martes, 15 de abril de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Rico


Miércoles Santo. Casi ya entre dos luces. Vienen cuatro arbotantes lejanos ahítos de tulipas que bajan por Alcazabilla: de lejos es un haz de luz que rompe la noche; de cerca, ¡ay, Señor, de cerca! “No me mueve mi Dios para quererte…! Ya sabes, Señor, que lo sabes todo, Señor Rico en perdón y en misericordia…, porque Tú lo sabes todo.

Porque Tú eres Luz - ¡oh, Luz de Dios! – Te he visto, mecido, con mimo, como quien lleva mucho encima por Cister o al doblar la esquina de Santa María con Molina Lario. Te he visto cómo te ibas, porque te llevaban, y yo, Señor, desde una acera cualquiera, desde mi duda cierta, desde mi miedo y mi interrogante casi sin respuesta, te miro, te rezo, te pido… ¡qué sé yo! Si Tú lo sabes todo.

¿Adónde te escondiste  - te pregunto -, como se lo hacía San Juan de la Cruz? ¿Adónde?  Dime. Y me dejaste, y salí tras de ti, y eras ido… Y vi que te perdías, sobre dorados y oropeles, sobre cabezas y velas de fe – la fe de los otros que la quiero también como mía- y en la noche ya cerrada con estrellas que se abren paso y una luna de Getsemaní que  será, por una esta noche, malagueña…

Ya sabes, Señor, ni el cielo prometido… Señor, Tú que hablas desde el silencio de nuestra  cruz de cada día; desde ese trono sublime, desde el altar de plegarias;  háblame, dime entre tanta gente, que eres Tú, el que yo busco en mi bruma y el que se aleja ya por la Alameda y girará antes de llegar al Puente. Ya sabes – porque Tú lo sabes todo – que entre la barandilla y el río hay mucho trecho… Sí, aquello del santo Cura de Ars…

Y yo recorro el trecho, como amante que sigue a la amada, agazapado entre el gentío, como a escondidas entre el bullicio, y te veo que te adentran por calle Granada. Y te llevan y yo te sigo, y te sigo en la distancia y hablamos y nos preguntamos los dos  y…

Por Calderería llegas a la plaza de Uncibay y, luego a Álamos; de allí a la Plaza de la Merced… donde, mira por donde, se rinde homenaje a un puñado de hombres que lo dieron todo, también,  por la libertad… Y yo te sigo y te veo irte…

 Y con noche cerrada, ya estás dentro… Libérame, Señor, - ¿ves?, soy muy egoísta y que sólo te pido para mí, pero Paco Valverde me ha dicho que escriba de lo que Tú significas para mí-  te decía, Señor, libérame, porque yo también estoy preso de mí mismo, Tú, que eres rico en misericordia. Dale la libertad a mi duda, a mi zozobra para que  “aunque no hubiera cielo, yo te amara…” Tú, Señor…

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