domingo, 20 de abril de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El pajarero


                                         
El pajero tenía colgados media docena, mal contada, de jaulones en una pared blanca que bajaba desde el filo del tejado hasta el suelo. De tejas arriba el azul, limpio, añil, pureza… de lo que antes se llamaba cielo. Y Alguien más que se intuye, que se sabe que está pero que no se ve.

El pajarero tenía, en un jaulón grande, un loro gris de pico retorcido y garras duras. Dice que se lo compró a un legionario que venía de Ceuta. El pajarero que vende su apellido no vende el loro. El legionario se fue a Afganistán y se lo enseñará cuando vuelva…

En otras jaulas más pequeñas tiene el pajero canarios cuneros de plumas diferentes. Habla y no para. Le pregunto por los pájaros de canto y hablamos de los ‘malinois’ y de los ‘roger’.

El malinois – me dice es un pájaro ventanero – y el roger para los mineros. Cuando le digo que detectaban el grisu y le hablo de los blancos recesivos, el pajarero que es listo como él solo, ya sabe por dónde va el agua al molino y me cambia el tercio.

Las sombras llegan a media calle. Me dice, que estos días de atrás, como pasaban por aquí las procesiones con el zumbido de los tambores los pájaros han estado muy raros. ¿Sabe usted? Asustados.

El pajarero sabe que los criadores ya tienen pollos nuevos y como este año no ha venido, todavía, ninguna tormenta, están criando muy bien. Pasamos, otra vez, al repaso de plumas y me habla de los isabelas, pasteles, de los rojos… y de los piensos para pigmentación.

Pasan dos mujeres que vienen de la compra. Se alargan las sombras. Nuestras cuerpos en  las sombras son figuras de El Greco. Si las perseguimos huyen, si nos alejamos, nos siguen. Por la mitad que da el sol el pajareo deja que sus pájaros se distraigan con los pocos transeúntes que van por calle. Hablamos, luego, más rato…

No hay comentarios:

Publicar un comentario