Han amanecido las repisas de
los nichos con flores: crisantemos (blancos, amarillos, rojos, violetas..),
claveles, rosas… Recuerdo para los que emprendieron el camino antes. La Iglesia
Católica celebra, del primero de noviembre, la Festividad de Todos los Santos Omnes Sancti et Sanctae Dei; mañana,
segundo día de noviembre, el de Todos los Difuntos. El pueblo llano, cambió el
orden y como lo que hace el pueblo se queda hecho…
José Luis Martín Descalzo decía que Roma es la única ciudad donde los
cipreses no son tristes. No lo sé. El maestro Alcántara afirmaba que ‘el
paisaje es un estado de alma’. Miguel Delibes, con La sombra del ciprés es alargada ganó el premio Nadal de 1947. José
María Gironella escribió Los cipreses
creen en Dios, primer libro de la tetralogía sobre la Guerra Civil. Enhiesto surtidor de sombras v para
Gerardo Diego el ciprés de Silos..
El ciprés tiene una triple
simbología: árbol funerario, belleza femenina y hospitalidad. Teofrasto lo asignó como árbol de Hades, dios
de la muerte. Sus raíces nunca dan nuevos brotes una vez talado. Su color verde
y su guía que apunta siempre al cielo ayudaban a las almas de los muertos después
de la muerte.
La esbeltez lo hace un árbol
diferente. No se parece a ningún árbol. En la antigüedad fue reconocido como el árbol
de la belleza femenina. Puede tener similitud con otras, pero es única.
Los viajeros que andaban los
caminos del Mundo Antiguo si veían
plantado un ciprés junto a una casa leían el mensaje: allí habría hospitalidad
y le darían agua para mitigar la sed. Si había tres, entonces, les anunciaban
que le darían cama y comida durante tres noches y tres días.
El ciprés es un árbol longevo.
Puede vivir hasta mil años. En el patio de la Sultana en el Generalife, el
tronco seco - dicen que lo fulminó un
rayo – podría alcanzar los quinientos años y
fue testigo de los amores de un abencerraje y Morayma, esposa de Boabdil. Esta infidelidad
dio origen, según la leyenda, a la muerte, a degüello, de la notable familia
granadina.
Dentro de unos días, las flores
naturales marchitas, dejarán vacías las repisas
de los niños. Los cipreses, seguirán enhiestos, en pie , al bamboleo del
viento y evocaran la belleza suprema y que los recuerdos permanecen por mucho
que ande – que no para – el tiempo.
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