Ha madrugado el puñetero. Los
gorriones, las frailecillas y los mirlos son los pájaros más madrugadores.
Otros, como el ruiseñor y la alondra no duermen, que parece igual, pero no es
lo mismo. Son pájaros que gustan de las luces del alba, a diferencia de los que
se amparan en la oscuridad de la noche, pero esos son otros ‘pájaros’.
Se ha encaramado en lo alto del
poste. Está pensativo. Aguarda el momento en que tenga que levantar el vuelo y,
entonces, tendrá que preguntarse, ¿hacia dónde se va este gorrión solitario cuando tienen que ponerse en
marcha? ¿Al camino? ¿Al trigal de la loma? ¿Al filo del tejado siempre con la
precaución de los gatos?
Mira por dónde. Lo dice el
refrán. Todos los pájaros comen trigo y solo paga el gorrión. Es que le caen
todas las culpas y es que cuando a uno
le pilla el sambenito encima como que no hay manera de echarlo para otra parte
pues pasa eso. Que no, que a quien le toca, le toca.
Cejijunto y pensativo… Está
como medio despeinado en las plumas mañaneras.
Ha dejado el aseo personal para luego, para cuando se dé un par de
revolcones en el polvo seco del verano y baje a los charcos agostados del
arroyo, o al pilar de la fuente…
El cielo azul y limpio.
Solitario. Como los genios que van por el mundo solos. No hace caso a nada ni a
nadie. Ha tomado por suyo eso de otear el horizonte y, al igual, ve el panorama
que hay abajo a ras de tierra y ha optado por seguir encaramado, ahí, en lo
alto, donde solo ha llegado el ojo del objetivo de Marilina para
inmortalizarlo.
Se me ocurre una pregunta.
¿Dónde estará el cielo, el otro cielo, el cielo al que van los gorriones
buenos? ¿Asustarán a los gorriones chicos como cuando nosotros éramos niños y
nos decían que si éramos malos íbamos al infierno? Probablemente, en el mundo
de los gorriones no haya ni limbo, ni purgatorio, ni infierno, y sí un cielo azul y limpio y, además todo
para ellos, eternamente para ellos…
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