Parece que han movilizado a la quinta. No descansan ni en
Jueves Santo. Se abre el periódico y, a uno, se le caen los palos del sombrajo.
Más corrupción descubierta en Andalucía; catalanes –algunos, claro- erre que
erre y pasotismo en el Gobierno. Más lento que un centrocampista argentino,
para dar respuesta...
Ni en Jueves Santo. Niños en umbrales de pobreza; viejos
abandonados; enfermos sin asistencia… ¿No dicen que hoy, Jueves Santo, es el
Día del Amor fraterno? ¡Qué bonita es la utopía – la del barrio sevillano, para
ciertas personas, también – que nos pone las cosas…
Es precioso aquello de “ubi charitas et amor”… Dice la letra
del canto gregoriano que sigue y afirma que allí está Dios. Se lo estamos
poniendo un poco difícil. No hay más que ver un telediario y abrir los ojos. Es
preciso – por lo precioso- que la letra se haga realidad. Aunque sea, siquiera,
por un solo día.
Las calles están abarrotadas de gente. Lo llenan todo; la
bulla va y viene y hace que donde mejor se esté es en la casa, pero aquí somos
así. Nos tiramos a la calle y cuanta más algarabía, más ruido y más achuchones,
mejor. Por eso (además de por otras cosas más importantes) el Jueves Santo es
tan grande.
Aunque algunos no quieran pararse ni en Jueves Santo.
Ucrania (blindados en Slaviansk) y el virus ébola que hace estragos en ciertos
países africanos y el otro virus, el de la poca vergüenza en Andalucía. Según
leo, ahora, toca en Málaga. Las cifras, mareantes.
Por cierto un amigo esta mañana me ha frenado en seco. ¿De
dónde crees tú que ha salido la paz social de Andalucía? ¿Se te ha olvidado que
“gallo que no canta, algo tiene en la garganta”?
Lleva – puede llevar – parte de razón mi amigo pero no es
posible. Alguien tiene tomar alguna medida y frenar todo esto. No se acalla la
Justicia con el latrocinio y el sinvergonzonerío. No es posible. Ni siquiera en
Jueves Santo.
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