y aplicar sencillamente la ley. Lo dijo un poeta hoy olvidado, José María Pemán, en el 'Divino Impaciente´ “No hay virtud más eminente / que el hacer sencillamente, / lo que tenemos que hacer”. Al buen entendedor…


La imagen puede contener: una o varias personas y multitud

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