La luz; la sagrada luz del Sur se ha venido a vivir,
por un tiempo, a los lienzos de Jaime Rittwagen. Es la luz de cada día; del
amanecer por la mar abierta; la misma luz
que se va, cada tarde, agotada por
la Sierra de Mijas. Mientras tanto, eso que llamamos vida, se las anda por las
calles de Málaga.
Jaime es un pintor näif. Vamos, Jaime pinta lo que
todos pensamos que podríamos hacer pero que sólo los artistas tienen la
capacidad de llevarlo desde la realidad al cuadro. Jaime nos enseña que tocados
con la varita mágica del arte hay… muy pocos.
La obra Rittwagen es un acta notarial de la Málaga
de cuando éramos niños. La vida, toda la vida de entonces, la refleja con sus
pinceles primorosos, delicados, únicos. El pintor näif ve la realidad diferente
a como la ven otros artistas. Ni mejor ni peor, ni idealizada ni realista.
Sencillamente, diferente.
Por los cuadros de Jaime circulan coches de caballos
y carruajes que llevan sacos de azúcar desde los almacenes de coloniales de Adolfo
Marineto o de Guerrero de las Peñas a las tiendas de calle Compañía, Cisneros
Especerías…; toneles de vino que van de las bodegas Pérez Texeira a los
Quitapenas, a las Campanas, a la Casa de Guardia…
Está la bahía con veleros al sol de la tarde; los barcos se van para otros mares. Los bañistas
casi tostados al sol y chaveas que juegan a ser felices, y tranvías por la
Alameda que cruzan el puente y que vienen de El Palo o de Huelin. Pregonan:
Cerveza Victoria, Ceregumil, hojas Palmera y
para los que quieran beberlo: Anís del Mono.
Hay quien vende castañas en la calle y palomas en el parque, y
un nota que siempre va en bicicleta, y esto que todavía la gente no tenía
costumbre de hacer ejercicios, y gatos curiosos y perros y quien pasea el niño
en un carrito. En Capuchinos o en la Trinidad han dejado la tarde libre a los
soldados…
Jaime colgó anoche sus cuadros en la galería
Benedito. Me llamó; yo estuve allí, si ustedes quieren… Que lo disfruten, que
luego no quiero reclamaciones…
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