Miércoles Santo. Casi ya entre dos luces. Vienen cuatro
arbotantes lejanos ahítos de tulipas que bajan por Alcazabilla: de lejos es un
haz de luz que rompe la noche; de cerca, ¡ay, Señor, de cerca! “No me mueve mi
Dios para quererte…! Ya sabes, Señor, que lo sabes todo, Señor Rico en perdón y
en misericordia…, porque Tú lo sabes todo.
Porque Tú eres Luz - ¡oh, Luz de Dios! – Te he visto,
mecido, con mimo, como quien lleva mucho encima por Cister o al doblar la
esquina de Santa María con Molina Lario. Te he visto cómo te ibas, porque te
llevaban, y yo, Señor, desde una acera cualquiera, desde mi duda cierta, desde
mi miedo y mi interrogante casi sin respuesta, te miro, te rezo, te pido… ¡qué
sé yo! Si Tú lo sabes todo.
¿Adónde te escondiste
- te pregunto -, como se lo hacía San Juan de la Cruz? ¿Adónde? Dime. Y me dejaste, y salí tras de ti, y eras
ido… Y vi que te perdías, sobre dorados y oropeles, sobre cabezas y velas de fe
– la fe de los otros que la quiero también como mía- y en la noche ya cerrada
con estrellas que se abren paso y una luna de Getsemaní que será, por una esta noche, malagueña…
Ya sabes, Señor, ni el cielo prometido… Señor, Tú que hablas
desde el silencio de nuestra cruz de
cada día; desde ese trono sublime, desde el altar de plegarias; háblame, dime entre tanta gente, que eres Tú,
el que yo busco en mi bruma y el que se aleja ya por la Alameda y girará antes
de llegar al Puente. Ya sabes – porque Tú lo sabes todo – que entre la
barandilla y el río hay mucho trecho… Sí, aquello del santo Cura de Ars…
Y yo recorro el trecho, como amante que sigue a la amada,
agazapado entre el gentío, como a escondidas entre el bullicio, y te veo que te
adentran por calle Granada. Y te llevan y yo te sigo, y te sigo en la distancia
y hablamos y nos preguntamos los dos y…
Por Calderería llegas a la plaza de Uncibay y, luego a
Álamos; de allí a la Plaza de la Merced… donde, mira por donde, se rinde
homenaje a un puñado de hombres que lo dieron todo, también, por la libertad… Y yo te sigo y te veo irte…
Y con noche cerrada,
ya estás dentro… Libérame, Señor, - ¿ves?, soy muy egoísta y que sólo te pido
para mí, pero Paco Valverde me ha dicho que escriba de lo que Tú significas
para mí- te decía, Señor, libérame,
porque yo también estoy preso de mí mismo, Tú, que eres rico en misericordia.
Dale la libertad a mi duda, a mi zozobra para que “aunque no hubiera cielo, yo te amara…” Tú,
Señor…
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