22 de
junio, miércoles. Por arte de birlibirloque viene, después de
vadear algunos ríos, un libro con años de retraso. Se publicó en 2011. Una nota
de Maruja con letra inclinada, de trazos firmes y marcando inercia hacia
adelante, dice: “Para Pepe Morales” y me ha llegado cuando ella ya no está…
Lo abro, lo leo con avidez. Lo
devoro. En el primer soneto: “Marcada
llevo el alma por tu ausencia, / Señor, y aunque confieso que ya vienes / de
camino y te espero, y te entretienes…” Me evoca aquella Noche
Oscura de preguntas que buscan la luz, el recuerdo de San Juan de la Cruz…
Y sigo. Tercer soneto, lo veo
claro: “Todo lo tengo cuando estoy
contigo / Dios cuando estás conmigo en esta herida / de amor con que tu amor
grabó mi vida. Todo lo tengo cuando estás conmigo”. ¿Reminiscencia de
Teresa de Ávila? ¿Habla siglos después la clarividencia de la Doctora de la
Iglesia?
No sé por qué. ¿O sí lo sé? “Mi Dios yo seguiré. Suya es mi briega. /
Suya. Me basta tanto lo que trae… / Seguiré mi señor hasta la siega.” Intuyo
la mano de Agustín de Hipona, el mensaje entre líneas, horizonte lejano… ¿Es
acaso aquello de mi corazón descansará cuando lo haga en Ti?
He visto también, en otros
versos, la rabia, los dientes prietos de Homero Macauley, que andaba por las
calles de Itaca, California, sobre una bicicleta y repartía telegramas que
traían noticias de lugares lejanos: “No
más guerras, no más hambre, / no más cruces, no más muertes, / pues vestido
está este cáliz / de una muerte diferente”.
Hay mucho de aquel viejo que
luchaba en la oscuridad de la noche contra su propia soledad en medio del
océano. Las luces lejanas de La Habana, y bajo las estrellas desgarraban los tirones
del pez que se resistía: “Háblale de tu
muerte, ahora, y dile / que mereció la pena tanta entrega, / que mereció la
pena tanta briega / para quedar en cruz, así, clavado”. Y don Ernesto,
socarrón, a lo mejor se sigue preguntando porque llevaba tanto tiempo sin
pescar un pez grande…
Leo, releo. Poemas, algo de
prosa… El agua de mi vida Lorenzo
Orellana Hurtado. 2011. Tarde calurosa de junio. Nunca es tarde…, aunque ya no
suben camiones renqueantes por la cuesta de la carretera de Colmenar…
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