Cantaba Raphael en unas de
aquellas canciones que nos ponían melosos que ‘a veces llegan cartas…”, y nos
contaba algunas de las peculiaridades que podrían traer en un papel
pautado - ¡qué tiempos, verdad! – o en un
folio blanco…
Algo parecido ocurre con los
libros. Unas veces porque uno se los trae consigo cuando se pierde por esas
tiendas donde los ponen al alcance de la mano; otras, porque te los regalan los amigos.
Hace unos días, Fermín Adame,
me traía uno, de Jesús Rodríguez Delgado. ¿El Título? Como para echarle de comer
aparte: “De las mayordomías de la Hermandad de Nuestra Señora de Flores,
Patrona y Alcaldesa Perpetua y Honoraria de la Muy Noble y Leal Villa de
Encinasola (Huelva) y de otras curiosidades parroquiales y aconteceres diarios
marochos”.
El contenido, para los que
damos en hurgar en los papeles viejos, una delicia. Un tratado de
investigación. Pormenoriza Jesús en los
detalles más ínfimos, más insignificantes. Deja claro que han sido muchas,
muchas las horas de investigación. Contacto con legajos, papeles viejos, historias
que se habrían olvidado si esa mano,
como en el arpa de Bécquer, la suya, no hubiese sacado el jugo de sus cuerdas.
A título de curiosidad. Tres
muestras. Recoge que “Sebastián Vázquez que se fue a las Indias en el siglo XVI
y que dejó un débito pendiente a la Virgen de Flores, de los cuales había
pagado su mujer, la mayor parte…” (Y digo yo, ¿ Cómo le mandaría el indiano, el
dinero). La mujer debía ser una santa.
Otra. Cuenta que deciden rifar
un cerdo por Navidad. ¿Objetivo? Recaudar algunos fondillos. La imprenta se
equivoca. Pone la imagen del Niño en el brazo derecho; el cetro, en la
izquierda… (Y pregunto ¿abonarían a la imprenta el importe de las papeletas?
Con tan buena gente de por medio, no lo dice Jesús, pero seguro que sí).
La tercera: “…. Mi padre fue
quien marcó el pozo de sondeo”, o la compra de un televisor para el ermitaño. La obra está plagada de pinceladas humanas. Es
el devenir del tiempo. Casi todos tocan
el tema del tejado, las obras, el ‘arreglo de la camina’ (Siempre lo vi en
masculino, menos aquí). Se ve que se adelantaron a los tiempos. Por lo pronto,
a Álora nos trajeron su Madre de Flores y, ahora, un libro delicioso. Gracias,
Jesús.
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