Felipe va y cuelga en
su muro. Copio literlamente: “Pepe Rosas un perote universal... este día recuerdo que nos cruzamos
en la ‘calletras’ y me dijo Hipi,
(como era el mote de mi padre) hazme una foto en mi puerta que es el arco más
bonito después del de las Torres... y por desgracia creo que puede ser la última
foto que se le tomó”.
Pepe Rosas era eso, y
más. Único, señero, singular, extraordinario, original, distinto, sin par,
especial, fuera de lo corriente, insólito, inusitado, excepcional, fabuloso,
esencial, asombroso, sorprendente. Es decir, Pepe Rosas.
Todos estos sinónimos
como aquello de los Diez Mandamientos que se encerraban en dos, se compendian
en dos palabras: Pepe Rosas. El profesor Rodríguez Becerra lo llamó: “Memoria colectiva
de un pueblo”.
Peregrino del
folclore viajó de Nueva York a Belén; de Bruselas a Rabat; de Chauen a Lisboa;
de Tánger a Estambul…Dicen que el folclore no se aprende en la Universidad.
Algunos, como él, nacieron con el venenillo dentro.
Recopiló coplas de
meceeros, villancicos, coplas de carnaval; le bailó a la reina Fabiola en su
boda, y en la Feria Mundial de Nueva York. El Ayuntamiento, cada año, convoca
una muestra, entre escolares, de Villancicos de Álora – para que nunca se
pierda lo nuestro, me decía – con su nombre…
En Granada conoció al
pianista de Lorca; con García Matos recorrió - "cuando no había aparatos radio
y esto no se había prostituido" - los
Lagares; con Juan Martín, el Capitán, bailó Verdiales en el Albert Hall de Londres…
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Pepe, ¿tú
hermano que estudia?
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Derecho
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Y¿tú?
-
Doblado…
Por cierto, su
hermano fue Magistrado del Tribunal Supremo; si existiese algo paralelo para el folclore, Pepe habría ocupado un sillón en paridad. Su luz física se nos apagó una mañana; su luz del recuerdo brilla con enorme fulgor.
Conocí a Pepe Rosas, por mediación de mis hermanas mayores, Nati y Conchi, que cantaban y bailaban como los ángeles, todo el repertorio de canciones de la tierra, lo que hizo que Pepe pidiese a mi padre, las autorizase a formar parte del grupo de coros y danzas de Álora. Como eran otros tiempos, mi padre dijo que no y ahí quedó el proyecto y – de paso - la ilusión de mis hermanas, limitadas a alguna actuación todo lo mas en el pueblo. También conocí a su hermano, el magistrado, en su casa de Madrid, todo un señor, que me recibió - como si me conociese de toda la vida - solo por el hecho de ser perote. El señorío Pepe, se ve que va de casta...
ResponderEliminarTuve la suerte de compartir muchas horas, muchísimas horas junto a él. Imposible el olvido...Difícilmente en Álora nacerá otro que le iguale.
EliminarUn gozo hablar y oir hablar de él.
ResponderEliminarSu legado y su saber perdurará en la historia de ÁLORA y en la memoria de todos los perotes.
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