“En la carretera
desde Torvizcón a Cádiar se ve un pequeño pueblo al otro lado del río, colgado
de manera imposible. Los viajeros, al contemplar esta vista, se preguntan:¿Qué
pueblo es ese? Pues ese pueblo es el nuestro, es Almegíjar”. Así invita mi
amiga Merche – Merche Hernández – a los viajeros para que se acerquen a su
pueblo…
La Alpujarra es
tierra dura. Por la orografía y por Historia. La Alpujarra está en la ladera
sur de Sierra Nevada; enfrente, al otro lado, la Contraviesa y entre ambas, el
río Guadalfeo. La Alpujarra tiene un pasado de guerra y rebelión; un presente
de supervivencia difícil.
El cielo casi siempre
es azul. En invierno las nieblas tienen su patio de recreo en las cumbres de
Sierra Nevada. Una sucesión de prados y
vegetación de montaña se dan la mano para no resbalar, y llegan a las aguas del
Guadalfeo; en medio, Amegíjar. Una pincelada blanca en disputa con las nieves
de la Sierra.
El río viene de
arriba, del Peñón del Puerto. Va camino del mar. El terreno muy quebrado – de
ahí su nombre – con barrancos profundos. Lo llaman río de la Victoria porque
por su desembocadura, en Almúñecar pisó tierra firme, Abderramán I cuando vino
de Damasco… Pero esa es otra historia.
Almégijar es una
sinfonía de agua y cal. Agua fría, muy fría en las fuentes y en el lavadero y
en las correntías que buscan el río; de cal, en los tinaos. Reverbera la
blancura con el sol de la mañana. En las paredes cuelgan tiestos de flores.
Ponen contrastes de buen gusto, color y belleza...
De los árabes tomaron
miel y almendras; del mundo cristiano,
la afición a la chacina del cerdo. Y, además, lo que venga de la caza. Y, por
si no hubiese bastante, hacen gachas; migas con sémola; gurullos - pan, aceite
y agua -; pan de higo que sabe a gloria bendita. La fruta, exquisita: peras y
manzanas; caquis, en otoño, castañas, cuando arrecia el frío…
Dicen que el Ártico
se derrite. Almégijar, ‘la bien Planta’ está donde tienen que estar: launas y
pizarras. Arquitectura de un pueblo que guardó de otro tiempo; una iglesia con
una torre a cuatro aguas y gente amable que acoge al viajero…
Una descripción maravillosa de mis orígenes. Gracias, he recorrido mi querido pueblo con sus bellas palabras.
ResponderEliminar