El pueblo tiene tres partes. El
entorno del castillo, el área de influencia de la Fuentarriba, y los bodrios
del desarrollismo que se prolongan hasta más allá de la Fuente de la Manía. Es
crecimiento anárquico. Como éste lo encuentras en muchos sitios…
En la Fuetarriba pregunta, si
encuentras quien te lo explique, por el “Cristo
del Marcelo”. Hay una leyenda dura, muy dura, pero… Ya sabes ¿qué hay de
verdad en las leyendas urbanas?, y en la calle Encinasola que aquí se le sigue
llamando Rosales (eso de querer implantar nombre sobre nombre, tiene su miga),
por la Capilla del Santo Cristo del Portal, que casi siempre está cerrada. Patea
el Bajondillo, por ciert, conserva “Herradores” con “Escribanos” los únicos
nombres gremiales que han pervivido.
Desde la Cancula a la iglesia, aunque hay otra, la de la Vera-Cruz, se
entiende la parroquia de la Encarnación, está comprendida la expansión entre
1600 y el siglo XX. Según épocas, economías, y caprichos, hay de todo. Anda sus
calles. Suben, bajan, trepan…
Tiene rincones de un sabor único.
Se ve la mano del buen gusto, de un alcalde que erigió un monumento a la mujer
faenera. La obra en sí, es artísticamente ‘manifiestamente’ mejorable, pero
como es de lo poquito que tenemos…
Frente a ella, otro alcalde tuvo
una idea genial. Convirtió una pared lisa y fea en un jardín colgante. A lo
mejor me paso si te digo que es bellísimo. Claro, debes entender que según qué
temporada del año, las plantas sufren más - más bien más – que menos, las
inclemencias del tiempo. Está en el entronque de Cantarranas y Algarrobo. Un
par de casas más abajo, se crió de niño, una gran realidad de la novela
histórica en Álora, Lucas González Rengel. Hace poco publicó: “El hijo del
capitán”. Si no la conoces, cuando tengas tiempo…
En la misma calle vivió José
Martín. Plasmó con su objetivo de fotógrafo, la realidad social del pueblo y
Frasquito José, carpintero, realizó el trono del Santo Entierro. Lo dejaron de
procesionar porque pesaba mucho…
Cuando yo era muchacho, casi al
final de la calle, vivió postrado en una
cama, y murió Manuel Álvarez Martín, “Manolo el Mutilado”. La nieve, en el frente de Teruel, lo dejó inválido
para toda su vida. Nosotros – algunos de nosotros - íbamos a verlo… No he
estado jamás más cerca de un hombre tan bueno…
¿Tú sabes, querido Pepe, que mi padre estuvo en la Muela de Teruel con aquellas nieves horribles, y allí lo tomaron prisionero con sesenta más y se pasó once meses en campo de prisioneros de la zona roja? ¡Quién sabe si Manolo el Mutilado y mi padre se conocieron, en enero, en el helor de allá arriba...!
ResponderEliminar¡Qué curioso! Cada día se aprenden cosas... Aquellos hombres pasaron demasiadas privaciones además de sufrir lo que ya la guerra de por sí traía...
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