A ambos lados de la mesa dos jarrones con rosas. De
vez en cuando cae un pétalo. Son pétalos rojos, rosas, blancos, amarillos…Las rosas
en la víspera de la Nochebuena son como los mirlos de ese color que dicen que
no existen, pero no es verdad, que sí los hay…
Soniquete de una música especial por la calle. Es
una pastoral. El Corte Inglés dijo hace muchos días que ya es Navidad. No soy
quien para contradecir a tan sabiondos señores. Nos marcan cuando es primavera
o cuando es Navidad… La Navidad llamó a la puerta ayer cuando los niños
cantaban los números de la lotería.
Dicen que han visto que ya vienen los Reyes por los
desiertos de arenas calientes. Vienen de muy lejos. Siguen a una estrella.
Todos los años, maravillosamente, igual. La estrella sabe su destino. Va y se
posa sobre los montes de Belén y todas esas cosas sabidas.
Hay otros reyes, son de carne y hueso. No viven en
palacios. Transitan por otro desierto; se llama vida. Tienen tanta sensibilidad
que siente el sufrir de otra gente, y van
y traen el regalo de su trabajo – que por cierto es bueno, muy bueno – y lo
regalan a Caritas y a los asilos y a los necesitados.
Son Reyes anónimos. Vamos, que no queremos decir sus
nombres. En su generosidad concitan, en su entorno, a otra gente que tienen
‘posibilidades’ y propician que a los que menos tienen les llegue una ayuda en
forma de cariño, de ternura, de mantas, de sábanas, aceite, comida… Su
calendario es especial; su manera a actuar, también.
Estos Reyes propician la llegada de la Navidad a
muchos sitios. Es la buena gente de la que hablaba don Antonio Machado. Hacen,
que eso que se llama vivir, tenga un sentido distinto. Los conocemos. ¿Verdad que irradian algo diferente y que uno
no se harta de estar junto a ellos?
Envuelto, en los pétalos de las rosas que caen sobre
mi mesa, va para todos - ellos y ustedes que me leen cada día - el espíritu de
la Navidad: Felicidad, paz y bien.
Ayer, una buena amiga, me dijo que había dedicado el día a pedir para Navidad de niños que no tendrán un juguete y posiblemente tampoco un plato de comida caliente en la mesa... Me contó que habían recogido de todo, y que casi lo menos importante habían sido los juguetes, porque la demanda mayor era de ropa y comida. Ella no es reina, pero si paje de sus majestades y desde luego estaba imbuida del espíritu de Navidad al que aludes Pepe. Su entusiasmo mientras me lo contaba, lo decía bien a las claras...
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