Si das en ir a Flores
una tarde de abril, abróchate los machos para que no te puedan las sensaciones.
Ábrete por dentro y déjate empapar. La belleza te desborda. Volverás más lleno
que subiste porque hasta casi su llegada, la carretera sube, casi sin sentir,
pero sube.
Vino la Virgen por mor de aquello de guerras de otros
tiempos. El infiel no tenía sitio. Unos contra otros. Lo de siempre. La
trajeron del pueblo hermano de Encinasola. El Murtigas es raya y brazo que va
con dos orillas: a un lado Portugal; al otro, España.
La cosa fue por los finales del siglo XV, luego en XVI se
inician las obras de un convento. Que si ermita primera, que si misa bajo un
algarrobo frondoso. Los franciscanos - recoletos - buscan el sitio: a media
ladera entre el monte y la vega.
Arriba, rocas de
arenisca en El Hacho y aulagas,
romero, manzanilla, almoradux y tomillo; abajo, las huertas perfumadas de
azahar en primavera. Pinceladas verdes que dio la mano del hombre con la brocha
de tiempo porque pasaron ellos, y quedó lo quedó…
Dentro – el Santuario siempre está abierto – todo es
recogimiento. Silencio. Desde el camarín la Virgen ve a quien llega. Se sienta.
Le hablan, Le dice cosas… A veces, alguien enciende una vela; pone un ramo
sobre el altar, musita palabras que van del alma al... A eso, alguien le llamó
rezo.
Tota pulchra est María de Flores… o aquello de Flores
aparuerunt in terra nostra… Da lo mismo. Las advocaciones marianas del Antiguo
Testamento, barroco en yesería. Cantan y pregonan: en el centro de todo, María. María
de Flores…
Desde ayer, en una dependencia, han abierto un museo con
recuerdos de una mujer – la Señorita Laura Aguirre – que anduvo cerca de eso
que por la tierra se llama santidad. El empeño de Ángeles López y un puñado –
pocos – generoso de voluntariado, lo han conseguido.
Arrullan las palomas en el alfeizar de las ventanas. Puede
que ulule el viento. No importa. Por aquí se para el reloj. Si nos encontramos
algún día, me lo cuentas.