Media
tarde; me salgo al campo. Se columbran las nubes por el cielo azul. Vienen de
algún sitio; van a alguna parte. Algodonosas, alargadas en las sombras cuando
se expanden por el suelo. Apacibles como cuando carea el rebaño que no tiene
prisa. Están suspendidas. Flotan en la quietud del aire. Se mecen en la luz de
otoño ¿Luz de Dios?
En
primer término, la frondosidad de la huerta. Está verde. El verdor mantenido
con los riegos del verano. No pudieron con ella los rigores de la calor y
enseña por dónde van los cursos de agua. Al otro lado del río: Virote,
Panzaburra, Juan Rajao…
Hay
una sucesión de lomas. Suben onduladamente. Casi en la cumbre, dos pedanías, mejor una:
Los Nogales; la otra, La Joya, se intuye, pero no se ve. Recortan el horizonte
los picos de las Cuerdas, las Orejas de la Mula, El Torcal… Es la caliza que,
en el horizonte, es el pilar del cielo.
Llevan
miles de años regalando desdes sus cumbres las correntías que se bajan y forman
cañadas y arroyos y les dan nombres propios: de las Piedras, del Búho, del
Aljibe, del Espinazo del Perro, de Valsequillo…
Entre
las Lomas y El Torcal, el Cerro de la Fiscala. Cambia la orografía del terreno.
Lo que eran tierras arcillosas, ahora, alpujarrides. Vegetación de palmas y
pamitos, esparragueras y matagallos, almordux que dan otro olor al campo…
Están
esparcidas las casas como a voleo, como quien pinta la veza en las sementeras
de otoño y, luego, espera y espera
porque dan otra tonalidad a todo cuando lo rodea en cuanto llegue – que este
año se hace dura – la otoñada…
Me
vienen a la mente los versos de Fray Luis de León. “Que descansado vida / los
que apartados del mundanal ruido….” De vez en cuando pasan unos trenes rápidos.
Llevan prisa. Unen Málaga y Madrid en casi dos horas y media; Zaragoza un poco
más; a Barcelona, más tiempo. Esos trenes, por un momento, rompen la
tranquilidad con un ruido ensordecedor.
A
estas horas en que escribo las alondras, en las lomas de El Chopo, ya habrán
buscado su terrón para pasar la noche. Casi seguro que también las perdices y
las cogujales de vuelos acompasados y cortos… Mientras tanto siguen su camino
las nubes por el cielo.
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