Yo quisiera ser peón de la cuadrilla de Morante. ¿El
primero?, no; ¿el segundo?, tampoco; el tercero. Que ya tienen sitio propio,
los dos más grandes banderilleros, el
mayor de los Machado y Antonio García Barbeito…
Y ver cómo se han cambiado las palabras del diccionario
porque ahora lancear, es bajar las manos, las dos al compás del tiempo, hasta
la tierra desde el cielo, y el toro hace
un escorzo, como en las figuras de Benlliure y dice, que son otros los
espinazos, que quiebran, que rompen los malos toreros.
Y ver cómo se da una media, una media donde
se para el aire, donde se echa el tiempo; y se queda sin resuello el aliento, y va el toro
embebido como se embeben las nubes por el azul del cielo, como se embeben las olas
besando la proa y la popa, en un barco
con la quilla ahíta de nácar y caracolas…
Y cuando se echa la muleta a la izquierda y va y
viene el natural… y va y viene el toro que trajeron del campo a un
albero de gloria, que ya no come margaritas en Zahariche ni florecillas amarillas, azules…y uno entornan los ojos y
sabe cómo se escribe, en el toreo, la
historia.
Yo quisiera, Maestro, ser tu tercer banderillero
para servirle la tinta a don José María de Cossío que se vino de Tudanca a las
tablas de una plaza coronada con la roja y gualda. Roja de sangre de los que
murieron por la Patria - eso que ahora no está de moda - ; y amarilla de trigo, de
estío, de marisma resecada…
Don José María trae en sus oídos recuerdos de
campanos de su tierra y se encuentra con el pasodoble y el solo de trompeta y
mantillas y peinas y el pañuelo y mantones de
Manila y morenas de ojos grandes y claveles en el pelo… Y escribe,
porque le has hecho que anote en el diccionario vocablos nuevos.
Yo quisiera llevarle a Picasso los pinceles, que ya
no pinta toros en blanco y negro y ha creado otros colores. Tienen nombres
propios, se llaman “de Morante y ensueño”. Y en las barandillas del cielo
estarán asomados: Joselito y Belmonte, Manolete y Ordóñez y El Espartero y
Villalón sin caballos, sin espuelas de oro, sin zahones de cuero… ¡Qué suerte,
Maestro, si yo fuese tu banderillero…!
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