lunes, 15 de junio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Álora, tiene tres calles...

Desde la explanada del Castillo – el Castillo de las Torres, claro – la panorámica es única: los Lagares por Levante; el Hacho y el Monte Redondo por Poniente; en el horizonte, entre el cielo y el mar  la Sierras de Mijas; abajo,  la vega y el río que sin querer irse se va yendo…

Baja, cuando te parezca bien, por la calle del Carril. Primero echa una ojeada a la estación. Se te va a parecer como el primor de una miniatura, como algo que pusieron ahí para que los trenes parezcan de juguete y las vías una cremallera sobre el mostrador de una tienda de mercería.

El río se nos quedó sin puente de hierro una tristísima mañana de un mes de septiembre. La riada vino al amanecer. Se llevó dos vidas por delante, sembró la ruina a muchas familias y a nosotros nos dejó sin algo que era identidad. Santo y Seña, o sea El Puente. ¿Responsabilidades por todo eso? ¡Vamos, hombre, que cosas se le ocurren…!

Sigue camino (porque por allí la calle está terriza). Bordea el castillo. A tu derecha el muro de protección sobre el precipicio; a la izquierda, lo que queda de la muralla . En un recodo, casi de sopetón, te volverá a aparecer el pueblo. Párate de nuevo.

Otra vez te va a merecer la pena dejar que pase un poco el tiempo. Escudriña el caserío blanco; la iglesia que se hunde y de la que sobresale el campanario; edificios que rompen la simetría y el encanto de un pueblo andaluz y que pregonan a los cuatro vientos – nunca mejor dicho –cuánto mal gusto somos capaces, a veces, de sacar a flote los hombres.


Observa cómo se asoma el Barranco y baja la Calle Toro camino de la Puente y el Tajo de la Quera y el Calvario, enfrente, desafiando altura y pidiendo protagonismo…y podrás comprender lo acertado de la copla: “Álora tiene tres calles / que no las tiene Madrid / calle Ancha , el Barranco  y la calle del Carril…”

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