miércoles, 22 de junio de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El agua de mi vida

 

 


22 de junio, miércoles. Por arte de birlibirloque viene, después de vadear algunos ríos, un libro con años de retraso. Se publicó en 2011. Una nota de Maruja con letra inclinada, de trazos firmes y marcando inercia hacia adelante, dice: “Para Pepe Morales” y me ha llegado cuando ella ya no está…

Lo abro, lo leo con avidez. Lo devoro. En el primer soneto: “Marcada llevo el alma por tu ausencia, / Señor, y aunque confieso que ya vienes / de camino y te espero, y te entretienes…” Me evoca  aquella Noche Oscura de preguntas que buscan la luz, el recuerdo de San Juan de la Cruz…

Y sigo. Tercer soneto, lo veo claro: “Todo lo tengo cuando estoy contigo / Dios cuando estás conmigo en esta herida / de amor con que tu amor grabó mi vida. Todo lo tengo cuando estás conmigo”. ¿Reminiscencia de Teresa de Ávila? ¿Habla siglos después la clarividencia de la Doctora de la Iglesia?

No sé por qué. ¿O sí lo sé? “Mi Dios yo seguiré. Suya es mi briega. / Suya. Me basta tanto lo que trae… / Seguiré mi señor hasta la siega.” Intuyo la mano de Agustín de Hipona, el mensaje entre líneas, horizonte lejano… ¿Es acaso aquello de mi corazón descansará cuando lo haga en Ti?

He visto también, en otros versos, la rabia, los dientes prietos de Homero Macauley, que andaba por las calles de Itaca, California, sobre una bicicleta y repartía telegramas que traían noticias de lugares lejanos: “No más guerras, no más hambre, / no más cruces, no más muertes, / pues vestido está este cáliz / de una muerte diferente”.

Hay mucho de aquel viejo que luchaba en la oscuridad de la noche contra su propia soledad en medio del océano. Las luces lejanas de La Habana, y bajo las estrellas desgarraban los tirones del pez que se resistía: “Háblale de tu muerte, ahora, y dile / que mereció la pena tanta entrega, / que mereció la pena tanta briega / para quedar en cruz, así, clavado”. Y don Ernesto, socarrón, a lo mejor se sigue preguntando porque llevaba tanto tiempo sin pescar un pez grande…

Leo, releo. Poemas, algo de prosa… El agua de mi vida Lorenzo Orellana Hurtado. 2011. Tarde calurosa de junio. Nunca es tarde…, aunque ya no suben camiones renqueantes por la cuesta de la carretera de Colmenar…

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