Es, a nosotros, como el Gurugú
a Melilla; el Pan de Azúcar a Río de Janeiro; como el Moncayo a Aragón…
Si tiene – cosa rara- puesta la
capucha es señal de agua. Seguro. “Cuando
El Hacho / se pone la mantilla / suelta los bueyes / y vente a la Villa”. Aquí
las borrascas entran por el Estrecho y el sol se va por el Monte Redondo.
Si subes en día claro y es
invierno, a lo lejos, en línea recta, una cumbre blanca. Es Sierra Nevada. A la
derecha la bahía de Málaga y a tus pies el pueblo – entenderás porqué lo
hicieron aquí – y la alfombra verde de la vega, o los trigos que despuntan en las lomas, o Los
lagares que parecen olitas de tierra en un mar de montañas. Dicen que es el
mejor, y único sitio para ver todo el pueblo.
Lo verás – El Hacho – por cualquiera
de los caminos que llegues. Siempre una
faz diferente, incluso te cambiará de cara varias veces. Será un ‘cuchillo’
abierto; una meseta en forma de trapecio; un semicirco. A veces la roca se
transforma ‘en la puerta de la iglesia’, en un perro tendido, en una cara de
mostruo… Otras, no te lo vas creer la sombras te jugarán una pasada y puede
aparecer algo así como un Buda sentado y gigante, un fantasma de brazos
abiertos o la mismísima efigie de Gizeh… Siéntate en la ladera del ‘Quebraero’
y espera a que caiga la tarde…
Pues subir, también, en coche
por el Sabinal y los Cortigüelos.
Si andas holgado de tiempo
sube, a pie, por el ‘cuchillo’. La ascensión es más difícil; más cómoda por la
Viñuela del Soldado. Aprovisiónate de agua. La única fuente la de Pedro Sánchez
está al otro lado de la vertiente y ya fue mencionada hace más de quinientos
años en los papeles del repartimiento en tiempos de los Reyes Católicos.
Huele a tomillo, a romero y
aulagas.
Patea la cumbre. Desde el Monte
Redondo se ve el mar. En el “Hoyo” florecen y enchan ftruo las aureolas. Dicen
que tiene también una gruta – que nadie ha visto – misteriosa y profunda donde
se oye el rugir de las olas del mar.
Los precipicios son enormes,
así que si padeces de vértigo, ya sabes…
Párate a escuchar el campo.
Párate a escuchar los silencios… y el viento …
(De Álora,
guía práctica para viajeros diferentes, José Morales García 1998)
No hay comentarios:
Publicar un comentario