Al mediodía se arrancó el levante. El cielo
perdió la limpieza que tenía desde el amanecer y apareció con un tul de gasa que cubría de un sitio a otro. Dicen que cuando
sopla de más allá del mar, entonces, como es polvo en suspensión que viene del
desierto tiene un color diferente.
La tarde ha estado agradable.
Dice el periódico que la gente ha pasado calor y se ha divertido en la feria.
Mi amigo Paco Valverde ha lanzado
llamadas a náufragos perdidos – otros náufragos, se entiende – para acercarlos
al puerto de su caseta de El Rico. Yo no he podido ir. A veces, el deseo va por
unos sitios; la obligación a la obediencia, por otros. Pero son lópeces
distintos.
Hay un montón de noticias
incrementadas con el rigor del calor. Agosto apunta a mediación y da
información de ferias, corridas de toros, fiestas en muchos pueblos y costas
con dos o tres filas de hamacas. Hablan de aglomeración en algunos rebalajes
hasta el punto que llegar al agua es una
verdadera odisea.
Odisea, también la viven
personas que vienen de África hacia la tierra prometida que ellos creen que es
la vieja Europa. Desde luego, algunos viven tan mal en sus propios países que
llegar hasta aquí puede suponer la liberación. Pobres. No sabe a dónde llegan.
Hay controversia en muchos
países. No los quiere nadie. O casi nadie. Su presencia es un cúmulo de
problemas para los que ni hay ni quieren ni pueden dar respuesta. Como en la
vida todo es ‘del color del cristal con que se mira’.
Ahora resulta, según leo, que las
mafias se están inflando de ganar pasta. O sea, dinero. Me pregunto – sin
acritud ¿se acuerdan? – si la traída se debe a servicios humanitarios y a
solidaridad entre la gente, eso es encomiable y digno de elogio. Si lo que
media es cobrarle aún más al desgraciado
que se agarra a la tabla de salvación, ojito, ojito que eso puede estar en la
raya del tráfico con personas… Eso era algo que se llamaba delito, ¿no? La
tardanza en esclarecerlo es la mala. Me temo que me quedo sin la brisa que lo
aclare.
Muy bueno. La parte oscura de la vida, amigo Pepe. Un abrazo.
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