“Viva Málaga
que tiene / Caleta y el Limonar/ su parque lleno de flores / a la orilla del
mar / donde nacen los amores….” Lo pregonó el cante por Malagueña del Niño de
Vélez. Luego, vinieron las variantes de Juan Breva, el Niño de Canillas…¡Cosas!
El mar de
enfrente es el mar de Alborán. En los días claros de mayo Melilla, casi al
alcance de la mano; ahora, imposible. Es la misma mar que canta el Maestro Alcántara.
La ve desde “su ventana en el rincón del Rincón”. Escucha el murmullo de las
olas…
Desde el Puerto del León, casi a tiro de piedra de
la Fuente de Reina, Málaga aparecía esta tarde coronada por un manto de bruma. El Puerto del León sube casi a los mil metros. No es que esté, abajo, asentada la
niebla; no. Es polución. No se mueve una gota de aire. Todo está en calma.
Está cercano el solsticio de invierno. El sol hinca la cresta
pronto sobre la Sierra de Mijas, o sea la otra barandilla a la que Málaga, “Ciudad
del Paraíso”, como la vio Jorge Guillén, se
agarra en sus paseos. La ciudad tomaba un aspecto diferente. Lo que es luz de
la mañana, ahora es otra cosa… Diferente. No gusta.
Hablan de la boina de contaminación que se cierne
sobre Pekín. Dicen que hay un chino que vende ‘aire puro’, en botellas, traído de las Montañas
Rocosas. Dos consideraciones: son muy comerciantes, y qué fácil es que a uno lo
engañen como a un chino.
No llegamos a tanto. Tampoco se alcanzan las cotas
que dicen que se respira en Madrid… Esto solo tiene en común el parecido. Por
cierto, me gustaría otro parecido. Nosotros hechos a los días claros y
luminosos se nos hace como cuesta arriba esta pesadez del anticiclón.
No hay brisas que vengan del mar; no hay terral que
sople desde la tierra. Una amiga publicaba el refrán de diciembre caliente
augurando malos presagios. No lo sé. Me temo que vendrán los fríos de enero y
los de febrero y los de la madre que… Ahora respiramos un aire calentón y
sucio. Tendrá que ser así. ¿Ustedes que opinan?
Así es Pepe, el refranero, resumen del saber popular a través de los siglos, dice de diciembres como este que; “Diciembre caliente trae el diablo en el vientre” y creo - y de sobra sabes lo que pienso - que está sobrado de razón. Es tiempo de fríos, de nieves, de lluvias, de ventiscas... y España entera, es un infinito manto gris, cálido, sucio y seco. Sé y al mismo tiempo temo, con profunda pena, que “los fríos de enero y febrero”, dentro de poco, serán algo extraño. ¡Cuando daría, amigo, por estar equivocado...!
ResponderEliminarYo temo que el invierno será crudo. Aún recuerdo las calores de julio. El 'otro' platillo de la balanza pide su sitio...
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