jueves, 4 de diciembre de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Jabalíes

 



4, diciembre, jueves


Ha pasado la época de la imagen bucólica difundida por las redes.  Jabalíes bajaban, por las noches, en busca de comida en los contenedores de basura. Corrían con un trote cochinero de un lugar a otro.

Al principio, las imágenes eran de los alrededores de las grandes ciudades y en las urbanizaciones colindantes. Los  vimos desde los montes colindantes a Barcelona; luego, más cercanas. Mangas Verdes, el Cerrado de Calderón o los aledaños al Monte de las Tres letras, en Málaga. Solitarios; después, en parejas; luego, piaras. En una gran superficie de Fuengirola animales adultos, jabatos y rayones se pasearon entre la gente.

Sonrisas de agrado. ¡Qué bonito todo! La ignorancia es muy atrevida. Desconocían que esa fauna montaraz son animales salvajes, no solo son salvajes los leones y las hienas de los documentales de las siestas de verano.

Hace unos años, no recuerdo cuantos, a raíz de la película de Bambi, en Estados Unidos se instaló una corriente de buenismo. Por aquí, también. Ignoran que entre lo sublime y lo ridículo hay un paso. Prohibieron la caza de ciervos en una zona determinada para que los “cervatillos no se quedasen sin madre por culpa de los malvados cazadores”.

Al cabo de unos años empezó a expandirse por entre la masa de animales enfermedades que causaban, además de mortandades incontrolables, enfermades desconocidas. Los “buenistas” que la habían emprendido contra los maléficos cazadores, habían conseguido, además, el descontrol de los depredadores naturales.

Se han hecho leyes protectoras. Eso no significa que tengan que ser descontroladas de animales como zorros, comadrejas, lobos... No se puede pescar en los ríos; hay que destruir azudes para que los peces ¿suban? a desovar, no puede pastar el ganado y limpiar de manera natural pastos y lastones sus orillas, y otras…

Se ha querido arreglar, además, con declaraciones desafortunadas: “a los ganaderos les pagamos las ovejas que matan los lobos, y las colmenas que destrozan los osos”. Sí y ¿cómo se paga el descontrol del bosque quemado, del ecosistema alterado porque no hay abejas que polinicen, el desastre auténtico que significa campo y campo despoblado de seres humanos porque no pueden vivir…?

Ahora, parece que un dichoso bocadillo en mal estado - ¡Dios Santo qué ojo clínico! ha sido el causante de la expansión de la peste africana entre los jabalíes del parque de Collserola. Amenaza a las granjas de cerdos, y detrás un seguro desastre económico. ¡Ay la bolsa!

No se habla de población animal excesiva y sin control, de ausencia de medidas corretoras, de prohibiciones sin sentido. Ya se sabe, el papel todo lo aguanta, si se escribe en un despacho sin pisar el campo más, y si, además, se cree en posesión de la verdad… Pasa lo que pasa.

 

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