Para ti...
jueves, 31 de diciembre de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Año Nuevo
Y entonces, Dorís tomó las yemas
de los dedos de él y suavemente comenzó a andar hacia la barca. La tarde estaba
fría. Los últimos días del año, habían traído vientos gélidos de tierras
lejanas y al salir el sol y cuando el ocaso aparecía, comenzaba a caer el rocío
de manera imparable.
Dorís lo llevó hasta la barca que
estaba varada en la arena de la playa. Las cumbres de las montañas, se tornaban
anaranjadas, rosáceas. Aprehendían los últimos rayos del sol del último día del
año. El calendario de los hombres decía, que mañana ya era Año Nuevo y el mundo
comenzaría a vislumbrar que su esperanza…
Él se dejaba llevar. Dorís, la de
las nalgas sonrosadas y pechos ebúrneos, la de los labios sensuales que tenían
una manera de pronunciar las palabras como no las pronunciaba nadie… Dorís, la
de los ojos que lo escudriñaban por dentro y conocía cómo venía él cuando se acercaba a
ella y depositaba sobre sus manos una rosa y entendía el mensaje de aquellas
rosas lilas, violetas, moradas, rojas, amarillas, fucsias, blancas…
Un viento suave empujó la barca
hacia el interior y él sintió que una vez más, estaba en los brazos de Dorís,
porque pensó: “los hombres siempre que vamos a alguna parte – aunque no sabía a
dónde iba en ese momento – cabalgamos sobre las olas”. Cerró los ojos y sintió
la respiración de ella agitada en su pecho.
Las olas rompían contra la
quilla. Las nereidas los acompañaban. Cabalgaban a lomos de delfines, de
caballos marinos o de criaturas desconocidas que subían a la superficie desde
la profundidad de las aguas.
Se alejaban las montañas. Se
hundían poco a poco en la tierra. Habían
perdido de vista la playa y las casas de la ladera, y ahora el cielo estaba más
cerca de sus manos y entonces, ella le dijo: ¿te das cuenta que la tierra es
redonda? Por más que huyas, siempre volverás a mí. Al lugar donde yo esté,
porque el destino así lo ha querido.
La barca avanzaba. Se echaba la
noche encima. En la inmensidad de la oscuridad, palpitaban las estrellas y él
reposó su cabeza en el pecho de Dorís y entendió que sí, que todo estaba
escrito aunque fuera un imposible, como era un imposible parar el calendario de
los hombres que decía que mañana era Año Nuevo.
miércoles, 30 de diciembre de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Lejos de todo
El Transiberiano partió de Moscú
al caer la tarde. Era verano y, porque
la latitud lo permitía, la luz permanecía más tiempo en el horizonte. Cuando
cruzamos el río Kama, que va al Ural, anochecía. Atravesamos los Urales de
noche. Fue una noche de tormenta. Al despertar, por la mañana, el tren estaba
parado en medio de un bosque.
Todo era luminosidad, los rayos
del sol se filtraban por entre los abedules, titilaban las hojas bajo las gotas
de agua… La estación siguiente era Sverdlovsk (años después, supe que era la
patria de Boris Yeltsin). Estábamos en Asía… El tren avanzó, se abría Siberia,
inmensa, inabarcable. En Ulan Udé, se desmembró en dos el tren, el que
continuaba hacia Vladivostok, en el que seguíamos nosotros, y el que partía
para Ulan Bator, la capital de Mongolia.
Asía central está lejos de todo.
Allí, según se bajaba por el mapa comenzaba la estepa. Pueblos mónadas
históricamente enfrentados con la poblaciones sedentarios. La guía que me
documentaba me decía que el hombre se asentó por allí algo así como cuarenta
mil años atrás. Más o menos. Los nómadas eran más fuerte y excelentes jinetes – habían domesticado el caballo – y avasallaron
a los pueblos asentados.
La inclemencia del tiempo
(temperaturas gélidas), la sequedad y aridez impedían el desarrollo de la
agricultura. Vivieron de la ganadería que aprovecha los pastos. Ellos, de un
lugar para otro, se dedicaron al pillaje y la expolio de los más débiles.
Según la Historia su líder
supremo fue Genghis Khan, y dominó desde los extremos del Asia Central hasta el
mar de Aral y el Caspio. Siempre se creyó que su ejército, todo poderoso, acabó
con las civilizaciones que ya se habían establecido por aquellas tierras.
Ahora, unos recientes estudios
dicen que además de la plaga de los guerreros, los pueblos sufrieron un
terrible cambio climático. Los ríos que alimentaban con sus aguas en los
deshielos a los grandes ríos, el Amur Daria
el Sir Daria sufrieron por carencias lluvias, enormes estiajes. Los
canales que llevaban el agua a las pocas zonas agrícolas de los valles se
secaron. Sufrieron dos plagas contra las que no podían hacer nada: los mongoles
y el cambio climático.
En el recuerdo, pienso en aquel
rato de paseo, estirando las piernas, por el andén de Ulan Udé, junto al tren… Asia
Central está lejos de todo.
martes, 29 de diciembre de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora.
Siempre que subo a la fuente de Juan Valor, salvando las distancias, me acuerdo de aquella otra fuente de la que hablaba san Juan de la Cruz: Qué bien sé yo la fonte que mana y corre... Escondida, de origen desconocido, aunque sabía que de ella venía todo origen… Él, hablaba de fuente de la espiritualidad.
Ésta fuente brota entre mimbrales, juncos y adelfas. Nace al pie del Cerro de Carrión, en la ladera oriental de Sierra Aguas. Por el arroyo de los Huertos, sus aguas buscan el encuentro con el río…
La Sierra de Aguas es un macizo montañoso, ‘malaquide’. Se extiende por los términos municipales de Álora, Carratraca y Casarabonela. La abundancia de peridotitas y olivinos le confiere un color diferenciador al de otras sierras.
No tiene elevaciones considerables. Su pico más alto, el que da nombre, es el Pico Aguas, casi roza los mil metros de altitud y ofrece unas vistas esplendidas, que se recuerdan durante mucho tiempo. Luego, una sucesión de colinas de labor, descienden, hasta llegar a la misma margen derecha del rio Guadalhorce.
De su subsuelo brotan manantiales
de aguas sulfurosas como las de
El macizo se halla repoblado con pino mediterráneo y entre su flora abunda el matorral bajo abierto y con abundancia de camefitos, siendo muy homogéneos e independientes en su flora debido al gran número de taxones endémicos que alberga.
Todos tienen su nombre en los tratados de Botánica pero el pueblo llano los llama por su nombre vulgar: retamas, palmas, aulagas, arbolinas, matagallos y níscalos, si el otoño viene temprano, entre la hojarasca de los pinos…
Su fauna: cabras monteses jabalíes, zorros, tejones, jilgueros, grajillas, gorriones golondrinas, estorninos, cernícalos, cucos, bisbitas, águilas, abubillas, alcaudones, lagartos, salamanquesas, ranas, culebras…
La sierra tiene vericuetos,
caminos, senderos… Es un lugar idóneo para realizar excursiones a pie - también se puede en coche hasta los picos
más elevados por pistas forestales – que es como se disfruta de toda su belleza.
En día ventoso, el aire acaricia la cara y crea una sensación única, si el
cielo está entoldado, entonces, las nubes parecen que se resbalan por las cumbres...
lunes, 28 de diciembre de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Desde el Alto Guadalhorce
Uno, que vive donde el río – el
Guadalhorce - se abre en un abanico de
meandros antes de entregar su tributo a la mar, espera cada año la aparición de
la revista ¿o acaso es un libro? Desde el Alto Guadalhorce, que con un
amor y una profesionalidad inusitada, editan en Villanueva del Trabuco.
La revista-libro, este año ha
llegado con un poco de retraso. Ya se sabe que si confinados, que si no se
puede traspasar el término municipal, que si porque lo manda la Ley no se puede
presentar con público, y esas cosas… Me la trajo unos días antes de Navidad,
Rafael Nuño y fue el pretexto, Rafael no, sino la revista, para vernos y echar
un rato juntos.
La revista-libro (desde ahora,
aunque no he pedido permiso a sus editores, me lo van a dar) es algo
excepcional: en presentación, maquetación, calidad de textos y autores,
variedad de temas tratados, profundidad, el ir al grano que es lo que interesa
en estos casos, y el conocimiento de lo que allí se habla. Les digo, y no
exagero, que es lo mejor que se publica en la provincia de Málaga con la colaboración de Diputación Provincial de
Málaga – CEDMA – Ayuntamientos de Villanueva del Trabuco y del Rosario y en
este caso, también con el de Málaga.
Destacar en unas líneas lo que
sobresale en una publicación como ésta, es una labor dificultosa. Yo, por no sé
qué extraña satisfacción interna, me quedo con los artículos de viajes de
Carmen Fernández sobre Teba (aunque
tiene más de Historia que de viaje ), de Fulgencio Martos, en el mundo árabe o
el que escriben Francisco Campos y Antonio Guzmán sobre los Molinos harineros
de Villanueva del Trabuco.
Sería injusto no hacer una
referencia a los artículos de Literatura, economía y sociedad, historia y
patrimonio, ciencia y naturaleza, arte, flamenco o deportes…Columna vertebral
de la publicación, que llega a su número X, en este 2020 que se nos está yendo.
Curiosamente, la revista-libro, Desde
el Alto Guadalhorce, tiene su dirección en la calle del Agua 61, en la
portada, insertan una foto de la Pila bautismal (1760) del pueblo, de Miguel
Ángel Navas, y en la página 206, una de la desembocadura. Por el agua se entra
en la iglesia, por el agua lleva el río su riqueza a la mar – “que es el morir”
– o sea, donde está el final.
domingo, 27 de diciembre de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Frío
¿Quién teme al frío? Dicen que
viene una ola polar que le dice ¡hola! a
los pocos que se atreven a asomar la cresta a la esquina de la calle, donde da
la vuelta el viento, que más prudente, opta por no seguir adelante.
Dicen que están las cumbres
blancas. ‘Navidad, blanca Navidad’ que canta el Villancico, y esas cosas. El
maestro Alcántara decía que no era lo mismo ver la nevada desde el alféizar de
la ventana, que desde un camino vecinal.
El maestro, que era urbanita por
convicción y determinación, sabía lo que decía. A mí, en una ocasión, me contó
que eso de las hormigas y las moscas del campo no iban con su manera de ser, ni
de como él asumía el hedonismo. Lo comprendí por supuesto, claro que eso no va
tampoco con la mayoría de los mortales, y el maestro, también lo sabía.
En mi pueblo hay varias maneras
de plantarle cara el frío. Los más madrugadores – en ‘El Potro’ estaba la
auténtica academia - con el Rubio ‘Manitas’, Manolillo ‘ el
Arbulaguero’, Juan ‘el Veterinario’, otro Juan ‘el Capitán’, Alonso ‘Rajuña’… tenían la sana
costumbre de hablarle de tú al ‘Machaco’. Oigan, y daba resultado.
Pepe el tabernero, iba y venía
con andar cansino al otro lado del mostrador. No mediaba palabra y llenaba y
llenaba mientras ellos – yo también me agregaba cuando podía, – intentaban
arreglar el mundo y daban a cada uno su tercio.
Una mañana llegó uno con un
resfriado de los que hacen época.
-
Tómate tomillo, le dijo alguien que lo escucha
toser de aquella manera.
-
¿Y cómo me lo tomo?
-
Ramoneando, le contestó.
Rocío, preparaba unas lavijas
lado a lado, con todo lo ancho que daba el pan, con lomo o con zurrapa. De Pepe
y de Rocío que era una señora de la que
yo guardo un recuerdo imborrable,
regentaron el bar mucho tiempo, primero se nos fue ella… Pepe, se quedó como no
podía ser de otra manera, hecho polvo.
Estos días de frío, me vienen a
la mente también, los versillos de Góngora: “Traten otros del gobierno/ del mundo y sus monarquías / mientras
gobierna mis días / mantequilla y pan tierno
/ y en las mañanas de invierno / naranjada y aguardiente / y ande yo
caliente y ríase la gente”…
sábado, 26 de diciembre de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Pisuerga no pasa por Guadalajara
Puurs es una pequeña ciudad de
Bélgica. Está en un territorio plano, o sea, de escasa altitud sobre el nivel
del mar y equidistante de Amberes y Bruselas. Puurs no se busca en el mapa, obviamente,
por su altitud. Puurs ha aparecido en los telediarios - ¿ o no ha aparecido? no
lo sé bien – porque de una planta de investigación, de la Pfizer ha salido la
vacuna que lleva alas de esperanza.
Se ve que en Bélgica saben hacer
cosas que son buenas para la humanidad. Hombres vestidos de blanco - los ángeles suele usar este color en algunas
ocasiones - que trabajan en un laboratorio, han conseguido una vacuna para poner
freno al terrible azote de un virus, que tiene acongojada a la humanidad.
De allí han salido dosis de la
vacuna en camiones especiales. Han pernoctado en Lerma, en la carretera nacional,
o como se llame ahora, que une Madrid con Burgos y luego con el resto de Europa,
pues eso. Allí, han hecho noche, en un cuartel de la Guardia Civil (¿qué sería
de nosotros sin la Guardia Civil?) que después la han custodiado hasta
Guadalajara. Ya se ve, ahora los ángeles vestían de verde. Y es que los ángeles
pueden vestir como les dé la gana.
Dice la señora que informa en el
telediario, que muy temprano – con el frío que hace en Guadalajara, a esas
horas – la han entregado a autoridades de la Agencia del Medicamento y otras
cosas más, pero autoridades al fin y al cabo y no políticos de turno (da igual
que masculino o femenino) que se empeñan en salir en la pantalla y no se quieren
enterar, que el Pisuerga por donde pasa es por Valladolid y no por Guadalajara,
pero parece que no, que no hay manera.
Berlanga, con Bienvenido Míster
Marshall, hizo soñar a todo un pueblo, Villar del río… (por el de verdad, el de las Tierras Altas de Soria, el río que pasa es el Cidacos, - que también da
nombre a una marca de conservas, exquisitas por cierto, y no llevo comisión –.
Ahora, por Guadalajara corre un río diferente. Cambia el agua por la ilusión
encerrada en una vacuna de esperanza, como un anticipado regalo de Reyes para
una población que la espera y anhela con los brazos abiertos.
jueves, 24 de diciembre de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Y tú, Belén...
“…. Y he aquí que la estrella que
habían visto en Oriente iba delante de ellos, hasta que, llegando sobre el
sitio en que estaba el niño, se paró.
A la vista de la estrella se
regocijaron por extremo;
Y entrando hallaron al niño con
María, su madre, y postrándose le adoraron…”
( Mt. 2, 9-11 )
miércoles, 23 de diciembre de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nocturno de Navidad (Cuento apócrifo)
Hacía rato que había anochecido.
Era noche cerrada y no porque se estuviese en los días más cortos del año, que
sí, y por consiguiente, la luz se iba antes, que también, sino porque eran esas
horas altas de la madrugada en que todo está en calma.
Ya habían pasado, como otras
noches, las lechuzas por el palomar. Un revoleteo de palomas y esos ruido
opacos y sordos con que se mueven las rapaces nocturnas, había delatado su
presencia. En la casuarina de enfrente, al
otro lado de la vía, el autillo lanzaba su mensaje monocorde. ¿Dónde se
meterían los gatos, se preguntó, a esas horas en que el viento ulula en la
chimenea?
La habitación, donde el hombre
pasa las horas a solas consigo mismo, es rectangular. Se accede por una
escalera de caracol. En uno de los laterales, una ventana que quiere ser ojival
por la parte superior, rompe el testero. Por la ventana entra el sol de la
tarde…
El hombre, sentado en la butaca
vieja de brazos vencidos, entornaba los ojos y pensaba... Era la butaca de
siempre, la que le acompañaba en las noches de lectura frente a la chimenea,
mientras se consumían entre las cenizas, los últimos troncos de olivo.
Reinaba el silencio. De vez en
cuando, en la penumbra, paseaba los ojos y derramaba la vista por los anaqueles
repletos de libros. Algún día, se decía para sí mismo, tendré que poner orden a
todo esto, ya he llegado al caos y cuando voy a buscar alguno en concreto, me
pierdo y sé que está y no lo encuentro…
Pensó en los libros que se había
comprado de joven. Y resultó que los recordaba. Como un fogonazo vino aquel
primer Quijote… Esbozó una sonrisa, ¡dieciséis pesetas! Qué poco dinero tenía
uno, pensó, que no le alcanzaba ni para comprar libros a ese precio. Eran los
libros de más satisfacciones... Después, apareció un ramillete de nombres de autores
que habían formado parte de su vida. Otros, pues… eso.
Tras los cristales, quiso ver un
halo de luz. Nada, un espejismo. Se levantó despacio. Abrió la ventana. El
cielo estaba plagado de estrellas, y fue entonces cuando lo entendió todo y lo supo todo. El hombre sintió que se le
humedecían los ojos, y un rosario de recuerdos pasó por su mente…
martes, 22 de diciembre de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Pastorales, Meceeros y Tontos y (VIII)
El origen de los verdiales es
antiquísimo. Ortega y Gasset aventuraba la idea que Andalucía era más antigua
que griegos y romanos. Caballero Bonal, atendiendo a su nacimiento, lo
identifica con el fandango arabigo-andaluz y Pepa Guerra dice que las ‘muanzas’
aparecieron en época musulmana.
El sombrero en sí, es un
compendio de expresiones y mensajes. Quizá, como opina Mandly, el espejo es el
símbolo más totémico al identificarlo con la virginidad de la mujer. Su ruptura
puede significar la perdida de la virginidad. Del ala del sombrero penden
cintas de colores que antiguamente bordaban las mujeres y transmitían una bienvenida a las cosechas del año nuevo.
Brenes Infante, ha hecho una
ingente labor de recopilación de letras y otras se han recogido de oídas, en las
distintas actuaciones de las pandas. La letras pueden ser:
Zumbonas:
“Rafael formando fiesta / Pepe en
el cuarto metío / la pájara dando güertas / hasta meterse en el nío / y yo con
el ojo alerta”.
De despecho:
“Me mandaste a decir / que por
Dios, que te orviara /y cuando el parte llegó a mí / ya de ti ni me acordaba”.
De sentimiento y pena:
Se me oscureció la calle / el
cielo se me nubló /el día que me dijiste / lo nuestro ya se acabó”.
De añoranza y pesadumbre:
“Cada vez que paso y miro / el
sitio donde te hablé / me dan ganas de sentarme / y estarme un ratio en él”.
Fanfarronas, faroleras:
“Tengo una novia en el Valle / y
otra tengo en el Lugá / y otra tengo en los Lagares / y otra que me voy a buscar
/ pa tené dos o tres pares”.
Echan mano al entorno natural en el
que se vive:
“La adelfa en el mismo río / todo
es frescura y color / ¡Qué lástima que a la adelfa / Dios no le haya dado olor”.
O:
“Yo pasé por el romero / por el
romero pasé / y hasta el romero me dijo / que era falso tu querer”.
Llenas de poesía:
“Cuando florece el almendro / en
los campos de Almogía /parecen palomas blancas /cuando van de romería”.
Definen, aclaran, por si queda alguna
duda:
“El gallo en el gallinero/ se sacúe cuando canta/ y el que duerme en cama
ajena / de madrugá se levanta”.
lunes, 21 de diciembre de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Pastorales, Meceeros y Tontos (VII)
Las pandas salían a recorrer el
campo – ‘partío de verdiales’- pasada la Nochebuena, y en torno al día
28, día de los Santos Inocentes o de los Tontos, confluían en la ermita
de la Virgen de los Dolores. Según Bisset, salían a pedir limosna – no comparto
totalmente esa aseveración, pero ni soy experto, ni conocedor en profundidad de
la materia para afirmarlo o negarlo, ‘doctores tiene la iglesia’ – para las
ánimas benditas.
Dice la antropología, que la
celebración del Solsticio de invierno era una manera de protegerse la comunidad
contra el regreso de los muertos. Se constituyeron cofradías para dar culto a
los difuntos, y el concilio de Trento impulsó el culto a las Ánimas benditas
del Purgatorio. La iglesia prohibió las mascaradas en los templos y fomentó además
con la creación de cofradías, la celebración de las fiesta de los Inocentes,
organizando por las noches bailes subastados, para recaudar fondos y en los que
los hombres pujaban por la compañera de cada baile…
Pasado el tiempo, apareció la
Fiesta de los Tontos y por ‘tonto’ se conoce a cada uno de los festeros
que componen las pandas. Tienen su vocabulario propio: paseíllo, luchas,
choque, caracola, abanderado, roaillas, mudanza, rifa, chorreaos…, y otro
compartido: crótalo, guitarra, laúd, vihuela – dicen que la agregó, José
Rojas, natural de Alozaina al estilo ‘Montes’, cuando se fue a vivir allí – violín,
platillos…
Juan Martín, “el Capitán”, por
cierto, esta letra es suya: “En el arroyo Rabanero / el dinero es el que
pita / se echa una novia un obrero / y viene un rico y se la quita”, me
dijo que en el estilo ‘Almogía’ se integraban: las Yeseras de Cártama, Cuesta
de los Pablos, Majavieja, Ermita de las Cruces, Álora, El Chopo, Las Moras,
Arroyo Ancón, La Madrileña, Los
Lantiscares, Espinazo, Chozas del Cerro, Lomas de Rojas, el Torcal por Jévar,
Villanueva de la Concepción, Ermita de Jévar
las Palomas…
El toque, me dijo también, que se
diferencia de los demás por el repique de los palillos y el punteo del violín
que antes hacía la guitarra…
“Agarrate que te caes / a la rama
de un abarcoque / que vale más un lagareño / que veinticinco perotes”. Donde las
dan, las toman…
domingo, 20 de diciembre de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Pastorales, Meceeros y Tontos (VI)
Las pandas de verdiales son
agrupaciones musicales formadas de manera informal. Utilizan como instrumentos,
un violín, la guitarra, platillos y un pandero. Las manda su alcalde, y se
baila por parejas o en tresillos (dos mujeres y un hombre). Otros cantan…
Su nombre tiene relación con el
lugar de procedencia, el ‘partío de los verdiales’, en los Montes de
Málaga, que toman el nombre de la variedad de aceituna – la verdial que no
pierde el color verde ni aún madura – y a la ermita de la Virgen de los
Dolores…
Juan Martín “Juan, el Capitán”,
Juan Aranda “Veneno”, Pepe Rosas, Salvador Pendón, Alfonso Queipo de
Llano, Salvador Rodríguez Becerra, Antonio Mandly, Demetrio E. Bisset… En sus
fuentes he bebido, una, dos, un montón de veces… Unos, con su palabra y trato -
¡desgraciadamente ya no están con nosotros ni los Juanes ni Pepe –; otros, con su estudio, su saber
transmitido, sus publicaciones. Lo que expongo aquí, o es de ellos o es
recopilado preguntando, preguntando que dicen que se llega a Roma.
La fiesta de Verdiales se
celebraba el 28 de diciembre. Los verdiales probablemente sean anteriores al flamenco. Un mosaico de Pompeya recoge a un grupo de
músicos ambulantes con instrumentos y vestuario muy similar al de una panda de
verdiales.
Se distinguen tres estilos (cante
y baile) de verdiales: Montes, (el más primitivo), Comares que añade el laúd y
Almogía (el más ágil). Álora, en expresión de Pepe Rosas ‘los verdiales no
pasaban el agua’ (del río allá: cante y baile; del río acá, solo cante)
participa en el estilo Almogía.
Las pandas iban por las casas del
campo el 28 de diciembre - Santos
Inocentes, fiesta de Ánimas desde Trento, pero esos son otros lópeces – rifando
la ‘luchas’. También ‘los Tontos’ bajaban a la capital. La coplas que se
cantan, son cuartetas o quintillas octosílabas con repetición de uno o dos
versos. Se improvisa, se canta directamente lo que se quiere, se ensalza, o se
zahiere si es preciso al rival.
Hay fiestas de verdiales en la
Venta San Cayetano (Puerto de la Torre) Benagalbón, Comares, ermita de la
Cruces… El año pasado un grandísimo experto en el tema, Salvador Pendón, denunciaba
la ausencia de los jóvenes… Si eso sigue así. ¡No quiero ni pensar que es lo
que viene, aunque me lo tema!
Ración para hoy: “Viva Málaga la bella / y vivan los
verdiales, / que cuando baila mi niña hasta el mismo sol que sale / se va
muriendo de envidia”.
sábado, 19 de diciembre de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Pastorales, Meceeros y Tontos (V)
En los meceeros, aparecían
trovadores anónimos que no tenían otro modo de expresar el arte que encerraban
dentro. En otras ocasiones, era la manera más directa de sobreponerse a una
timidez que atenazaba, pero que no se tenía ningún tipo de reparo de airearla
ante todo el público que asistía al espectáculo.
En muchas ocasiones, era un arte muy refinado y controvertido con
un mensaje directo a la mujer (en estos casos a la muchacha o moza que se
cortejaba) porque nunca subían al columpio mujeres casadas. El mozo, a pie de cuerda,
esperaba la respuesta… Poesía del pueblo , música rítmica, pausada por el
vaivén del meceero y que hoy, desgraciadamente solo permanece o en el recuerdo
o en los documentos gráficos….
Algunas letras eran disuasorias,
por si quedaba alguna duda , por si se albergaba alguna esperanza, aunque
remota, alguna esperanza:
“Anda y vete, anda y vete / anda
y vete retirando / que esa persona no es / la que tú vienes buscando…”
Socarronas, con guasa y sorna,
deseando que se rompa la dicotomía entre hecho y desenlace y, naturalmente, la soga se vaya … por donde
debe hacerlo:
“En el meceó estoy / con contento
y alegría / si la soga se quebrara… ¡Mariquita de mi vía.!”
Caballerosas, con la elegancia
propia y justa del momento. Ni más ni menos. Atentas, cordiales:
“La niña que está subía / Dios la
guarde muchos años. / Que no se parta la soga / porque no se haga daño”.
Aventureras, si dicen que el
mundo es grande ¿por qué reducirlo? Desde los malecones del levante del puerto,
se veían los barcos partir; desde la Caleta, por la mar grande de bahía, los
que volvían de la Guerra de Melilla, de Cuba, de Filipinas…
“Y en Málaga me embarqué / en un
barquito velero / yendo por aquellos mares / me acordé de tu salero”.
Tiernas, cariñosas, afables,
distintivas, discretas:
“Todos le cantan a todas / y a ti
no te canta nadie / siendo tú el mejor racimo / de la parra de tu calle”.
Definitivas, ¿para qué
complicarlo más? ¿Está clara cuál es la postura? ¿Queda algo por definir?:
“Unos dicen la Juana / y otros
que la Isabelita / y para mi gusto es / ninguna como Frasquita”.
viernes, 18 de diciembre de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Pastorales, Meceeros y Tontos (IV)
Los
meceeros tenían un sabor especial. Solo se ponían en los días posteriores a
la Navidad. En el campo, se aprovechaban las ramas más resistentes de un buen
árbol. En el pueblo, la estrechez de las calles permitían amarrar los cordeles,
en argollas a ambos lados, o en las barandillas del balcón. Los meceeores –
hombres o mujeres -, a ambos lados,
daban impulsos y se acompañaban con los cantos propios del momento.
Eran
el punto de encuentro de la gente, principalmente joven, en torno al columpio.
Tenían su punto diferenciador:
“Cantad,
muchachas, cantad / bailad con gracia y salero, / que la que no canta ni baila
/ es la que lo da primero…”
Los
meceeros se hacían en muchos puntos. En Caracuel, en Las Angosturas, en
los pinos de Morales, que no eran pinos sino casuarinas plantadas junto a la
vía del tren y que cortaron cuando la reforma de la electrificación, en los
años sesenta del siglo XX, en la Calle Negrillos – espectacular por el vacío
que abría ante la niña mecida que se recoge en la foto -, en el Sabinal, en el
algarrobo de la trinchera junto a los Triviños y en los de Cayetano, en el
terraplén de la calle Juan Naranjo, en la Cuesta del Río, en la estación…
Cantaba
una voz y repetía el coro. Las letras podían ser irónicas, con burla fina y
disimulada, se ríen por debajo del ala y ridiculizan la figura a quien se finge
ensalzar:
“Esa
que se está meciendo / parece una batatita / con media cuarta de tela / se le
hace una batita”.
Despectivas,
con desdén y desprecio. Como a quien no le importa la cosa, pero la ‘procesión’va
por dentro. Mensaje directo:
“Metiíta
en agua estoy / hasta la misma cintura / mi novio con otra novia / y yo con
tanta frescura”.
Dulces,
llenas de ternura y armonía, delicadas, con el encanto que proporcionan las
cosas cuando detrás va el corazón:
“El
meceor es un jazmín / la que se meces una rosa / los meceores capullos / ¡vaya
una cosa preciosa!”…
Descriptivas,
pormenorizadas y concretas y sin ambigüedades:
“En
una ronda de mozos / los Juanes son los que valen / los Franciscos son celosos
/ y los Migueles, cobardes”.
Había
más, mucho más. Para dar y regalar. Las iremos viendo…
jueves, 17 de diciembre de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Pastorales, Meceeros y Tontos
Terminábamos el artículo de ayer desconociendo
el autor del Villancico tan nuestro “Aunque estaba la noche serena…” Del
Villancico, en general, se ha escrito mucho y muy bueno. Es normal. En toda la
península Ibérica de muestra con distintas variantes.
Rodríguez Marín dice que en su
origen se llamaba así a cualquier estrofa improvisada para cantarse en zonas
rurales, que se formaba con una composición de tres versos octosílabos con rima asonante en el segundo y en el
tercero y al que luego, andando el tiempo, se le agregó un cuarto en el que se
repetía el primero después del segundo…
A la pastoral, generalmente,
acudía gente que tenía en común algo: vecindad, trabajo, afinidad de gustos o
la simple curiosidad por meterse en todo lo suponía novedad. Casi siempre en su
formación entraban dos componentes muy propios de nuestro temperamento: la
improvisación y el empuje del último momento. Alguien dijo que somos como el
vuelo de la perdiz “muy intensos pero muy breves”.
La riqueza creativa en el
Villancico en Álora es impresionante. Belleza en letras y músicas… Solo puedo
informar de parte de las letras y así, por ejemplo el “Chito, chito”:
“Chito, chito, callaítos /
llegaremos al portal / cantaremos, bailaremos / y el Niño se alegrará, / pero
chito, muy bajito / no se vaya de despertar”.
Muy pastoril, por el instrumental
al que alude es “Alegre con su rabel”:
“Alegre con su rabel / en marcha
van los pastores / panderos y mil tambores / también suenan en tropel. / Y
llevo rico pastel / al Niño recién nacido / el pastel cogido / de blanca y de
rica miel…”
Hay otra manera de expresar el
sentimiento donde la ternura se impone a lo material. “Todos le llevan al Niño”:
“Todos le llevan al Niño / yo
también he de llevarle / las alas del corazón / que le sirvan de pañales”.
Dicen que este Villancico –
“Cantemos negritos” - pudo ser compuesto por alguien que estuvo en la Guerra de
Cuba (al igual que el Ponche de ron, hoy ya desaparecido, que también vino de
allí):
“Dicen que porque soy negro / que
no me acerque al portal / acaso porque soy negro / el Niño se va a asustar. /
Cantemos negritos, sí / cantemos con dulce amor /cantémosle al Niño / mil
canciones en su honor”…
miércoles, 16 de diciembre de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Pastorales, Meceeros y Tontos (II)
Las faeneras trabajaban durante
el día y casi siempre al aire libre. Casi ninguna en el interior de los
almacenes. Las mujeres pasaban frío, mucho frío. Los hombres acarreaban los
frutos desde las huertas donde el verdeo arrancaba los frutos…
Los Villancicos se ensayaban por
las noches, rematada la faena. Había varias pastorales. Todas rivalizaban entre
sí. En la pastoral participaban hombres, mujeres y algún que otro niño, pero
pocos…
La vestimenta del pastor, no
tenía nada que ver con la manera con que los pastores de verdad faenaban con el
ganado. Zamarra, alpargatas e instrumentos (la zambomba era primordial)... Lo
que realmente marcaba diferencias eran los Villancicos, creaciones propias de
alguno de sus miembros.
Pepe Rosas veía un influjo
lorquiano, aunque su autor, probablemente ni conoció a Lorca, ni llegó incluso
a saber de su obra.
“Traigan traigan al recién nacio
/ camisa de fraile, fraile /frailesí / porque vienen los fríos de enero / y Rey
de los Cielos está por vestir”…
Y remataba de una manera sutil,
delicada, sublime:
“Al titirití, que mi Dios ha
nacío / al titirití, tiritando de frío”.
O aquel otro descriptivo, de
andar por casa, pero con un sentido teológico fuera de lo común:
“Un pastor vendía leche / y otro
batatas cocías / uno roscas mantecadas / y otro cuartos de arropías…” y
rematado con una propagación de la fe: “Al olé, viva la Pura y Limpia…”
Antonio, “el Divino”, además de
sus pregones, dejó sello propio con una mezcla de coral y flamenco:
“En un portalillo oscuro / lleno
de mil telarañas / tuvo la Virgen María, al Niño de sus entrañas…”
Aunque lo he preguntado a muchos
de los que saben de estas cosas, no se ponen de acuerdo si el siguiente
Villancico es de Antonio o del Serenita. En Álora, no se ha dejado de cantar:
“Aunque estaba la noche serena /
por todos los campos la nieve caía, / caminaban los pobres pastores / por todas
las sendas de la Serranía… / Cuando llegan a Belén / ven a Jesús reposar / y en
silenció los pastores se acercan muy despacito / le ofrecen un regalito…/ Se
postraron a adorar” ¿Cabe más belleza?
Hay una letra que recoge un
momento duro, muy duro. España en Guerra
Civil. Dolor, muerte: “ Niño chiquitito / dile a tu Papá / que acabe la guerra
/ y nos traiga la Paz”.
martes, 15 de diciembre de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Pastorales, Meceeros y Tontos (I)
Era otra manera de entender la
vida. Ni mejor, ni peor, distinta. Lo poco que había se compartía y la
generosidad siempre podía a la pobreza que imperaba. Quizá la riqueza de la
vida interior, afloraba dese el ingenio y se sobreponía la excesiva
exteriorización.
Cuando se alargaban las noches y
se acortaban los días, o sea cuando el otoño casi tocaba con la punta de los
dedos el invierno que llamaba a la puerta, algunas veces aparecían blancas las
cumbres de la Sierra del Valle. El pueblo se aprestaba a vivir la Navidad.
Por entonces, venían tres maneras
grandes de celebrarla: Pastorales , meceeros y los Tontos. Los preparativos se iniciaban pasados los
Santos y se incrementaban a primeros de diciembre. Concluída la sementera y la
recolección de aceituna (la manzanilla aloreña madura muy pronto y a finales de
otoño, ya morada, la que no está en el molino, está en el suelo).
Ya en el campo, solo quedaba en
pie ‘la faena’ – manipulación de cítricos – para la exportación. Limones
reales, naranjas ‘canadú’ (las granos de oro de toda la vida), chinas, - las
cajeles venían más tarde - mandarinas, limas… Esos frutos se cargaban en trenes
de mercancías que los repartían por distintos puntos de la península, o directamente
(todavía no habían llegado primeros Transfesa) al otro lado de los Pirineos,
que entonces sí que nos separaban de verdad de Francia.
Los remitentes, es decir los
comerciantes con menos poder de mercado, vendían la mercancía en diferentes
puntos de Andalucía, algunos llegaban hasta el mercado central de Legazpi en
Madrid, donde todavía ni se soñaba la presencia de Mercamadrid.
Camiones con cierto poderío,
salían al caer la tarde y después de toda la noche de viaje por las carretera
de entonces, llegaban a primera horas de la madrugada para guardar cola,
descargar y buscar carga de retorno y no volver de vacío.
El muchacho estaba colocado de
camionero. Llegó la hora de la boda y naturalmente había que hacerse un traje a
medida, la ocasión lo pedía. Fue al sastre. El hombre con la cinta al cuello, tomaba
medidas de hombros, de brazos, de piernas,
de cintura…
-
Tú, en un momento de la operación, le preguntó, ¿para dónde ‘carga’?
-
Pues verá usted, eso depende de como esté el
mercado: unas veces para Puente Genil, otras para Lucena, algunas veces llego a
Martos y hasta Linares…