Pajarillos a volar… que es primavera, que el sol luce en lo
alto del cielo y están los campos sembrados de flores. Nacen las margaritas en
la orilla de los caminos y crecen floridos los romeros. Viene un perfume que embriaga
y el aire trae esencias nuevas.
Pero ¡ay! con las cosas de comer no se juega. Acaba de
cerrarse (¿) una crisis en el Gobierno andaluz. Se revisarán – en esto de las
cifras hay confusión- ocho expedientes
de los doce a los que se le asignó una vivienda en Sevilla. No se sabe nada de
los otros cuatro que faltan para la docena ni de los doce mil que esperan…
Una amenaza de elecciones anticipadas ha disparado las
alarmas. ¿Perder el sillón y la corbata diaria? ¿Perder la Visa y el coche
oficial? ¿Perder las prebendas del chófer que abre la portezuela que oye todo
lo que se habla desde el móvil pero que no escucha nada? Eso no entra en el
programa.
Está Andalucía de Cristos sangrientos por la calles y… de quien
ha sudado sangre cuando ha visto que podría perder todo lo que por la gracia
del destino y de una legislación que pide a gritos reformas, ve que puede
perderlo todo. Esto ha sido el ‘parto de los montes’ y una genuflexión en toda
regla.
Expoliado por la soldadesca estaba Cristo antes de iniciar el
camino del Gólgota. El posible Decreto
que disuelve el Parlamento, ha flotado como un mal aire, en los albores, de la
Semana Santa. Algunos han temblado ante la posibilidad de cargar la cruz a
cuesta de su realidad. O sea, volver a
ser, lo que fueron.
Han llegado los acuerdos. Tenían que llegar. Con las cosas
de comer no se tontea. Ni por un asomo. Que las carga el diablo y si los de
enfrenten son malos de solemnidad, los de esta orilla, no demuestra que son mas
buenos… Y luego pasa lo que pasa. Es Domingo de Ramos. Flores y palmas, olivos
tiernos, calcetines nuevos, tronos y pajarillos a volar… ahora, que todavía,
podemos.
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