Las dos mujeres se hablaban
entre sí. Se oían; no se escuchaban. Estaban en la calle. Dos monólogos
ausentes en la presencia. Una, sentada en un bolardo de esos que separan la
acera de la calzada por la que transitan los coches; la otra, de pie.
- Porque yo, me tomo dieciséis pastillas diarias.
Y hacía una retahíla de enfermedades a las que presuntamente debían curar la
ensarta de medicamentos. (En la botica debían estar contentísimos con ella).
-
¿Mala? Yo, sí que estoy mala. Me tomo, dieciocho
pastillas, pero no me hacen ná - ahí decía una verdad – y me duele todo el
cuerpo. (Su médico, que no sé si es hombre o mujer tenía que estar hasta ese
mismísimo sitio que…, porque aguantar en consulta algo así es para ganar el
cielo, si es que hay cielo).
Todos sabemos qué es un
ruiseñor. Canta por naturaleza y está solo por vocación. Los ruiseñores cantan
cuando, ya de madrugada, apunta el día. Dicen los que saben de pájaros que
realmente lo hacen durante toda la noche pero cuando más hermoso es su canto es
cuando ya anuncia el lubrican que el alba llama con los nudillos a la puerta.
Los hipocondríacos ‘cantan’ a
todas horas. Deben pasarlo mal, muy mal. Cantan y cuentan sus penalidades pero
cuando más a gusto se encuentran es cuando el eco es tan cercano que ya no se
sabe quién de los dos, es quien habla. A las enfermedades que ya tienen se agrega una posible que, a lo peor llega... pero que todavía no está.
Uno se vuelve escéptico. Hace
suya aquella frase del filósofo: “En todo lo que usted ha dicho lleva razón
pero no estoy de acuerdo en nada”. No se les puede decir a ellos. Les sienta
fatal. Es más, realmente, lo que le sientan,
de verdad mal, es ver la incredulidad
de quien frente a ellos, pasan de la letanía del rosario de sus penalidades
dolores. No lo soportan.
Estar solo por vocación es
placentero. Debe causar una satisfacción interior que no tiene igual. Estar
solo por imposición es algo muy duro. En esta partida están encuadrados muchos que sufren hipocondría. Me
quedo con la mejor definición. Es del maestro Barbeito: “Hipocondriaco: persona
que cuando no está mala, no está buena”. ¡Antológica, Antonio, antológica!
No hay comentarios:
Publicar un comentario