Decían los viejos que cuando
aparece, en las tardes de verano, la nube de Alcalá es tormenta segura. Se ha
formado. Es un nimbo-cúmulo de desarrollo vertical que, de manera súbita, sobre
El Torcal tiene un crecimiento rápido y muy original no exento de belleza.
Esa nube lleva en sí una
configuración extraña, muy extraña. También encierra posibilidades de un
desastre en sus entrañas. Marilina la ha captado. Luego, nos la ha dado a modo
de regalo.
Dice la televisión que hay un
montón de lugares en España que esta tarde están bajo riadas de agua, de
granizo y de vientos con más fuerza de la normal y la deseada. Son tormentas de
verano. Preludian el final de algo y la llegada de otro tiempo.
Se ha desatado parece que con
casi la misma fobia que se alimenta desde hace un tiempo otro tipo de tormenta
en Cataluña. Un homenaje a gente anónima que su único delito fue encontrarse en
un lugar donde un puñado de asesinos decidieron matarlas ha sido el pretexto
para mostrar toda la intolerancia que encierran.
Un amigo que reside allí desde
hace muchos años me dice que aquello no tiene arreglo. Mi amigo sabe de lo que
va la cosa y sabe de lo que habla. Ojalá
mi amigo no lleve razón y se equivoque. Ya ven de ilusión también se vive.
Hay otra tormenta también muy
dolorosa en un lugar lejano. En Pensilvania se habla de hombres que decían que
eran de Dios y en sus almas llevaban semillas del diablo a modo de violaciones
a menores e indefensos.
Donde sí había una enorme ‘tormenta’
de gente era en la feria de Málaga. Aglomeración por todos sitios. En algunos
el ruido tan tremendo como el que generan los truenos en la meteorología. Era
el compañero ideal para eso que algunos han dado en llamar diversión. Hay cosas
que cuesta entender. Bullicio, calor, decibelios fortísimos. A eso hay quien lo
entiende como felicidad.
Sobre Sierra Blanquilla,
Alcaparaín y la Sierra de las Nieves, un manto de nubes feas y negras. Tronará
en las alturas. Si es tormenta con agua puede ser dañina o puede que refresque
un poco el ambiente. Si es seca, peligro. Un puñado de rayos desatados sobre el
campo traspillado y sobre los pinares la puede liar. ¿Con qué tormenta nos quedamos?
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