miércoles, 17 de abril de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Última hora: Se nos va el Maestro Alcántara







Me entero por la radio. Tú que acuñaste aquello de: “hay que gente que se muere y gente que se nos muere”, ahora, nos haces esta faena.

Me ha llamado Jaime Ritwagen. Hablamos de ti… Convenimos  que a ti, que escribiste, que cuando el Cristo de la Buena Muerte  dio las tres voces, lo escucharon en Santo Domingo, en las tinieblas y en la Legión, y al que pedías ayuda para el final, ese mismo Cristo, te ha llamado un día antes que los Caballeros Legionarios lo procesionen por Málaga.

Ha querido  que le susurres al oído: “No digo que sí o que no. / Digo que si Dios existe no tiene perdón de Dios. // No digo que no o que sí. / Digo me gustaría que Él también creyera en mí. // Yo no le guardo rencor. Si me lo encuentro alguna vez / nos perdonamos los dos”.

La Virgen de Gracia, tu vecina de enfrente de cuando eras niño, seguro que ha mediado. Todo ha tenido arreglo. Lo importante no es el camino sino la llegada. En el ring de arriba…¿Maestro, te pregunté un día, ¿por qué te gusta el boxeo? “Porque entre las cuatro cuerdas he aprendido las mejores lecciones de la vida”, me dijiste.

Cuando se fue César  - por cierto, con alguna variante, te he copiado el titular – decías que Madrid  desayunaba ‘café con leche y César González-Ruano’ y que la niebla se subía a los ojos… Desde hoy que te has ido, Málaga ya no podrá desayunarse  un mitad y Manolo Alcántara en la contraportada del Sur, porque tú, querido Maestro, has impuesto una manera diferente de leer el periódico, o sea, de atrás hacia adelante.

He llamado a Barbeito. Le dicho… Bueno imagínate lo que le he dicho. Hemos recordado aquella tarde, desde mediodía al crepúsculo, en ‘María’. Vosotros, mano a mano. Yo escuchaba y aprendía.

Ahora cuando escribo estas líneas me acuerdo de tu “segundo de jazmines”,  de la sirena del barco que ‘se va y no se ha ido’, de las competiciones de sirenas y delfines en los Baños del Carmen… o de la dedicatoria que me pusiste aquel día en “Antología Personal”. “¿Qué te puedo decir yo, que tú no lo sepas? En mi Álora lo sabemos todo y para siempre. M.Alcántara”. Pues eso, Maestro, eso.


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