sábado, 15 de agosto de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Aceitunas

Desde el quince de agosto, en el campo, se guardaban los suelos de las aceitunas porque “la aceituna ya tiene aceite” decían los viejos. Por cierto, este año los olivares tienen bendición de Dios. Piden un rocío de agua del cielo a gritos. Pero que llueva con vergüenza, como tiene que llover, sin daño y con gracia. De la otra manera de caer agua, pues como que no.

Están las aceitunas clamando verdeo temprano y una salmuera y un aderezo de tomillo, hinojos, pimientos colorados y una ajito machacado y una damajuana de boca ancha. (Maestro, no se lo digas a nadie, pero ya mismo tenemos aceitunas nuevas, que saben a leña y están para chuparse los dedos).

Los olivos, alineados como quien presenta armas a la procesión del Corpus una mañana de sol, tienen dobladas las ramas por el peso del fruto maduro. Son cuentas verdes de un rosario escapado de algún cuadro de Alonso Cano. Tienen cuerpo las aceitunas mucho cuerpo y mucho aceite ya dentro.

“A ver si de una vez nos enteramos de que el aceite, hijo de la aceituna, es lo más parecido a nuestra sangre… Que me digan si eso no es razón bastante para tenerle confianza…” Escribió Barbeito para quien se quiera enterar de primera mano.

Manzanillas aloreñas, picuales, cornicabras, picuales, marteñas… Todas con traje nuevo. Tienen distinto nombre pero todas como niñas de verano portan tanta belleza que a la hora de elegir uno se queda con cada una y con todas.

Llevan dentro la gracia de la luna que se asoma por las madrugadas al brocal del pozo y refleja su cara en el espejo del agua quieta para no romperla. . Llevan ese mecío airoso que da la brisa del amanece a los palios de la Vírgenes en medio de cirios de fe.


Están ahítas y prietas. Esperan la mano de ordeño cuando dentro de unos días Alguien diga que ya ha llegado la hora del  verdeo; las que queden, de pasión y molino, esperarán el día de ir al supremo sacrificio. Los olivos ya presentan las armas de su cosecha. Piden un rocío, aunque solo sea un rocío, de agua del cielo. 

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