miércoles, 3 de diciembre de 2025

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El orquidario de Miami

 


3, diciembre, miércoles.


El Jardín Botánico Tropical Fairchil se encuentra en Miami, Florida, EE. UU.  Es uno de los orquidiarios con más prestigio del mundo. Desde su fundación, a finales de los años 30 del siglo pasado, abarca dos mundos diferenciados pero bellísimos Es un arboreto y un jardín botánico. Parecen la misma cosa: no lo son.

El arboreto estudia los árboles y las plantas leñosas primordialmente. Analiza sus vidas y profundiza en ellos de manera científica. Según a qué especie se dedique toma un nombre. Si se deriva hacia las coníferas, por ejemplo, es un ‘pinetun’. Algunos estudian arboledas más amplias: de hojas caducas o perennes, frutales…

Los jardines botánicos, por el contrario, son más genéricos. Estudian las plantas vivas y pueden estar mezcladas entre sí. En un lenguaje más coloquial podríamos hablar de ‘museos de plantas vivas”. Obviamente su riqueza visual es impresionante. Hay jardines botánicos que según la especie se conocen como orquidiarios, rosaledas…

(Un amigo me ha comentado sobre la rosaleda, muy nueva, en Madrid, en la Gran Vía de San Francisco, desde la Basílica de San Francisco el Grande a la Puerta de Toledo… Ya la tengo en lista para cuando sea su tiempo).

Los jardines botánicos tienen dos posibles servicios a la sociedad. El del esparcimiento, y ahí entran los jardines colgantes de Babilonia, de la antigua Grecia, de Roma; los jardines ingleses o franceses, los jardines en los roquedos del Mediterráneo (Puerta Oscura en Málaga)…; el otro entra en el campo de la botánica como auxiliar de la medicina que se apoyó en las plantas para obtener la farmacopea, el nombre es muy feo, su servicio, vital.  Madrid tiene un jardín botánico espléndido en el Paseo de Prado, junto al museo.

 


El Fairchild de Miami lleva el apellido de su fundador, que provenía de una familia rica y estudiosa, lo que a veces, además de compatible, permite muchas cosas. Fue un explorador de la botánica del mundo, conjuntamente con un amigo, Robert H. Montgomery, introdujeron en Estados Unidos: mangos, alfalfa, nectarinas, dátiles, rábanos picantes, bambúes y cerezos de flor.

En la visita al jardín informan que él plantó el baobad gigante que hay junto a la puerta de entrada. Montgomery compró los terrenos – posteriormente se donaron al condado – y es uno de los centros mundiales con más prestigios en la horticultura. Son pioneros en el cuidado y en descubrimiento de nuevas especies de palmera resistentes a nuevas enfermedades.

Su joya, por razones de primor, las orquídeas, periódicamente la muestran como un señuelo y disfrute para que el gran público que se acerca, sin  ánimo de estudio previo, y sí con el de contemplar la belleza de uno de los centro pioneros de la investigación agrícola del mundo.

 


 

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