Hace un rato que ha descargado un
aguacero. Mínimo, casi imperceptible; apenas ha mojado el suelo. Dicen que ha
entrado una borrasca por el Golfo de Cádiz. Le han puesto nombre de mujer, Lola
– “No me llames Dolores, llámame Lola,
que Dolores se llamaba mi primera novia…”- ¿Se acuerda?
Aquí para que llueva, las borrascas tienen que
hacer el camino desde el Estrecho, el de Gibraltar, al interior de la Península Ibérica. Las otras,
las gotas frías que entran del Mediterráneo traen las ideas de un cable caído.
Esas, son propias del otoño cuando saltan las diferencias de temperaturas entre
el mar y la tierra.
El aire, limpio, después de la
lluvia se ha puesto huracanado, bravucón, como quien reclama un protagonismo
que no le dan. El campo que desde hace unos días cambia por momentos de color,
ha agradecido el chaparrón y parece que está como un niño al que han bañado y
peinado recientemente.
Leo que hay quejas en algunos
sectores que pontifican con ‘su’ verdad por la manera cómo han gestionado la
Feria de Sevilla. A uno, a veces, se le enciende una bombillita cuando ve el
parecer de algunas personas que escriben en los medios de comunicación. Pienso
que todo, aunque se disienta, no tiene porqué aguantarlo el lector.
Un señor, del que tenía otro
concepto, arremete contra el alcalde de Sevilla - al que ni le pongo cara por
la pocas veces que lo visto – culpándole de todo lo divino y lo humano. Llega a
más. Le dice que es el alcalde de una ciudad arruinada (me quedo perpeplejo
ante esa aseveración) y me pregunto si solo él es el culpable o hay que hurgar,
además, por otros sitios. Le acusa, entre otras cosas, ¡oh, pecador! de que el
Jueves Santo fue a Málaga a ver no sé qué cofradía….
Uno ante ciertas cosas esboza una
sonrisa socarrona. ¿Anhela este hombre un plato de ‘lentejas’? y no me refiero
a la comida esa que se comía en Cuaresma en la casa de los pobres que no podían
comprar la Bula aquella que comenzaba «Nuestro Santísimo Padre el Papa se ha
dignado conceder para el año próximo el indulto Apostólico de la ley de abstinencia
y ayuno…» y todo lo que le seguía. Son, seguro, otras lentejas y
ustedes me entienden.
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