Mañana de sol y levante. Aire
que trae brisa de la mar que está al
otro lado de los montes. Más allá, solo un poco más allá. Se intuye pero no se ve. La mar por la que cruzaba la Lola de la
copla, buscando otros mares…, la mar por al que viene la gente desesperada a la
tierra de promisión, la mar azul de veleros con proa hacia alguna parte y velas
desplegadas.
Mi amigo Juan me llama. Me
recoge. Me dice que tomamos café en Los Caballos. Hay gente. Está llena la
terraza. Buscamos una mesa un poco apartada. Nos vamos casi a la misma mesa que
hemos compartido con José María hace unos días cuando vino a cargar las pilas…
El camarero nos pregunta: “¿no
hay otra más lejos?”. Le digo que sí
pero nos pareció bien ésta. ¡No te... ¡ Huimos del ruido. La gente no se
habla, se grita entre ella. Parece que
es otra manera de entenderse. En el suelo picotea un gorrión. Está confiado. Va
a lo suyo. Éste por la manera de cómo se desenvuelve entre las mesas parece que
es de la casa.
Le pedimos lo de siempre. O
sea, rebanada de pan casero, aceite de oliva virgen extra, eso que llaman zumo
de naranja y que a estas alturas sabe a
cámara y un ajo, que este año trae en su interior más pique de la cuenta… Lo
llaman desayuno mediterráneo. Yo diría que es gloria bendita que baja del cielo
a la mesa.
Hay otra gloria. Trae, también,
la bendición de Dios. Es simple. Muy simple, como todo lo grande. A saber. Un
plato de papas fritas, un par de pimientos tiernos y que no sean muy grandes… -
de medianos hacia abajo -. Admite, a discreción, un par de rebanadas de
berenjenas emborrizadas en harina,
chistorra, choricillo casero…, en sus justas ‘diócesis’. En el aceite de los
pimientos se echan a freír un par de huevos, a ser posible, del corral para que
salgan con el punteo minúsculo de eso que sueltan los pimientos… ¿Manjar de
dioses? No sé si se han percatado, a los huevos fritos todo le pega…
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