lunes, 20 de agosto de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Huevos fritos



Mañana de sol y levante. Aire que trae brisa de  la mar que está al otro lado de los montes. Más allá, solo un poco más allá. Se intuye  pero no se ve.  La mar por la que cruzaba la Lola de la copla, buscando otros mares…, la mar por al que viene la gente desesperada a la tierra de promisión, la mar azul de veleros con proa hacia alguna parte y velas desplegadas.

Mi amigo Juan me llama. Me recoge. Me dice que tomamos café en Los Caballos. Hay gente. Está llena la terraza. Buscamos una mesa un poco apartada. Nos vamos casi a la misma mesa que hemos compartido con José María hace unos días cuando vino a cargar las pilas…

El camarero nos pregunta: “¿no hay otra más lejos?”. Le digo que sí  pero nos pareció bien ésta. ¡No te... ¡ Huimos del ruido. La gente no se habla,  se grita entre ella. Parece que es otra manera de entenderse. En el suelo picotea un gorrión. Está confiado. Va a lo suyo. Éste por la manera de cómo se desenvuelve entre las mesas parece que es de la casa.

Le pedimos lo de siempre. O sea, rebanada de pan casero, aceite de oliva virgen extra, eso que llaman zumo de naranja  y que a estas alturas sabe a cámara y un ajo, que este año trae en su interior más pique de la cuenta… Lo llaman desayuno mediterráneo. Yo diría que es gloria bendita que baja del cielo a la mesa.

Hay otra gloria. Trae, también, la bendición de Dios. Es simple. Muy simple, como todo lo grande. A saber. Un plato de papas fritas, un par de pimientos tiernos y que no sean muy grandes… - de medianos hacia abajo -. Admite, a discreción, un par de rebanadas de berenjenas  emborrizadas en harina, chistorra, choricillo casero…, en sus justas ‘diócesis’. En el aceite de los pimientos se echan a freír un par de huevos, a ser posible, del corral para que salgan con el punteo minúsculo de eso que sueltan los pimientos… ¿Manjar de dioses? No sé si se han percatado, a los huevos fritos todo le pega…




No hay comentarios:

Publicar un comentario